El paramédico Al Kim tenía 37 años cuando fue un miembro del escuadrón de la MetroCare Ambulances en Brooklyn. Kim llegó conduciendo a las 09:05 horas a las Torres Gemelas en el sur de Manhattan, tras el choque de dos Boeings secuestrados por yihadistas contra los imponentes rascacielos.
La tarea de Al Kim era evacuar a los heridos del hotel Marriott que se encontraba entre ambas Torres Gemelas. Sin embargo, a las 09:05 horas escuchó un estruendo feroz parecido al sonido de un tren a toda velocidad.
De forma instintiva se lanzó debajo de una camioneta estacionada bajo un puente peatonal.
“No puedo creer que voy a morir así”. Pensó.
La torre sur se había desplomado
"No podía respirar de tan acre que era el aire. Recuerdo utilizar mi camiseta para taparme la boca. No podía ver mis manos junto a mi cara", contó a AFP casi 20 años después, al recorrer emocionado por primera vez la explanada del Museo y Memorial del 9/11.
La ola de calor quemó el pelo de su nariz, sus vías respiratorias superiores y parte de su ceja izquierda. Sus ojos estaban heridos y todo su cuerpo cubierto de una gruesa capa de cenizas. Pronto escuchó las voces de dos colegas, los ubicó y estrecharon las manos como niños de escuela. Así, avanzaron en la oscuridad, entre escombros y llamas.
"Mientras caminábamos hacia el área de color más claro nos inundaron las alarmas. Era el sonido de los sensores que llevaban decenas de bomberos, que comienzan a sonar cuando no se mueven durante un cierto tiempo”. Recordó.
Escucharon gritos de que había un bombero herido y fueron a su búsqueda. Se llamaba Kevin Shea, y tenía el cuello roto en tres lugares. Tenía la cara cubierta de ceniza y estaba semienterrado entre los escombros.
Kevin Shea fue rescatado por Kim y otros tres colegas que lo cargaron en una camilla a un lugar seguro minutos antes del colapso de la torre norte. Fue el único sobreviviente de los 12 hombres de su brigada que respondieron a la emergencia. Desde entonces, los recuerdos de Kim son borrosos y aislados.
"Pensé que este era el fin de nuestro pequeño mundo...Todo lo que veía a mi alrededor era un campo de escombros. Para mí la ciudad entera estaba así, y quizás incluso más allá", relató Kim.
Lo último que recuerda Al Kim es haber permanecido en la zona destruida hasta la noche y regresó a la Zona Cero al día siguiente y varios días más. "Había mucho que hacer, funerales a los que acudir. No había tiempo para detenerse a reflexionar", dijo.
La resiliencia
La tragedia del 11 de septiembre le conmocionó tanto al paramédico Al Kim, que le dejó una gran lección: “La vida es fugaz y hay que poner los problemas en perspectiva”
Kim confesó con cierta vergüenza que durante unos dos años vivió "en estado de alerta constante. Estaba listo para otro ataque". Con el tiempo, superó la ansiedad. Pero hay emociones, sentimientos que perduran hasta el día de hoy.
El paramédico Al Kim asegura que nunca sintió tanto patriotismo como el día que regresó a la “Zona Cero” en esos primeros días. La tragedia del 11 de septiembre lo marcó para toda la vida y le ayudó a darse cuenta de lo frágil que es realmente la vida.
"Este año que pasó (con la pandemia) reforcé ese sentimiento, que las cosas son fugaces. Hay cosas difíciles en nuestras carreras, en la vida laboral y personal, y son aún relevantes, pero cuando lo piensas en términos más grandes, pones las cosas en perspectiva", reflexionó.
Apenas hace tres años, Al Kim participó en el maratón de Nueva York con su esposa, y en el recorrido pasó cerca del pilar que sostiene el puente que le salvó la vida. Corrió hasta el pilar, lo abrazó y lo besó, antes de retomar la carrera, recordando el momento donde se salvó por un pelo.
wgp