Espía rusa se infiltró en la base de la OTAN en Nápoles durante años

La mujer se hacía llamar María Adela Kuhfeldt Rivera, pero las investigaciones posteriores la han identificado como Olga Kolobova, agente rusa e hija de un coronel de ese país.

La investigación periodística duró de más de diez meses. (EFE)
Editorial Milenio
Italia /

Una mujer rusa se infiltró durante años como espía en la base de la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN) en Nápoles, Italia, según informaron este viernes varios medios de comunicación como La Repubblica y Der Spiegel tras una investigación periodística de más de diez meses.

La investigación, en la que han participado también Bellingcat y The Insider, describe a la espía cómo una “treintañera cosmopolita y segura de sí misma que habla seis idiomas y fundó una empresa para producir joyas”, que logró entrar en los círculos de personalidades de Nápoles y el personal de la base de la OTAN y la Sexta Flota de Estados Unidos, la cima operativa del poder militar occidental en Europa.

El pasaporte ruso con el que consiguió entrar a Italia pertenece a la “misma serie que utilizan los espías del Gru (acrónimo de Glavnoje Razvedyvatel’noje Upravlenije, o servicio secreto militar ruso)”, según la investigación periodística.

La mujer se hacía llamar María Adela Kuhfeldt Rivera, nacida en Perú de padre alemán, pero las investigaciones posteriores la han identificado como Olga Kolobova, agente rusa e hija de un coronel de ese país.

Durante su estancia en Italia ha utilizado tres pasaportes rusos, todos ellos con números parecidos a los de los agentes de Moscú, señala La Repubblica.

En 2015 consiguió trabajo como secretaria en el club “Napoli Monte Nuovo”, una asociación fundada por oficiales de la base de la OTAN en Lago Patria, y en 2016 inauguró una “galería conceptual” dentro del prestigioso Palazzo Calabritto en Nápoles.

La pista de Kuhfeldt Rivera se perdió en septiembre de 2018, cuando Bellincat y The Insider publicaron los nombres de los espías rusos que intentaron envenenar al ex agente Sergey Skripal y al productor de armas búlgaro Emil Gebrev, tras lo cual la espía abandonó Nápoles hacia Moscú sin dejar rastro.

Tampoco se ha podido reconstruir qué información obtuvo la espía ni si pudo sembrar virus informáticos en los teléfonos y computadoras de sus amigos, pero sí se sabe que “entró en contacto con figuras clave de la OTAN y la Marina de los Estados Unidos”, según la investigación periodística.


EHR

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