El solitario trabajo del guardián de un castillo sirio ante el abandono de turistas

Ahora gran parte de los sirios vive bajo el umbral de la pobreza de la ONU y el turismo es una actividad de lujo.

El castillo de Margat, junto al Mediterráneo. (@fieggentrio)
AFP
Siria /

Antes de la guerra de Siria, el castillo de Margat, junto al Mediterráneo, recibía a miles de turistas. Ahora sólo el guardián deambula en esta milenaria plaza fuerte, con la única compañía de sus altas murallas.

"Pasan días y semanas enteras sin que venda una sola entrada, y es así desde que empezó la guerra" en 2011, lamenta Yunes Dayub, el guardián de esta ciudadela medieval situada en la región costera de Tartus, en el noroeste de Siria.

En una cabaña de madera, este hombre de 49 años explica a AFP que a veces vende entradas a turistas, pero muy rara vez.

De modo que pasa su tiempo bebiendo té y contemplando la costa del Mediterráneo, evocando la época de antes de la guerra, cuando el edificio, construido con roca volcánica negra, se llenaba de visitantes de Siria y del extranjero.

Situada a cinco kilómetros de la ciudad de Banias, en una pequeña montaña rodeada de una inmensa fosa, la fortaleza de Margat (Al Marqab en árabe) data del año 1062.

Estuvo sucesivamente bajo el control del imperio bizantino, de la Orden de los Hospitalarios y de los Mamelucos, y se le conoce por su imponente torre del homenaje. La ciudadela incluye además un museo y los vestigios de una iglesia.

Para matar el tiempo, Dayub pasea entre las murallas.

"Los años de la guerra, la pandemia de covid-19, la penuria de carburante, todo eso ha pesado en el turismo", resume.

El conflicto en Siria, que causó unos 500 mil muertos y devastó el país, asestó un golpe duradero al turismo, antaño uno de los principales sectores económicos del país.

Ahora gran parte de los sirios vive bajo el umbral de la pobreza de la ONU, y el turismo es una actividad de lujo.

El castillo de Margat, casi milenario, se ha visto relativamente a salvo del conflicto, ya que apenas recibió algunos impactos de obús y disparos en 2011, al inicio de la contienda.

"Aquí me siento solo, y no tengo más amigos que estos altos muros silenciosos", lamenta Dayub, al tiempo que cierra la puerta del castillo al finalizar su jornada.


"Cuando la actividad vuelva a la normalidad", dice, se ha prometido que durante una semana dejará entrar gratis a los visitantes y pagará de su propio bolsillo lo correspondiente. "Espero que ese día llegue pronto".

OC

LAS MÁS VISTAS

¿Ya tienes cuenta? Inicia sesión aquí.

Crea tu cuenta ¡GRATIS! para seguir leyendo

No te cuesta nada, únete al periodismo con carácter.

Hola, todavía no has validado tu correo electrónico

Para continuar leyendo da click en continuar.