Escombros humeantes, esqueletos de autos con vidrios derretidos, un gato cubierto de hollín: tras el devastador paso del incendio más destructivo registrado en California, Paradise se ha convertido en una ciudad fantasma.
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"Es devastación, devastación total, es increíble que haya ocurrido algo así", describe Mark Nees, un bombero que llegó de la vecina Oregon para ayudar a sus colegas californianos.
"Hemos visto muchos incendios a través de los años, pero este es el peor que he visto", dice a la AFP el jefe de brigada.
En el centro de la ciudad, al igual que en los suburbios, los únicos rastros que quedan de las casas -que en California son en su mayoría hechas de madera- son restos humeantes. En algunas, sólo quedó la chimenea de ladrillos.
Algunas construcciones se han salvado extrañamente, como un garaje que estaba rodeado por una cerca de plástico blanco que quedó derretida por el calor.
Los camiones rojos y los trajes amarillos de los bomberos, junto con las camionetas azules de los trabajadores de la compañía de electricidad, son los únicos trazos de color en el desolado paisaje gris ceniciento.
Los 27 mil habitantes de Paradise fueron evacuados. Algunos de ellos apenas alcanzaron a huir de las llamas. Otros, sin embargo, no tuvieron esa suerte: los rescatistas recuperaron cuerpos de los restos de algunas viviendas este sábado, elevando una cuenta de víctimas que aún no se ha cerrado y que ya supera la decena de fallecidos.
Los residentes del lugar fueron disuadidos de regresar a la ciudad, como demanda el estado de emergencia aún vigente, dijo la policía a AFP.
Decenas de vehículos con personas que intentaban volver para buscar a seres queridos o mascotas, o simplemente chequear que su casa estuviera en pie, fueron obligados a dar la vuelta y permanecer alejadas de la zona.
"No sé dónde más buscar"
Algunos evacuados esperan angustiados cerca de la barricada de la policía, incluida Katie McCrary, una anciana sin teléfono celular que no tiene noticias de sus dos hijos y nietos.
"No sé si están bien, si salieron, he estado en los refugios en Chico y no están allí", dice, en referencia a una ciudad vecina.
"No sé dónde buscar", se lamenta McCrary, con hollín en su suéter, visiblemente agotada después de haber pasado dos noches en su automóvil a un lado de la carretera.
Decenas de personas seguían desaparecidas el sábado.
"Nuestro vecino y su hija se quedaron, no hemos podido saber de ellos y vivían justo frente a nosotros", dice Jodie Colvard, quien no estaba presente cuando ocurrió la evacuación.
El incendio que ya arrasó con 390 kilómetros cuadrados, sigue avanzando, y los bomberos solo pudieron contenerlo en un 20%.
Lo que queda de la ciudad aún no está del todo a salvo.
"Todavía es muy temprano; hay pronóstico de viento para esta noche hasta el lunes en la mañana", dice Ness, que mantiene las alertas encendidas. El bombero, como sus colegas, trabajan "para que las cosas no empeoren", indica, esperanzado de que pronto los habitantes de Paradise puedan volver a dar vida a la ciudad.
VJCM