Era una pintoresca comunidad de 200 habitantes en el norte de California, con un centro comunitario, un mercado en la esquina y una oficina postal, pero Klamath River quedó mayormente reducida a cenizas debido a un voraz incendio forestal que arrasó con buena parte de la zona californiana, limítrofe con Oregón.
Los habitantes ahora hurgan cabizbajos entre los restos calcinados de sus viviendas modestas.
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Roger Derry, de 80 años, y su hijo fueron uno de los pocos cuyas casas se salvaron de las llamas. “Es muy triste, muy desalentador”, comentó Derry, quien lleva viviendo allí desde hace más de cuatro décadas.
“Hay viviendas muy antiguas, algunas de más de 100 años de antigüedad, que desaparecieron. Somos una comunidad pequeña. Los que viven aquí en su mayoría son gente buena y con el tiempo reconstruiremos, pero va a tomar mucho tiempo”, expresó Derry.
El incendio McKinney seguía descontrolado el miércoles pese a los avances logrados por los bomberos, que se vieron favorecidos por la lluvia.
Miles de personas han recibido órdenes de evacuar sus viviendas. Unos 100 inmuebles —desde viviendas hasta invernaderos— se quemaron y por lo menos cuatro cadáveres han sido hallados en la zona del incendio en torno a Klamath River.
El incendio calcinó unos 233 kilómetros cuadrados (90 millas cuadradas) desde que estalló el viernes de la semana pasada, el mayor de varios incendios en torno al Bosque Nacional Klamath.
El fuego apenas creció el martes y los bomberos lograron cavar zanjas en su periferia para proteger viviendas y otras estructuras cercanas a la pequeña ciudad de Yreka.
En otras partes de Estados Unidos, ardían incendios en Montana, Idaho y Nebraska, que también han destruido viviendas y amenazan a las comunidades cercanas.
Hace apenas cuatro años un enorme incendio en la Sierra Nevada de California prácticamente arrasó con el poblado de Paradise, matando a 85 personas.
Los científicos coinciden en que el cambio climático está causando más calor y sequedad en el occidente norteamericano y que el clima seguirá siendo más extremo, con lo cual los incendios se volverán más frecuentes y potentes.
Cuando estalló, el incendio McKinney quemó unas pocas hectáreas y los bomberos confiaban en que lo tendrían controlado en breve, pero las tormentas llegaron con vientos feroces que lo convirtieron en una conflagración indetenible.
OC