Washington y los talibanes firmaron ayer un acuerdo histórico en Doha que allana el camino para la retirada de las tropas estadunidenses y abre la puerta a unas negociaciones de paz entre insurgentes y gobierno destinadas a poner fin a 18 años de guerra.
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En Estados Unidos, el presidente Donald Trump dijo que cree que los talibanes están listos para la paz, pero les advirtió que si este acuerdo no se cumple y “ocurren cosas malas”, su país regresará a Afganistán.
Entre aplausos y gritos de “Allahu Akbar” (Dios es el más grande) de algunos asistentes, el negociador estadunidense Zalmay Khalilzad y el jefe político de los talibanes, Abdul Ghani Baradar, rubricaron el texto en la capital catarí en presencia del secretario de Estado Mike Pompeo y de representantes de unos 30 países.
Fue la conclusión de año y medio de complicadas negociaciones. Trump anunció que se reunirá personalmente con los líderes talibanes “en un futuro no muy distante”.
Consultado por las críticas de John Bolton, su ex asesor de Seguridad Nacional, que calificó al acuerdo de “inaceptable”, Trump reaccionó con firmeza.
“Nadie debería criticar este acuerdo después de 19 años”, dijo en alusión al tiempo que lleva Estados Unidos involucrado en la guerra en Afganistán.
El texto no es un acuerdo de paz propiamente dicho, porque las autoridades afganas, divididas tras unas criticadas elecciones presidenciales, han quedado por ahora al margen de estas conversaciones.
Sin embargo y desde ya, Washington se compromete a retirar sus tropas. De 13 mil soldados se pasará a 8 mil 600 en los próximos 135 días con el objetivo de que no quede un solo soldado estadunidense en el país en un plazo máximo de 14 meses, según queda estipulado en el acuerdo.
Todo ello está condicionado a que los talibanes cumplan sus compromisos, pongan fin a sus ataques y comiencen las negociaciones con el gobierno, previstas, según el texto, el 10 de marzo.
Si los términos del pacto se respetan, “nosotros y el resto de la comunidad internacional reunidos aquí estamos dispuestos a (hacer) gestos recíprocos”, dijo Mike Pompeo.
Entre los compromisos que los talibanes deben cumplir, advirtió, está “la promesa de cortar los lazos con (el grupo yihadista) Al Qaida”.
Afganistán se convirtió en la base de Al Qaida tras la victoria de los talibanes en 1996, y a partir de ese territorio, la organización que lideraba Osama Bin Laden orquestó los atentados del 11 de septiembre de 2001, que precipitaron la guerra y la invasión por parte de Washington y sus aliados.
Diversos críticos y analistas estadunidenses ven con malos ojos el pacto, ya que afirman que su nación da mucho a cambio de poco, pero el gobierno asegura que las garantías dadas por los talibanes responden a la razón que provocó esta guerra: los atentados del 11 de septiembre.
Entre 32 mil y 60 mil civiles afganos han muerto en este conflicto, según la ONU, además de mil 900 militares estadunidenses.
Para Robert Malley, presidente de la organización de prevención de conflictos International Crisis Group, “ningún acuerdo es perfecto, pero el de este sábado representa una sólida esperanza para avanzar hacia el fin de una guerra que ha durado casi dos décadas”.