Héctor Ocegueda fue deportado a México hace nueve años. Sin importar su estatus de veterano, las autoridades migratorias lo expulsaron del país y por casi una década vivió lejos de su familia. El viernes, una revisión de su caso finalmente le permitió regresar a casa.
El hombre de 53 años sirvió para el Cuerpo de Infantería de Marina de Estados Unidos. Tras ser declarado culpable por conducir bajo los efectos de una sustancia controlada, fue deportado a México, país del que salió junto con sus padres cuando era niño.
“No hay que rendirse. No importa que la batalla se esté perdiendo, hay que mantener la fe de que se va a poder ganar porque se pelea por una causa justa”, dijo emocionado.
El juez Mark C. Scarsi agradeció a Ocegueda por su servicio en las fuerzas armadas antes de tomarle el juramento de ciudadanía en una sala del tribunal federal de Los Ángeles.
“Como ciudadano estadunidense [dirigiéndose] a alguien que pronto será ciudadano estadunidense, sólo quería agradecerle mucho por ello”, dijo Scarsi a Ocegueda, quien llevaba una mascarilla decorada con imágenes de su padre y sus difuntos hermanos.
Después, Ocegueda sonrió y se puso de pie junto a su madre y su hermana, que sollozaban y le plantaron un beso en la mejilla. “Estoy tan feliz. Estoy muy agradecido por todo el trabajo que han hecho todos”, dijo Ocegueda, quien estuvo destacado con la Infantería de Marina en Camp Pendleton y en Japón.
Ocegueda logró ponerle fin a su odisea después de contactar a un grupo para veteranos deportados mientras estaba en México y solicitar la ciudadanía estadunidense. Según la ley de Estados Unidos, los veteranos que sirven honorablemente durante un conflicto pueden naturalizarse si cumplen una serie de requisitos, entre ellos ser entrevistados por un funcionario de naturalizaciones.
El año pasado tenía programada la entrevista en Los Ángeles, pero no pudo asistir porque las autoridades fronterizas no le permitieron entrar al país debido a su orden de deportación.
Ocegueda entabló una demanda el mes pasado, pidiendo a los funcionarios que le hicieran la entrevista de ciudadanía en la frontera, donde podía asistir, o que le permitieran cruzar para poder concertar una cita en Los Ángeles, que es lo que ocurrió esta semana.
“Sentí que volvía a casa cuando crucé esa frontera. Me sentí muy feliz”, dijo.
Un funcionario del Servicio de Ciudadanía e Inmigración de Estados Unidos entrevistó a Ocegueda el jueves 8 de julio. Al día siguiente se convirtió en estadunidense.
“Sé que el sistema no es perfecto. Estoy enfadado con el sistema, pero no con este país”, dijo Ocegueda antes de asistir a la ceremonia con su hermana y otros familiares. “Amo este país”.
EU lanza plan para localizar a veteranos deportados
Ocegueda se naturalizó en un momento en el que el gobierno del presidente Joe Biden ha intensificado sus gestiones para ponerse en contacto con los militares y veteranos que no son ciudadanos.
Los departamentos de Seguridad Nacional y de Asuntos de los Veteranos anunciaron planes para identificar a los veteranos deportados, garantizar que puedan acceder a las prestaciones a las que tienen derecho y eliminar las barreras a la naturalización para los miembros y exmiembros de las fuerzas armadas que cumplan los requisitos para convertirse en ciudadanos estadunidenses.
La Unión Americana de Libertades Civiles publicó un informe en 2016 en el que se detallaban los casos de docenas de veteranos que fueron deportados o enfrentaban la deportación, muchos de ellos por condenas por delitos menores. Si esos veteranos se hubieran naturalizado por su servicio militar, no habrían sido deportados.
Adaptarse a un país que dejó cuando era niño
Nacido en Obregón, Sonora, Ocegueda fue traído a Estados Unidos por sus padres y creció en la ciudad de Artesia, en el sur de California. Sirvió en el Cuerpo de Infantería de Marina de 1987 a 1991, y pasó cuatro años más en la reserva antes de ser dado de baja honorable. Se casó, tuvo dos hijas y obtuvo la residencia legal permanente a través de su esposa.
Pero Ocegueda también tenía problemas de adicción a las drogas. Fue declarado culpable por conducir bajo los efectos de una sustancia controlada, lo que llevó a las autoridades de inmigración estadunidenses a deportarlo en el año 2000, según sus abogados.
A pesar de esa orden, Ocegueda regresó a California para estar con su familia y participó en un programa de tratamiento de adicciones a través de un hospital local de veteranos.
Pero fue deportado dos veces más. Desde 2012, Ocegueda dice que ha permanecido en México, donde trabajó como conductor y guardia de seguridad, y también contactó al líder de un grupo para veteranos deportados que lo animó a quedarse en México de forma que pudiera buscar que le dieran la ciudadanía.
Pero eso tuvo un costo. Fue difícil adaptarse a la vida en un país que había dejado cuando era niño. Pero no era nada comparado con el dolor de estar lejos de su familia. Su matrimonio se resintió y acabó divorciándose.
No pudo pasar tiempo con sus hijas. Y se sentía solo. Dijo que sus parientes a menudo tenían que trabajar y no podían hacer el viaje para verlo tan a menudo como le hubiera gustado.
Ocegueda dijo estar feliz pero en su voz se sentía la tristeza de no haber podido asistir al funeral de su hermano menor, que falleció en Los Ángeles en enero de 2020. Cuenta que a pesar de que pidió al Gobierno un permiso humanitario, le negaron la entrada al país.
Ahora, Ocegueda dice que espera volver a estudiar para poder trabajar como auxiliar de enfermería, encontrar un empleo y pasar tiempo con la gente que quiere.
“Voy a tomarlo día a día”, dijo. “Es genial estar aquí con ellos”.
evr