• “Perdón por nuestro presidente”: protestan contra Donald Trump en todo EU

Arrecian movilizaciones contra Trump en los 50 estados de EU, convocadas por 197 sindicatos y organizaciones civiles. “Están desmantelando las instituciones”, reclamaron.

Washington D.C., Estados Unidos /

DOMINGA— “¿Estás con algún grupo?”, pregunta una mujer con el cabello cano empuñando una pancarta que dice “Hands Off!” (Manos fuera). Está con dos amigas, cada una lleva un impermeable, una mochilita y su pancarta. “Reyes, no” se lee en una, refiriéndose al presidente que se cree rey. Otra dice: “Mujeres de la tercera edad de Florida contra Trump”. La mujer se dirige a un joven que también va a la protesta. “Estoy con la humanidad”, le responde.

Son las 9:30 de la mañana del sábado 5 de abril, un día frío y nublado. De repente hay mucho movimiento en la recepción del pequeño hostal en Washington, D.C. Decenas de personas de diferentes y lejanos estados se alistan para salir a la primera movilización nacional contra el segundo gobierno de Donald Trump. La mujer asienta con la cabeza y le sonríe al joven: “Todos los que venimos estamos con la humanidad”, dice.

La movilización lleva el nombre de “Hands Off!” y la convocan 197 organizaciones no gubernamentales y sindicatos, desde Greenpeace a Millonarios Patrióticos, desde Veteranos por la Paz a la Federación Americana del Trabajo y Congreso de Organizaciones Industriales. La convocatoria llama a defender las instituciones del estado ante las políticas de Donald Trump y las intervenciones de Elon Musk como el encargado del Departamento de Eficiencia Gubernamental.

“Están desmantelando nuestro país”, dice el llamado. “Están saqueando nuestro gobierno. Y creen que no vamos a hacer nada. El sábado 5 de abril nos levantaremos con una sola demanda: ‘¡Manos fuera!’”. La protesta se llevará a cabo simultáneamente en más de mil lugares en los 50 estados del país, desde las principales ciudades como Nueva York, Chicago y Los Ángeles, hasta las capitales de los estados republicanos, como Montana, Wyoming y West Virginia.

Denuncian el desmantelamiento de las instituciones del Seguro Social y Medicare, las políticas económicas que enriquecen a los multimillonarios y alzan los precios de la comida, la renta y la salud para todos los demás, el saqueo de las protecciones para la gente trabajadora, y los asaltos a las comunidades y los derechos de veteranos, niños, campesinos, inmigrantes, personas trans y oponentes políticos.

“Esto no es sólo corrupción. Esto no es sólo incompetencia. Esto es un golpe hostil,” dice el llamado a la movilización.
La protesta "Hands Off" también se pronunció en contra de Elon Musk como el encargado del Departamento de Eficiencia Gubernamental | EFE

Trump y su gobierno, durante sus primeros dos meses, han amenazado con “tomar” otros países, empezado una guerra comercial global, despedido miles de trabajadores federales, cancelado los apoyos económicos internacionales, deportado a miles de inmigrantes encadenados en aviones militares, algunos de ellos enviados a la nueva mega cárcel de Nayib Bukele en El Salvador y arrestado a estudiantes extranjeros con documentación migratoria en orden por haber participado en protestas pro Palestina o por haber escrito artículos apoyándola en periódicos estudiantiles.

Altos funcionarios federales, incluyendo el secretario de la Defensa, Pete Hegseth, compartieron planes de guerra a través de la plataforma de chat Signal, con un periodista invitado accidentalmente. (Trump atacó a Hillary Clinton en 2016, pidiendo su encarcelamiento –“¡Enciérrenla!”, gritaba–, por haber usado un correo personal para comunicaciones oficiales cuando era secretaria de Estado de Barack Obama.) Y Trump ha declarado en repetidas ocasiones la posibilidad de lanzarse como candidato a un tercer mandato, lo que sería una violación a la constitución de Estados Unidos.

Lo sorprendente es que no haya habido antes un llamado nacional a protestar contra este segundo gobierno de Donald Trump. En 2017, se convocó para el día después de su inauguración, el 21 de enero, a la Marcha de las Mujeres, una movilización mundial para protestar contra el magnate. Más de 450 mil personas marcharon ese día en Washington y entre tres y cinco millones en todo el país. Fue el día de protesta más grande de la historia de Estados Unidos en ese momento. Las protestas contra el asesinato de George Floyd a manos de la policía superaron esas cifras tres años después, todavía durante el gobierno de Trump.

Estados Unidos revocó más de 300 visas, ente ellas de estudiantes que protestaron a favor de Palestina | AP Photo/Manuel Balce Ceneta

“Extrema derecha, extremadamente equivocada”, gritan contra Trump

Poco antes de las once llego al Monumento a Washington, lugar del mitin convocado por Hands Off al mediodía en D.C. Hay un templete abajo, entre unos árboles. La gente empieza a reunirse y llenar el área y la pequeña colina de pasto que sube al monumento. Una mujer está animando a los primeros asistentes, habla de las políticas antidiversidad, antiequidad y antiinclusión de Trump. 

“Pensarías que esa gente tiene otras cosas que hacer que asaltar nuestros museos y soltar insurreccionistas a nuestras calles,” dice en referencia a las exoneraciones a los que participaron en el asalto al Capitolio en 2021.

Poca gente la escucha. Quienes llegan están buscando sus lugares con sus grupos de amigos o familias. Algunos llevan sillas plegables para acampar, otros extienden cobijas sobre el pasto y se sientan. La mayoría se mantiene de pie, alzando sus pancartas hechas a mano. Aquí están los que un columnista del ‘New York Times’ llamó la base social del partido Demócrata. Los únicos republicanos serán los policías vestidos de civil.

De repente, parece que fuera un llamado a una convención de pancartas políticas caseras. Leo en inglés: “Extrema derecha, extremadamente equivocada”, “Les niñes trans merecen cuidados”, “Trump es fascista”, “'Nope!”, “No a los reyes, un mundo sin esclavos, no a los nazis”, “Khalil Libre”, “¡Manos fuera de Groenlandia!”, “¡Manos fuera de Panamá!”, “Haz que el fascismo sea malo de nuevo”. Veo varios dibujitos de pingüinos y mensajes a favor de ellos, en clara alusión a los aranceles de Trump contra las islas Heard y McDonald, un archipiélago autónomo habitado por pingüinos. Una pancarta dice: “Nosotros los pingüinos”.

También hay playeras, pero menos variedad. El vendedor más popular despacha una negra que dice: “Perdón por nuestro presidente”, está escrito en letras blancas en 13 idiomas, incluyendo la lengua americana de señas. Otra playera dice: “Good Trouble, John Lewis”, en referencia al discurso de protesta de 25 horas del senador demócrata Cory Booker. Booker citó a Lewis, un hombre afroamericano que participó en las masivas movilizaciones por los derechos civiles en la década de los sesenta y luego fue congresista, desde 1987 hasta su muerte en 2020. Lewis dijo: “Métete en líos buenos, líos necesarios, y redime el alma de América”.

Claro, otra playera lleva la marca del día: Hands Off! Y un par de personas visten unas camisetas que dicen “Golfo de México”, negándose al cambio de nombre impuesto por Trump: ‘Gulf of America’.

Un hombre joven toma el micrófono para levantar los ánimos. “Si tienes orgullo, propósitos y poder, ¡necesitas hacer algo de ruido!”, dice, citando una consigna de las luchas negras, y provoca aplausos.


Miro los rostros de la mitad del público que le presta atención. Están sonrientes, tranquilas, contentas, cumpliendo con el deber de seguir las instrucciones de este animador previo al inicio oficial del mitin. La otra mitad, igual de contentos de estar ahí en sus grupos, saludando a amigos o conocidos. Hay una sensación de expectativa. En poco tiempo el espacio se llena con miles de personas.

Veo a dos mujeres, parecen madre e hija. La más joven levanta una pancarta que dice: “Woke = me importa” de un lado y “Manos fuera de nuestra ciencia” del otro. Me presento y le pregunto si le puedo hacer una breve entrevista. Me sonríe: “Creo que voy a escuchar, pero gracias”. Decido probar mi suerte con un chavo que lleva en el brazo una banda verde. Me dice que es sólo un voluntario, que podría buscar a uno de los organizadores. Le digo que me interesa lo que él piensa. Dice que sí. Que se llama Ahmad. Tiene 29 años. Que trabaja en recursos humanos. Que es del norte de Virginia y vive en el área. Le pregunto por qué está protestando hoy.

“Nuestros derechos están bajo asedio,” dice. “Libertades civiles que nunca habían sido pisoteadas de esta forma. La libertad de expresión. No puedes criticar a Israel sin temor a que te arresten. Puedes criticar a Estados Unidos, pero no puedes criticar a Israel. ¿Qué es eso? Este país es una democracia, una que apenas funciona, pero ahora le están quitando sus pedazos últimos”.

Los estadounidenses protestan por la “caquistocracia” republicana

Los veteranos de las luchas por los derechos civiles de los sesenta y setenta cuentan otra historia respecto a la severidad con la que atacaron sus libertades civiles: ejecuciones de estado, golpizas, encarcelamientos y persecuciones de todo tipo.

Le pregunto a Ahmad qué cree que debe de hacerse. “La gente tiene que hacer más que estos mítines”, dice y señala a la gente con sus pancartas socializando. “Está bien ver que la gente viene a esto, pero siempre terminamos haciendo lo mismo. Tal vez necesitamos una revolución. Ya no es sostenible. Nuestro gobierno es eficiente, es cierto, pero no lo van a mejorar rompiéndolo en pedazos”. Hablar de una revolución puede sonar romántico para algunos, muchos estadounidenses ya se están preparando, de forma individualista, comprando armas y entrenando para sobrevivir algún tipo de guerra civil, como escribe el periodista Thomas Gibbons-Nef.

Ahmad dice que, aunque ha habido muchas protestas locales, nadie en el gobierno le pone resistencia a Donald Trump. “¿Qué han hecho nuestros representantes? Tirarse al suelo y esperar las órdenes de Papi Trump”.

Lleva un pañuelo tradicional palestino y le pregunto si va a ir a la marcha por Palestina convocada también, por 15 organizaciones civiles, a un kilómetro y medio de distancia para la tarde. Dice que sí, que va a estar aquí como voluntario un rato y luego irá a la marcha. “Esto es sólo un mitin. Prefiero marchar”.

El movimiento "Hands Off" se extendió a ciudades de EEUU como Los Ángeles, Chicago y Atlanta | AP Foto/Marta Lavandier

El programa de la protesta Hands Off! empieza con un reconocimiento al territorio indígena donde estamos parados. Camino hacia el monumento para ver cuántas personas han llegado. Son decenas de miles. Pero el sonido del templete no alcanza a llegar a más de cien metros. No se escucha nada de los discursos oficiales. En algunas áreas, ni hacen el intento, y mejor lanzan sus propias consignas. Las más populares: “¡Reyes, no!” y “Hands Off!”.

Leo otras pancartas: “Lucha como ucraniano”, “¿Ya estamos grandes de nuevo? Yo sólo me siento avergonzada”, “Caquistocracia: búscalo en Google”. Lo hago, ‘kakistocracy’, en inglés significa un gobierno compuesto por las peores personas.

Veo una mujer con una pancarta escrita a mano que dice: “Esto no es normal, me niego a tratarlo como si lo fuera”. Me presento y le pregunto por su pancarta. Se llama Mai, tiene 35 años, es abogada de derechos humanos de D.C.

“Este gobierno está bajando los estándares tanto para que normalicemos comportamientos autoritarios que vemos en otros países”, dice. Llama la atención escuchar aquí esta lógica tan dominante, de que los autoritarios siempre se encuentran en otros países, sin cuestionar, o siquiera enterarse, de los apoyos económicos, políticos y militares que esos autoritarios reciben del gobierno estadounidense.

“Necesitamos entender nuestras responsabilidades,” sigue Mai. “Las cosas que podemos hacer: protestar, contactar a nuestros representantes, votar en contra de ellos si no nos escuchan, boicotear corporaciones, dejar de donar fondos a las universidades que reprimen a sus estudiantes. Están haciendo tantas cosas y no hay suficientes respuestas de mucha gente. Tenemos que darnos cuenta de que todo empieza con nuestras responsabilidades individuales”.

Le pregunto qué espera de hoy y dice: “Darnos cuenta que no estamos solos. Hay que hacer comunidad, será la única manera de retarlos”. Le doy las gracias y sigo caminando. Veo una pancarta con una guillotina sangrienta que dice: “Nos quieren volver en el tiempo… ¡Podemos llevarlos más lejos!”.

Pronto la prensa dirá que decenas de miles de personas protestaron aquí en Washington y cientos de miles en todo el país. Citarán a congresistas demócratas, quienes han sido criticados por no oponerse a las políticas de Trump y que sólo dicen desde el templete: “Si piensan que van a tirar las bases de la democracia, no saben con quienes se están metiendo”. Tom Homan, el “zar de la frontera” de Trump, dirá a un reportero de ‘Fox News’ sobre una protesta que hubo frente a su casa: “Protestas y mítines, no significan nada”. Muy pocos medios hablarán de la marcha pro Palestina.

Manifestante del movimiento "Hands Off" carga un cartel en el que se lee "Vil traidor, sólo quiere tu dinero" | EFE/EPA/JOHN G. MABANGLO

“Protestar contra el genocidio no es un crimen”

Decido caminar a la movilización por Palestina y ver que está pasando allá. A un par de cuadras del punto de reunión de la marcha, en la esquina de la avenida Pennsylvania y la Calle 3 noroeste, escucho el eco del mitin que ya empieza. Ellos sí tienen un muy buen sistema de sonido. Me detengo a media cuadra del templete para escuchar y observar. Leo: “¡Deja que Gaza viva!”.

Una mujer lanza una consigna que las dos mil personas ya congregadas repiten al unísono: “¡Ni un centavo más! ¡Ni un peso más! ¡No pagaremos por el genocidio!”. Siguen llegando cientos desde las calles alrededor. En contraste con la movilización de Hands Off!, la mayoría de las pancartas han sido diseñadas e impresas por organizaciones como la Coalición ANSWER y rezan: “Let Gaza Live” y “Free Mahmoud y Rumeysa”.

Mahmoud Khalil y Rumeysa Ozturk son estudiantes inmigrantes que la administración de Trump arrestó e intenta deportar por sus actividades pro Palestina. El gobierno los acusa de apoyar a Hamas.

Pese a ser un residente regular de EEUU, agentes de migración sacaron a Mahmoud Khalil de su apartamento y lo retuvieron para su posible retención | REUTERS

Otro contraste es el ambiente. Esto no se siente festivo. Aquí hay rabia. Después de un año y medio de guerra contra Gaza, Israel ha asesinado a más de 60 mil personas. Más de 14 mil están probablemente enterradas entre los escombros de los bombardeos. Unos días antes, salió la noticia de la ejecución sumaria de un grupo de rescatistas y trabajadores de la salud por parte de soldados israelíes. “No aceptaremos que sea normal cometer un genocidio”, grita desde el templete un representante de U.S. Palestinian Community Network, una de las organizaciones que convocan la marcha. “No aceptaremos vivir en un mundo donde se transmite el genocidio en Gaza todos los días en la televisión y no se hace nada. El silencio ahora es complicidad”.

Brian Becker, de la Coalición ANSWER, dice que el gobierno de Trump quiere instalar una dictadura derechista encarcelando a jóvenes cuyo único delito es denunciar el genocidio, que Trump ha dado la luz verde a Israel para destrozar por completo a Gaza

Pronto la calle se llena. Quienes hablan desde el templete repiten el mismo mensaje: Israel está cometiendo un genocidio en Palestina, Estados Unidos lo apoya y lo financia. Empiezan a marchar a las oficinas del Servicio de Inmigración y Control de Aduanas de Estados Unidos (ICE, por sus siglas en inglés). Llevan una impresión de 60 metros de largo de los nombres de los más de 40 mil mártires de la guerra en medio oriente. La marcha lanza consignas: “Desde el río hasta el mar, Palestina será libre”.

La marcha avanza y se extiende por varias cuadras. Llega a ICE, regresa hacía la Casa Blanca, luego se divide y se disuelve finalmente para las cinco de la tarde.

Veo a una mujer vestida de danzante azteca. Se llama Carmen Guerrero, viene de la Ciudad de México y ahora vive en Pennsylvania donde es la cofundadora de la Masa Cooperativa en Philadelphia. “Necesitamos parar este genocidio,” dice. “Esto es una catástrofe mundial. Yo me siento pulverizada de mi espíritu por estos 500 días… No me imagino cómo se sienten los palestinos”.


La elaboración de este artículo ha contado con el apoyo del proyecto Voces de la Resistencia de Global Exchange.

GSC/ASG

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  • John Gibler
  • John Gibler es un periodista independiente. Entre otros libros, ha escrito 'México Rebelde: Crónicas de poder y rebelión', 'Una historia oral de la infamia' y 'La tierra de Vallejo: Un diario de viaje'.

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