El discreto fiscal que hizo temblar a la Casa Blanca

La aldea | Washington

Indiferente al ruido mediático, Mueller fue tirando de los hilos que tenía a su disposición en busca de la verdad.

Desde 2017, investigó si el mandatario pactó con Moscú en torno las elecciones en EU. (Reuters)
Agencia AFP y Charlotte Plantive
Washington /

Robert Mueller rompió ayer su imagen de fiscal especial discreto al hablar por primera, y seguramente última vez, de la investigación sobre la trama rusa en las elecciones de 2016 que hizo temblar la Casa Blanca durante casi dos años.

Su declaración, en una fría sala del Departamento de Justicia, fue fiel a su reputación: precisa y factual. Pero una voz temblorosa y algunos tics mostraron la emoción del alto funcionario, que anunció su salida del gobierno para regresar “a la vida privada”.

“Hablo hoy porque nuestra investigación terminó”, afirmó en referencia al informe publicado por el secretario de Justicia, Bill Barr, en una versión recortada a mediados de abril.

Retomando las líneas principales del documento de 448 páginas, Mueller dejó que el Congreso sacara sus propias conclusiones. Y a pesar de las preguntas de los legisladores, no quiso añadir nada ante ellos. “El informe es mi testimonio”, dijo.

Durante varios meses, Mueller proyectó una amenaza silenciosa sobre el presidente, Donald Trump, sin desvelar qué elementos había reunido en su investigación.

Indiferente al ruido mediático y a la algarabía política, el fiscal especial, de 74 años, fue tirando metódicamente de los hilos que tenía a su disposición buscando la verdad.

Mueller, al igual que Trump, proviene de una familia acomodada del noreste de Estados Unidos y frecuentó instituciones académicas de prestigio: Sin embargo, el presidente estadunidense tiene una personalidad extravagante que bordea lo escandaloso, omnipresente en el panorama mediático, en contraste con la calculada austeridad de Mueller.

Vestido siempre con traje oscuro, Mueller no busca atención. En 2008, en un discurso para conmemorar el aniversario del FBI había citado al tenista Arthur Ashe, para quien “el verdadero heroísmo es notablemente sobrio y muy poco espectacular”.

Desde que fue nombrado para dirigir la investigación sobre la trama rusa, en mayo de 2017, siempre se cuidó de permanecer en la sombra, mientras rascaba información entre documentos judiciales.

Por su parte Trump siempre procuró no atacarlo directamente, aunque tildó una y otra vez la investigación de “caza de brujas” y acusó al fiscal de ser “parcial”, pero sin la violencia que suele emplear en sus tuits.

Mueller, ex oficial de los Marines, fue distinguido por su valor en combate durante la guerra de Vietnam. Esta es otra diferencia con Trump, quien se libró de la confortación bélica por razones médicas. Luego, Mueller consagró su vida al servicio público, mientras Trump hacía fortuna en el sector inmobiliario.

Después de sus estudios de Derecho, Mueller sirvió como fiscal investigando con tenacidad la banda Hells Angels, la mafia o los banqueros deshonestos.

Como número dos del Departamento de Justicia, durante la presidencia de George Bush padre, supervisó la investigación por la explosión del avión Boeing sobre la localidad escocesa de Lockerbie que dejó 270 muertos en 1988.

También, fue nombrado director de la policía federal una semana antes de los ataques del 11 de septiembre de 2001, permaneció en el cargo durante 12 años, el mandato más largo después del récord que tuvo el fundador del FBI, Edgar Hoover.

Cuando su mandato estaba por expirar, el presidente demócrata Barack Obama le pidió en 2011 que permaneciera a la cabeza del FBI. Otra prueba del respeto unánime que generó, es que esa prórroga fue aprobada por todos los senadores, demócratas y republicanos.


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