La historia de Javier y Joanna: un amor que se volvió transfronterizo tras la deportación

De aquí y de allá. Voces migrantes

Javier fue deportado de Estados Unidos en 2014 y desde entonces su esposa Joanna conduce hasta 10 horas para visitarlo en Tijuana. "Las millas pueden ser largas y el viaje caro, pero nos vemos tanto como podemos", dicen.

(Instagram @deportedartist)
Elisa Villa Román
Ciudad de México /

Javier Salazar tenía tres meses de nacido cuando llegó a Estados Unidos en brazos de su madre y no supo que era indocumentado hasta que visitaron México para una fiesta de quince años y él tuvo que regresar a California cruzando por el desierto

Javier fue deportado en 2014 y desde entonces vive separado de su esposa Joanna García  y sus tres hijos. Dice que siempre se habla de las personas deportadas, pero no de lo que pasa con ellas tras la deportación. Él por ejemplo, se perdió la graduación de su hija menor y no pudo estar presente cuando Joanna perdió a dos bebés.

La pareja se las ingenia para verse cada uno o dos meses: Joanna conduce de 8 a 10 horas desde San Leandro hasta Tijuana, un viaje que depende de la situación financiera de la familia y del tiempo que sus empleos les permitan. 

El artista deportado

Javier estaba en depresión tras la deportación y separación de su familia. Ahora vivía en México, el país que lo vio nacer pero que no conocía. 

"Cuando tenía 3 meses mi mamá me llevó del otro lado. En ese entonces la frontera no era como ahora, que está llena de militares. Era más fácil, ella me cruzó y ninguno de nosotros tenía papeles. Llegamos a Oakland, California porque mi mamá tenía conocidos allá", dice. 

Sus primeros años de escuela transcurrieron sin mayores dificultades, hasta el día que se supo indocumentadoSu mamá lo llevó a Tijuana para celebrar una fiesta familiar y Javier tuvo que regresar a California cruzando por el desierto con su primo

"No me explicaba cómo una persona podía ser considerada ilegal sólo por la falta de un papel. Desde niño sabía que era algo muy feo".

Javier creció en Oakland hasta que a los 24 años fue a prisión por un robo. Casi al final de su condena lo enlistaron como bombero de CalFire. Sin embargo, en 2014 ICE solicitó su deportación y Javier fue llevado a México.

Lejos de Joanna y de sus tres hijos, Javier supo que debía hacer algo distinto con su vida. Recordó que desde niño le interesó dibujar, y aunque al inició lo dudó, Joanna lo convenció de perseguir su sueño y le regaló sus primeros materiales. 

Así Javier se dio a conocer en Tijuana como 'Deported Artist' (el artista deportado) que intentó plasmar sus sentires de la deportación a través del arte.

"Lo más difícil es decirnos adiós"

Las administraciones de George W. Bush y Barack Obama detonaron un importante flujo de retorno hacia México. Cifras del Departamento de Seguridad Nacional de Estados Unidos (Department of Homeland Security) indican que el mayor aumento de deportaciones (removals) ocurrió entre 2008 y 2014.

Este aumento coincide con la creación bajo la administración de Obama del programa federal de deportaciones 'Comunidades Seguras'. Con él, policías locales y agentes migratorios colaboraron para identificar y detener migrantes que habían cometido faltas graves a la ley. 

Joanna dice que no dejará solo a Javier y van a seguir adelante

"No podemos venirnos para acá cuando él necesita ayuda, cuando se siente deprimido porque aunque lo estemos ayudando, él se siente mal. Perdimos dos bebés y yo sola tuve que encargarme de hacer las cosas allá", dice Joanna.

Ella trabaja en una escuela en California y es dueña de una tienda por internet llamada 'Hijas del Maíz'. Joanna tiene documentos para cruzar la frontera y visitar a Javier cada vez que las finanzas familiares y su trabajo se lo permiten.

Ambos dicen estar orgullosos de sus tres hijas de 26, 25 y 22 años. La menor está por graduarse de Holy Names University Oakland y en el futuro sueña con ser maestra.

 "Sí, Javier cometió un error en su juventud y ya lo pagó. Pero no por eso lo vamos a dejar, hemos perdido familia, hemos perdido amigos. Vamos a seguir adelante porque ahora podemos ayudar a más personas en la misma situación", dice Joanna.

Ahora el matrimonio colabora con albergues para niños en Tijuana. Cada cierto tiempo reúnen juguetes, comida y les llevan regalos en Navidad

"Nunca he mirado para atrás"

Johanna fue quien convenció a Javier de vender sus primeros cuadrosGracias a eso, él pudo dejar su empleo en un 'call center' de Tijuana y desde hace dos años se dedica de lleno a lo que realmente le apasiona.

Javier llegó a México sin identificaciones, tal como entró por primera vez a Estados Unidos. Ahora quiere mostrar a través del arte lo que viven otras personas deportadas como él

"Si siempre nos quedamos callados, nadie nos va a ayudar. Con el arte la gente nos va a ver y nos va a oír", dice Javier.

Gracias a su trabajo como artista, Javier puede pagar sus cuentas y salir adelante.

“Todos tenemos diferentes historias de cómo fuimos deportados por diferentes razones, pero nosotros tenemos en común que llegamos a Estados Unidos cuando éramos niños, ahí nos criamos y aquí terminamos deportados. Tenemos que empezar nuestra vida nuevamente. Nunca he mirado para atrás, continuar es el único camino, concluye Javier.

evr


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