Donald Trump aseguró los 270 votos que necesitaba para ganar las llaves de la Casa Blanca por segunda ocasión, luego de una de las elecciones presidenciales más impactantes en la historia reciente de Estados Unidos.
La aplastante ventaja del magnate republicano obligó a que su rival, la demócrata Kamala Harris, reconociera su derrota este miércoles y garantizara una transición de gobierno pacífica.
El triunfo de Trump representa muchas cosas a nivel global, pero para nuestro país es un tema delicado, pues si bien ya vivimos la primera era del empresario multimillonario al frente de Estados Unidos, en esta ocasión los pendientes han escalado y se han transformado en situaciones que ambos países deben trabajar de la mano.
En las primeras horas del virtual triunfo del republicano, la directora regional del Departamento de Relaciones Internacionales y Ciencia Política del TEC de Monterrey, Xochitl Pimienta Franco, habló con MILENIO sobre la relación México-Estados Unidos, misma que durante el primer gobierno de Trump pasó por altibajos.
En sus palabras, la maestra resume así la situación que enfrentará el país durante los próximos cuatro años: "Yo creo, y coincido con algunos colegas, que ni Kamala era tan buena ni Trump era tan malo", dijo en entrevista telefónica.
Un viejo conocido
La relación entre el gobierno mexicano y el magnate no es nueva, pues en 2016 Donald Trump tuvo que convivir con el expresidente Enrique Peña Nieto y estuvo en los dos primeros años del gobierno de Andrés Manuel López Obrador.
Esa experiencia puede servir como preámbulo de lo que México espera en este nuevo capítulo de la historia estadunidense.
—Si hay algo que pudiera beneficiar a México de la virtual victoria de Trump en Estados Unidos, ¿Qué sería?—
Hay cosas que nos llaman poderosamente la atención. En términos de beneficios yo destacaría la política económica y aquí creo que nos puede beneficiar para la atracción de inversiones de sectores económicos en México, principalmente la manufactura y las maquilas.
Se puede buscar eliminar la dependencia de productos que vienen de Asia, y eso el propio Trump dijo claramente que lo va a hacer. Ahí puede haber un beneficio.
También México conecta esta política que quieren implementar del nearshoring, que se puede buscar un enfoque renovado en la relocalización de cadenas de suministro para atraer inversión hacia sectores mexicanos como la industria automotriz, que ya ha sido beneficiada.
—¿Y cuál sería el mayor riesgo para el entrante gobierno de Sheinbaum ante el regreso de Trump a la Casa Blanca?—
Yo señalaría como punto principal la política migratoria, que ha sido un punto de desencuentro entre los dos países, y Trump ha advertido la imposición de aranceles a México si no refuerza el control migratorio.
Esto va a poner la relación bilateral en una situación difícil, porque se van a tener que manejar al mismo tiempo las tensiones en la relación bilateral por el tema migratorio, y equilibrar los compromisos de ambos países con los derechos humanos, sobre todo en México. También el respeto a la política exterior de no intervención, que va a ser el punto más sensible en este nuevo periodo de la relación que tenemos con Estados Unidos.
—Contra todo pronóstico, AMLO y Trump llegaron a presumir una buena relación: ¿qué podríamos esperar del trato del republicano con Sheinbaum?—
La relación entre Andrés Manuel López Obrador y Donald Trump la calificaría como pragmática y cordial, así a secas.
Creo que nuestra Presidenta tiene un estilo que está más alineado con valores más progresistas y eso hará que la relación sea diferente, no tan pragmática, sino más negociadora.
Lo que sí puedo garantizar es que a toda costa se van a evitar las confrontaciones directas, o estos ‘encontronazos’, yo la verdad no creo que pase eso. Se va a priorizar tener una relación estable en el comercio, y se tendrán que buscar buenos acuerdos, que no serán perfectos ni beneficiosos para ambos países (porque la migración es un tema que tiene muchas aristas). Pero Claudia Sheinbaum es una científica y va a ir a los datos duros.
—¿Qué diferencias habrá en el trato que dio Trump a México en 2016 con respecto al panorama actual?—
Veremos a Trump recargado. La vez pasada, en 2016, Trump llegó con una retórica muy fuerte pero no tenía experiencia de gobierno, ahora llega con una agenda muy consolidada, mucho más conocedor del impacto que tienen sus decisiones, sobre todo en la economía, y seguramente va a querer enfocarse, porque es el último periodo que le queda, en tener resultados muy concretos para que quede clara la firma de su administración.
Yo creo que sí va a necesitar el respaldo amplio de las cámaras. Es muy importante mencionar que las cámaras legislativas en Estados Unidos no se comportan como las cámaras en México. Allá los congresistas buscan mucho el soporte de sus votantes, porque ellos tienen reelección contínua, así que buscan recargarse en eso. Creo que aunque tenga mayoría republicana (en la Cámara de Representantes y el Senado), va a tener que tener alianzas, incluso dentro de su partido. En Estados Unidos, aunque la mayoría sea republicana no quiere decir que todos los republicanos vayan a votar a favor de sus políticas, ahí tienen más resistencia.
—¿Cuál es la ruta que deberá seguir México ante el amago de Trump de imponer aranceles si no frena el flujo de migrantes por la frontera?—
El gobierno de México podría optar por fortalecer controles migratorios de manera más organizada, aunque es difícil porque la cantidad de migrantes que recibimos es inmensa. Pero siempre podemos tener una política de algún tipo de control migratorio sin llegar a militarizar las fronteras. También México tiene un papel muy importante en la agenda internacional, en los mecanismos y organismos internacionales, entonces México podría negociar alternativas multilaterales para reducir la migración, y con ello bajar las sanciones.
Si me preguntan a mí, yo recomiendo tomar algunas acciones de manera preventiva para que se vea que hay un compromiso en el tema migratorio, aunque sea a largo plazo porque se trata de un problema que no se acabará ni en los cuatro años de Donald Trump, ni en el sexenio de Claudia Sheinbaum, sino que es un asunto que nos va a llevar muchas décadas. Podría ser una política alineada a la región de Norteamérica.
—Ayer el peso tuvo una jornada altamente volátil durante las elecciones, ¿qué podemos esperar en próximos días?—
Yo creo que vamos a tener un período de inestabilidad, pero no muy profunda. Porque vamos a empezar a escuchar el discurso de Trump en la parte comercial, el T-MEC, la migración, las expectativas de lo que van a ser las políticas fiscales, y eso puede aumentar la especulación sobre el peso.
Insisto, no creo que sea una afectación muy severa o profunda, pero tenemos que ver qué enfoque tiene el Banco de México para estabilizar la moneda. Pero yo creo que ya lo tienen previsto, porque nos ha pasado siempre que hay una elección, que hay estos “brinquitos” en el tipo de cambio.
T-MEC: el tratado que acapara la conversación
Durante el primer paso de Trump por la Casa Blanca, se renogoció el Tratado de Libre Comercio (TLC), pues el republicano consideró que el acuerdo se basaba en una relación "bastante abusiva".
Con el paso del tiempo, se consiguió el T-MEC, mismo que está sujeto a revisión cada seis años y ha tenido huecos con nuestro principal socio comercial.
—¿Cuál será el futuro de México en la renegociación del T-MEC con el regreso de Trump a la Casa Blanca?—
En 2026 va a haber una revisión del T-MEC, que se antoja más como una renegociación y no una revisión. Donald Trump ha sido muy claro con esas políticas económicas mucho más proteccionistas, entonces lo que esperamos es que él pretenda obtener mejores condiciones para Estados Unidos, especialmente yo creo en sectores o productos como el automotriz.
Por su parte, México va a tener que priorizar la estabilidad económica de la moneda, la preparación de los sectores que se dedican a la exportación. Para anticipar un poco esta renegociación. Vamos a tener una revisión muy fuerte, poco tersa.
El 'narco': pendiente de seguridad en cada gobierno estadunidense
El tráfico de fentanilo, las investigaciones de medios internacionales y hasta la venta de armas a libre demanda han generado que la violencia en la zona fronteriza escale a lo que el día de hoy es un polvirín donde el fentanilo sigue sin tener un fin a su comercio.
Entre las promesas de campaña, Trump amenazó con bombardear a los cárteles delincuenciales, misma actitud que hasta el final de la contienda siguió en pie.
—¿Afecta el regreso de Trump en los juicios de México contra armerías estadunidenses?—
Podría dificultar el proceso y su avance, porque la administración de Trump ha tendido siempre a defender los intereses de las industrias nacionales, y particularmente de las armerías. Nuestro país va a enfrentar mayores retos para impulsar esta agenda contra el tráfico de armas.
Esto sí lo podemos ver, y vamos a tener que explorar nuevas estrategias y alianzas regionales multilaterales, para proponer y promover la regulación y el control de armas que se producen en Estados Unidos.
—Con Trump de vuelta en 2024, ¿es posible una intervención militar de EU en México para combatir a los cárteles?—
A mí me suena más a un discurso de campaña, porque si bien ha mencionado la posibilidad de clasificar a los cárteles como grupos terroristas, una intervención militar, además de ser altamente controversial, es muy difícil de implementar sin el respaldo del gobierno mexicano. Sin el respaldo del gobierno mexicano sería imposible, porque ya no se llamaría “intervención”, sino tendría otro nombre.
Lo que sí podemos esperar es que haya muchas demandas de nuestro vecino en temas de cooperación por seguridad, que se nos demande actuar de manera más activa, a lo mejor más contundente. Pero después de haber tenido seis años de un gobierno de la Cuarta Transformación, estoy segura de que a como dé lugar se va a buscar mantener la soberanía y el control del territorio de cualquier cosa para evitar sobre todo una intervención.
SNGZ