Los canadienses están llamados este lunes a las urnas para elegir la nueva composición del Parlamento, en unas elecciones legislativas que parecían encaminadas a dar un nuevo triunfo al Partido Liberal, pero que ahora anticipan un resultado incierto por los sucesivos traspiés atribuidos al primer ministro, Justin Trudeau.
La Cámara de los Comunes renovará sus 338 escaños, conforme a un sistema de reparto por circunscripciones uninominales que favorece 'a priori' a los liberales, que tienen en Ontario, Quebec y las provincias de la costa atlántica sus principales bastiones.
En estas zonas se eligen más escaños que en la parte occidental del país, feudo del Partido Conservador, por lo que la ligera ventaja en número de votos que conceden los sondeos a la formación opositora, encabezada por Andrew Scheer, podría no ser suficiente para superar a los liberales en el Parlamento.
Con esta aritmética presente, unos buenos datos económicos y un líder popular, el Partido Liberal parecía tener todo de cara para revalidar el control del gobierno. Así al menos lo recogían los sondeos elaborados hace solo unos meses y que contrastan con los conocidos en las últimas semanas, que anticipan las elecciones más igualadas de la historia reciente.
Las encuestas anticipan como escenario más probable que ni los liberales ni los conservadores logren una mayoría clara para gobernar, lo que ha dado alas a una posible alianza del partido de Trudeau con el Nuevo Partido Demócrático (NDP) de Jagmeet Singh, de tendencia socialdemócrata.
El Bloque Quebequés aparece también como un actor clave en este nuevo escenario, si bien los grandes partidos se han esforzado por llamar al voto en Quebec. No en vano, están en juego en esta región 78 de los 338 escaños de la Cámara de los Comunes.
Scheer ha utilizado la posible alianza entre Trudeau y Singh como argumento político a su favor, apelando al voto para el Partido Conservador y emplazando a sus rivales a comprometerse a dejar gobernar a la formación que obtenga el mayor número de escaños. "No vamos a pedir el apoyo de otros partidos", declaró en una reciente entrevista.
Por su parte, Singh se ha mostrado dispuesto a hablar con el resto de formaciones, pero ya ha dejado claro que no negociará con el Partido Conservador. El NDP figura con una intención de voto del 19,2 por ciento en una encuesta de la firma Nanos Research, según la cual conservadores y liberales apenas se distancian unas décimas.
Trudeau, a la baja
La campaña electoral, que arrancó el 11 de septiembre y duró 40 días, se le ha hecho larga a Trudeau, entre otras razones por el escándalo en torno a unas fotografías en las que el primer ministro aparecía disfrazado con la cara pintada de negro durante su etapa como profesor.
Trudeau se vio obligado a pedir perdón por una indumentaria que fue catalogada de racista, si bien el punto de inflexión en las encuestas llegó con los debates televisados, en los que el primer ministro no salió especialmente bien parado. Los analistas aplaudieron en cambio la actuación del líder quebequés Yves-Francois Blanchet, según la agencia DPA.
El jefe de Gobierno, defensor de la lucha contra el cambio climático a nivel internacional, también ha sido objetivo de críticas por su gestión de un caso de corrupción contra la constructura SNC-Lavalin, su plan de gravar las emisiones contaminantes y la nacionalización del controvertido proyecto de un oleoducto.
Scheer ha prometido gestionar el cambio climático "mediante la innovación, no con impuestos", en el marco de un programa legislativo a que contempla también la reducción de tasas para las clases medias y que descarta reabrir los debates en torno al matrimonio igualitario y el aborto, por entender que la sociedad canadiense ya los ha superado.
Trudeau, sin embargo, ha afeado a los conservadores los mensajes lanzados en las últimas semanas, acusándolos de llevar a cabo "una de las campañas más sucias y desagradables, basada en la desinformación, que nunca se han visto" en el país norteamericano.
El escenario internacional
l primer ministro ha tenido entre sus principales quebraderos de cabeza durante estos últimos años mantener el equilibrio con el vecino del sur, especialmente tras la llegada de Donald Trump a la Casa Blanca y las reclamaciones de este último para renegociar el acuerdo comercial a tres bandas entre Canadá, Estados Unidos y México.
Entre quienes han pedido el voto para Trudeau está el expresidente estadounidense Barack Obama, que en Twitter dijo estar "orgulloso" de haber trabajado con el primer ministro canadiense. "Es un líder trabajados y eficaz que se ha encargado de grandes problemas como el cambio climático", ha destacado.
"El mundo necesita líderes progresistas y espero que nuestros vecinos del norte le apoyen para otro mandato", afirmó Obama, bajo cuyo mandato se organizó en marzo de 2016 la primera cena de Estado para un primer ministro de Canadá en casi dos décadas.
"Gracias, amigo", le respondió Trudeau, quien precisamente ha abogado por tener "un Gobierno fuerte" para "hacer frente a Donald Trump, hacer frente a las fuerzas del populismo y el caos en todo el mundo". En este sentido, ha abogado por una administración "progresista", si bien se ha mostrado esquivo sobre la alianza con el Nuevo Partido Demócrático.
jamj