Primetta Giacopini, la mujer que sobrevivió a la gripe española y una guerra, murió de covid-19

En sus 105 años de vida la mujer vio los estragos de la Segunda Guerra Mundial y dos pandemias. "Tenía un corazón fuerte", dijo su hija.

Su hija, Dorene Giacopini, sostiene una foto desde su casa en California. (AP)
Editorial Milenio
Ciudad de México /

Primetta Giacopini vivió una vida de aventuras que abarcó dos continentes. Se enamoró de un piloto de combate de la Segunda Guerra Mundial, apenas escapó de Europa por delante de los fascistas de Benito Mussolini, molió el acero para el esfuerzo bélico de Estados Unidos y abogó por su hija discapacitada en una época mucho menos ilustrada. Ella era, en palabras de su hija, "alguien que no tenía el hábito de darse por vencida".

Y luego, este mes, a los 105 años, la vida de Primetta Giacopini terminó como comenzó: en una pandemia.

"Creo que mi madre habría vivido un poco más si no hubiera contraído covid", dijo su hija de 61 años, Dorene Giacopini. “Ella era una luchadora. Tuvo una vida difícil y su actitud siempre fue, básicamente, que todos los estadunidenses que no vivieron durante la Segunda Guerra Mundial eran unos mimados".

La madre de Primetta Giacopini, Pasquina Fei, murió en Connecticut de gripe española en 1918, a los 25 años. Esa pandemia mató a unos 675 mil estadunidenses, una cifra superada este mes por la pandemia del coronavirus 2020-21.


Primetta tenía dos años cuando murió su madre. Su padre, un obrero, no quería criar a Primetta y su hermana menor, Alice. Envió a Alice de vuelta a Italia, de donde procedía la familia, y entregó a Primetta a una familia italiana de acogida que después se mudó a Italia en 1929.

“Por cómo lo contaba mi madre, no quería criar a esas niñas solo, y en esa época los hombres no hacían eso”, recordó Dorene. “Para mí, es ridículo”.

La joven que no se daba por vencida

Primetta se ganó la vida trabajando como costurera. La joven de pelo negro, ojos oscuros y facciones marcadas se enamoró de un piloto italiano de combate llamado Vittorio Andriani.

“No le veía mucho porque siempre estaba combatiendo en algún sitio”, dijo Primetta al Golden Gate Wing, un club de aviación militar en Oakland, California, en 2008.

Italia entró en la II Guerra Mundial en junio de 1940. La policía local advirtió a Primetta que se marchara porque Mussolini quería a los ciudadanos estadunidenses fuera del país. Ella se negó. Unas semanas después, la policía estatal le dijo que se marchara y le advirtió que podría terminar en un campo de concentración.


Andriani desapareció en combate en junio de 1941. Primetta supo después que se había estrellado y había muerto cerca de Malta. Mientras estaba desaparecido, ella se unió a un grupo de desconocidos que salían de Italia en un tren a Portugal.

En Lisboa subió a un barco de vapor con destino a Estados Unidos. Regresó a Torrington, compró un sedán Chevrolet por 500 dólares y consiguió un empleo en una planta de General Motors en Bristol que forjaba acero para cubrir rodamientos para la guerra. Allí conoció a su marido, Umbert “Bert” Giacopini. Siguieron casados hasta que él murió en 2002.

Primetta dio a luz a Dorene en 1960 y recibió una noticia devastadora: La niña había nacido con espina bífida, un defecto congénito en el que la médula espinal no termina de desarrollarse. Durante los primeros 50 años de su vida, Dorene necesitó muletas para caminar.

Pero Primatta era “persistente”, dijo Dorene, y nunca dejó de pelear por ella.

"Tenía un corazón fuerte"

Este año, durante una visita el 9 de septiembre, Dorene se dio cuenta de que su madre tosía. Sabía que la cuidadora de su madre se había encontrado mal desde que su marido había regresado de una boda en Idaho. Los tres estaban vacunados. Pero mientras manejaba de vuelta, Dorene supuso que su madre había contraído covid-19.

“Me aseguré de que decíamos ‘Te quiero’. Creo que ambas dijimos “Hasta luego, cocodrilo”, dijo Dorene. “Esa fue la última vez que a vi”.


Dos días después, Primetta estaba en urgencias. Su saturación de oxígeno cayó sin parar los siguientes seis días hasta que las enfermeras tuvieron que ponerle una máscara de oxígeno.

La mujer se resistió tanto que tuvieron que sedarla, explicó Dorene. Ante la decisión de si intubar a Primetta -"Dijeron que nadie mayor de 80 superaba el respirador", dijo Dorene-, y decidió retirarle el soporte vital.

Primetta murió dos días más tarde, el 16 de septiembre. Tenía 105 años.

“Tenía un corazón tan fuerte que vivió más de 24 horas después de que le retirasen el oxígeno”, dijo Dorene. “Estoy llena de ‘quizás’, qué debería haber hecho con el respirador... (Pero la infección) se había abierto paso en tres personas vacunadas”.

“Me recuerdo a mí misma que tenía 105 años", añadió. "Siempre hablamos de cómo a mi abuela y mi madre, lo único que pudo matarlas fue una pandemia global".

evr

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