Millones de estadunidenses irán el próximo 8 de noviembre a las urnas, pero esta vez no será para elegir al próximo presidente, como pasó hace exactamente dos años cuando el demócrata Joe Biden venció al ahora ex presidente republicano Donald Trump, sino para definir el futuro de la actual administración y medir la profunda división social que existe en Estados Unidos.
Este año se renovará la Cámara de Representantes —similar al de muchos países a una Cámara de Diputados— de 435 legisladores y un tercio del Senado, es decir, 33 de 100 congresistas. Además, se juegan 36 gubernaturas y varios congresos locales.
Pero ante una elección tan grande, en un país con más de 331 millones de habitantes ¿Cómo se cuentan los votos? ¿Hay un órgano que las fiscalice como en varios países de América Latina? ¿Quién determina un padrón electoral? ¿Por qué los censos delimitan tanto una elección?
¿Por qué EU no tiene un órgano o un tribunal electoral?
A diferencia de México —que se cuenta con un órgano federal autónomo que organiza las elecciones y un tribunal electoral que las certifica— o Argentina —que son plenamente vigiladas por el poder Ejecutivo a través de un tribunal— en Estados Unidos no existe siquiera una figura que tanto haga el conteo de votos como el que valide la elección y haga un padrón de electores.
Los 50 estados de Estados Unidos son los que fiscalizan y realizan las elecciones para todos... y cada estado tiene sus propias reglas. Así como existe un secretario de Estado federal —que es el encargado de las relaciones exteriores de Estados Unidos—, cada Estado cuenta con su propio "canciller" estatal, y está entre sus funciones tener el control de la División de Elecciones, que es el "órgano electoral" del estado.
La División de Elecciones del Departamento de Estado estatal se encarga de recibir las solicitudes de registro de votantes y de hacer el conteo de votos para las elecciones de nivel local y federal.
Pero las normas no se aplican igual de un estado a otro, depende de la legislación estatal tanto para el registro, la forma y hasta el conteo. Es decir, ningún resultado es oficial hasta que el secretario de Estado local las certifique y envíe —las que son federales— a Washington D.C. para su validación ante el Congreso de Estados Unidos. No se aplica la misma ley electoral en Dakota del Norte que en Carolina del Sur.
¿Entonces, por qué nombran ganadores antes?
Como los resultados oficiales pueden tardar varios días —semanas si ya es el conteo oficial— los medios de comunicación y las agencias en Estados Unidos aplican la probabilidad y la estadística para determinar un ganador. Con las elecciones presidenciales de 2020, los medios daban estados ganadores a Biden y a Trump conforme al avance de los resultados.
Tomaremos dos ejemplos: California y Texas, que son los estados con mayores comunidades latinas. En ambos estados se necesita para participar:
- Tener 18 años cumplidos al día de la elección
- Ser ciudadanos estadunidenses y residentes en sus respectivos estados
- No estar cumpliendo condenas de prisión
- No haber sido declaración como "incompetente" para votar.
Sin embargo, mientras que en California tienen hasta 15 días antes de la elección para registrarse, en Texas son hasta 30 días previos. Aunque ambos estados tienen como prueba para presentarse la licencia de conducir o su cédula de identidad, en el estado sureño te permiten traer hasta tu pasaporte o licencia de armas para comprobar que irás a votar. En otros estados, es posible registrarse el mismo día de la elección, e incluso votar días antes.
El conteo de votos tampoco es igual en California y Texas. Mientras que en Los Ángeles, la orden es contarlas a mano una por una, en Houston es imposible y se debe usar las máquinas para hacer el conteo. Algunos votan presencialmente ese día, y otros, reciben la boleta por correo, esto último fue el punto de escándalo para Donald Trump al acusar un presunto fraude electoral.
Es más, ni siquiera hay un sistema único de votación, ya que se usan hasta cuatro tipo de urnas, pero prevalece el voto semi-electrónico. La mayoría de los estados (un 60% de los votos) usan un lector óptico, es decir, que el votante recibe una boleta que es rellenada en un círculo por su preferencia, y la deposita en una urna, para luego ser escaneada por una computadora y marcar un voto a favor.
En otros condados, los votantes reciben hasta una urna electrónica, con el que su resultado queda registrado en la máquina y sólo se imprime el número de votos finales, como sucede en el sistema electoral de Brasil. Este tiene entre un 33 y un 38 por ciento de uso. Sólo un 6% sigue usando las máquinas de palancas para ejercer un voto, que antes era el predominante.
Las tarjetas perforadas dejaron de usarse
Tras las elecciones del año 2000 entre el demócrata Al Gore y el republicano George W. Bush, las tarjetas perforadas dejaron de usarse tras fallas en la impresión de los hoyos, y por ende en su escaneo. Mismos que fueron cuestionados cuando el resultado de la elección quedó completamente cerrado entre ambos candidatos.
¿Por qué el censo es más que un conteo de personas en EU?
El Censo de Estados Unidos —que es realizado por el Departamento de Comercio— no sólo sirve para saber cuántos habitantes tiene el país y en qué condiciones viven, sino también determina los colegios electorales y el número de legisladores que corresponde a cada estado.
En el último censo, que se realzó en 2020 —atrasado en parte por la pandemia de covid-19— se determinó que estados como California y Nueva York (controlados por los demócratas) iban a perder número de legisladores para la Cámara de Representantes, mientras que Texas y Florida (en manos de republicanos) obtendrían más curules.
Previo al actual proceso electoral, los Departamento de Estado estatales tuvieron que reconfigurar sus distritos, que con ellos nacerían los nuevos colegios electorales. Y no todos tienen el mismo peso en número de población. Mientras que en California y Texas, un colegio electoral representa a 700 mil personas, en estados menos poblados como Wyoming y Vermont, el mismo colegio es de 200 mil personas.
Así quedó el nuevo mapa electoral
• California: de 55 a 54 escaños | ↓ Baja•Texas: de 38 a 40 escaños | ↑Sube
•Florida: de 29 a 30 escaños | ↑ Sube
•Nueva York: de 29 a 28 escaños | ↓ Baja
•Pensilvania: de 20 a 19 escaños | ↓ Baja
•Illinois: de 20 a 19 escaños | ↓ Baja
•Ohio: de 18 a 17 escaños | ↓ Baja
•Carolina del Norte: de 15 a 16 escaños |↑ Sube
•Michigan: de 16 a 15 escaños | ↓ Baja
•Colorado: de 9 a 10 escaños | ↑ Sube
•Oregon: de 7 a 8 escaños | ↑ Sube
•Virginia Occidental: de 5 a 4 escaños | ↓ Baja
•Montana: de 3 a 4 escaños | ↑ Sube
Todos los representantes son electos conforme al distrito que les corresponde, mientras que para senadores son dos por cada estado. Por ello son 435 distritos electorales, para el mismo número de legisladores, mientras que del Senado conforman los 100.
Por ejemplo, la líder demócrata de la Cámara de Representantes, Nancy Pelosi, representa al 12° Distrito de California (el centro de San Francisco)— mientras que la polémica legisladora republicana Marjorie Taylor Greene es la legisladora de 14° Distrito de Georgia (la ciudad de Rome, y sus alrededores).
A su vez, también de ahí se hace la división para los distritos electorales estatales, mismos que designan el número de legisladores de cada congreso local. El Distrito de Columbia, por ser la capital de Estados Unidos (Washington) no tiene su propio congreso, pero tiene la capacidad de mandar tres representantes al Congreso Federal.
La mayoría de las entidades cuenta con su propia Cámara de Representantes y su Senado. California tiene un Congreso local de 80 representantes y 40 senadores; mientras que Texas 150 y 31 respectivamente. Estados más pequeños como Wyoming cuentan con 60 legisladores y 30 senadores.
¿Por qué es importante la búsqueda de electores para ambos partidos?
A diferencia de otros países del mundo —como México y Brasil—, Estados Unidos no cuenta con un padrón único de electores por toda la descentralización existente. Eso ha dado pie que comunidades como los afroamericanos, los latinos, e incluso asiáticos, sean excluidos del sistema electoral y de ejercer su derecho democrático.
Aunque en 1993 el Congreso de Estados Unidos aprobó la Ley Nacional de Registro de Votantes de 1993 —con el fin de contar con un padrón electoral— sólo se aplica para la elección a presidente, ya que cada estado tiene su propio registro de sus ciudadanos, algunos de forma permanente en el sistema.
Los demócratas y republicanos, así como asociaciones civiles allegadas a ambos partidos políticos, tienen el trabajo de convencer a la población a que se registre para votar. Incluso, eso permite que en pleno día de la elección siga habiendo propaganda electoral —a diferencia de otros países del mundo que exigen días de veda—.
La mayoría de los votantes sin registrar son las comunidades más marginadas. En Georgia, una de las razones por las cuales ganó Joe Biden después de una larga hegemonía republicana, fue por el llamado a los afroamericanos a registrarse para votar.
¿Financiar a los demócratas y republicanos es legal?
Otro punto que muchos países prohíben es que organizaciones o empresarios financien de forma abierta a los partidos políticos... pero en Estados Unidos es posible, aunque no está exento de polémica. Para ello sí existe un ente federal que fiscaliza el dinero a las campañas políticas: la Comisión Federal Electoral, un órgano independiente del gobierno estadunidense.
El comité está encargado de la fiscalización de los donantes a las campañas presidenciales, así como de elección federal. Aunque la mayoría de los gastos de campaña se financian de forma privada, el financiamiento público está disponible para candidatos calificados para presidente de los Estados Unidos durante las primarias y las elecciones generales.
Se deben cumplir los requisitos de elegibilidad para calificar para un subsidio del gobierno, y aquellos que aceptan fondos del gobierno generalmente están sujetos a límites de gasto en dinero. Además, se imponen límites de dinero para los propios donantes o comités de acciones políticas.
Por ello, no es secreto que varios empresarios u organizaciones decanten abiertamente hacia un político, que es quien puede recibir dinero siempre y cuando esté auditado dentro de los gastos. Pero esto puede generar gastos desleales, e incluso, que otros partidos pequeños no puedan competir realmente para cargos políticos en Estados Unidos.
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