Tanques en el centro de Washington, ruidosos aviones de combate sobrevolando el cielo y un discurso desde las escalinatas del Monumento a Lincoln: bienvenidos a la fiesta nacional del 4 de julio del presidente Donald Trump, que rompe con una tradición estadunidense.
Trump es el comandante en jefe de Estados Unidos, pero también su animador principal y hoy convertirá el Día de la Independencia en un gran espectáculo personal en horario estelar.
“Nuestra celebración del 4 de julio en el Monumento a Lincoln será realmente grande. ¡Será el espectáculo de una era!”, tuiteó Trump.
En general, dice Rich Hanley, experto en medios y cultura popular en la Universidad de Quinnipiac, la fecha funciona como una especie de “alto el fuego” nacional.
“Es un día en que la gente pone de lado sus diferencias (...) y enarbola la bandera sin entrar en discusiones políticas”, recuerda. “Luego, el 5, vuelve a lo de siempre”. Pero este año se está reescribiendo el guion acostumbrado.
Hacia las 18:30 locales, Trump irá a las escalinatas del monumento a Abraham Lincoln, el presidente que defendió la unidad del país durante la guerra civil (1861-65), para encabezar el Saludo a Estados Unidos.
El evento, sin precedentes, incluirá un discurso televisado, despliegue militar y una enorme exhibición de fuegos artificiales.
El Boeing 747 utilizado como avión presidencial Air Force One sobrevolará la zona, al igual que potentes aeronaves de combate, entre ellos F-35 y aparatos del escuadrón Blue Angels de la Marina.
Tanques y vehículos de combate estarán estacionados en los alrededores, aunque no está previsto que desfilen porque sus ruedas pueden dañar las calles de la ciudad.
El centro de atención, en todo caso, no estará en las armas sino en Trump. “Su presidente favorito, ¡yo!”, como tuiteó cuando anunció los actos.
EN CAMPAÑA
La festividad es única por ser muy patriótica, libre de la usual pelea entre demócratas y republicanos, y, por naturaleza, más cívica que militar.
Incluir un discurso presidencial de alto perfil en la celebración lo pone en riesgo, pues aunque Trump cuenta con el apoyo fervoroso de cerca de la mitad del país para su reelección en 2020, la otra mitad lo rechaza.
“El ego (de Trump) es tan grande que celebrará este mitin de campaña del 4 de julio en un desesperado grito de atención, y todos lo saben”, tuiteó el senador demócrata Chuck Schumer.
Los opositores a Trump planean su propia artillería política en el National Mall, la explanada de césped que va desde el Monumento a Lincoln hasta el Capitolio.
La organización izquierdista Code Pink desplegará su “Baby Trump”, un inflable que muestra al presidente en pañales.
El hashtag #BoycottTrumps4thOfJuly (“Boicot al 4 de julio de Trump”) era tendencia ayer en Twitter.
Grupos de soldados veteranos entregarán camisetas en honor al fallecido senador John McCain, un republicano con el que Trump solía chocar con frecuencia.
“Qué malgasto de dinero”, criticó Julian Castro, aspirante demócrata a la candidatura presidencial. “En lugar de abordar algo como la falta de vivienda de veteranos, (Trump) lo está gastando en aumentar su ego con un desfile que es fundamentalmente sobre él”.
El solo hecho de que hable desde el Monumento a Lincoln, locación del famoso discurso “Yo tengo un sueño” de Martin Luther King en 1963, garantizará imágenes impresionantes.
Pero la inspiración de Trump parece venir menos del movimiento por los derechos civiles y más del desfile militar del Día de la Bastilla al que asistió en 2017 invitado por el presidente francés, Emmanuel Macron.
Impresionado por la marcha de soldados y equipamiento militar en el centro de París, Trump regresó entonces bromeando: “Vamos a tener que intentar superarlo”.
Su idea era hacer un enorme acto para el Día de los Veteranos, el 11 de noviembre, pero la indignación por su costo de casi 100 millones de dólares hizo que se cancelara.
Y ADEMÁS
CRECEN CRÍTICAS POR DESPILFARRO
Las críticas por la celebración han aumentado desde que el diario The Washington Post reveló que el Servicio Nacional de Parques se vio forzado a desviar 2.5 millones de dólares para cubrir los costos del festejo. La Casa Blanca repartió las entradas de las primeras filas a grandes donantes republicanos pero fuentes del partido aseguraron al diario Politico que tuvieron dificultades en llenar los asientos.