Este viernes se conmemoraran 50 años de que el entonces presidente de Estados Unidos, Richard Nixon, le declaró oficialmente la guerra a las drogas. Desde entonces el negocio de las adicciones no ha hecho más que crecer y transformarse, hasta las consecuencias que son bien conocidas por todos: millones de sobredosis, familias rotas, muertos y desaparecidos.
“El enemigo público ‘Número Uno’ de Estados Unidos es el abuso de drogas. Con el fin de enfrentar y derrotar a este enemigo es necesario emprender una nueva ofensiva total. Le he pedido al Congreso que proporcione la autoridad legislativa y los fondos para impulsar este tipo de ofensiva. Esta será una ofensiva mundial que se ocupará de los problemas de las fuentes de suministro”, aseguró el republicano en un mensaje televisado esa noche de hace cinco décadas.
Ese día, tal vez, sin saber las consecuencias que iba a tener su anuncio, el presidente Nixon cambió al mundo para siempre. Le declaró la guerra a las drogas. Pero las guerras, invariablemente, siempre tienen muertos.
La situación a la que se enfrentaba era grave. En un abrir y cerrar de ojos se dispararon los casos de adicción a las drogas ilegales en Estados Unidos, en especial, la heroína que inundaba las calles. La pandemia, silenciosa como es, cruzaba fronteras sin pedir permiso y salía de territorio estadunidense, igual que la guerra que quería acabar con ella.
Para pelear una guerra, antes que cualquier otra cosa, se necesita un ejército, por eso Nixon decidió crear a la DEA (Administración para el Control de Drogas, por sus siglas en inglés) en julio de 1973.
“Las drogas ilegales son un negocio cuyo tamaño, en dólares, sólo puede ser estimado. Un negocio que se ha arraigado profundamente en nuestro tiempo, lugar y sociedad. Un negocio que el gobierno federal (de Estados Unidos) ha estado combatiendo por más de 60 años. Hoy la agencia líder en nuestra lucha, la que es responsable por el desarrollo de las demás estrategias de combate a las drogas, programas, planeación y evaluación es la DEA”, dice un video de esa época elaborado por la agencia antinarcóticos para presentarse ante el mundo.
Pasaron los años y las décadas. Presidentes fueron y vinieron del Despacho Oval en la Casa Blanca, pero la política, excepto pequeños ajustes de estilo propio sigue siendo la misma hasta nuestros tiempos. Eso sí, tanto las drogas, como las armas que las combaten han mutado.
Ronald Reagan, férreo opositor a las drogas, junto a su esposa Nancy Reagan, impulsaron en su administración que marcó la década de los 1980 múltiples campañas en contra de las drogas, se enfocaron, sobre todo, en la prevención.
“Lo que tenemos que hacer ahora es asegurarnos que podemos continuar dando a los jóvenes, como los que nos acompañan hoy, el soporte y respaldo que necesitan para sólo decir no a las drogas”, dijo durante una breve intervención durante una presentación de su famosa campaña 'just say no' (sólo di que no) en mayo de 1986.
En esta guerra, no sólo aparecieron nuevos enfoques para evitar la desgracia que significan millones de muertes por sobredosis en todo el mundo cada año, también aparecieron nuevos protagonistas de esta guerra. Sobre todo del lado antagónico.
Primero fueron los cárteles colombianos, a los que inmediatamente se asocia con el narcotraficante que quería ser presidente de su país, Pablo Escobar. Pero después, de tanto combatirlos, casi hasta la completa extinción, las autoridades estadunidenses se encontraron con que en México, decidieron tomar la batuta antagonista.
Primero fue el cártel de Guadalajara, liderado por Rafael Caro Quintero, Ernesto Fonseca 'Don Neto' y Miguel Ángel Félix Gallardo. Después llegaron los de Sinaloa, los del Golfo, los Zetas, los de Juárez, los Arellano Félix, y recientemente el cártel Jalisco Nueva Generación, pero la lista sigue.
36 años después, lo inevitable sucedió, la guerra llegó a México. El 11 de diciembre de 2006. El otrora presidente Felipe Calderón le declaró la guerra a los cárteles del narcotráfico que asolaban el país, principalmente Michoacán, donde la situación de seguridad ya era insostenible.
“¿Cuándo se va a acabar esta guerra? ¿Cuántos muertos más?”, le gritó al presidente Felipe Calderón en 2012, faltando poco para que dejara su mandato, un hombre identificado como Tonatiuh Moreno al increparlo en un evento oficial.
Nixon no vivió para verlo, pero 50 años después la guerra que comenzó para librar a su pueblo del flagelo de las adicciones, sigue causando daños colaterales incalculables en todo el mundo, principalmente en Latinoamérica y las drogas siguen ahí.
ledz