El gigante energético estatal ruso Gazprom suspendió el miércoles el suministro de gas a Polonia y Bulgaria, miembros de la OTAN y de la Unión Europea, alimentando el espectro de una escasez de este combustible en el continente europeo.
Rusia exige que se le pague en rublos, no en dólares ni en euros. Los líderes europeos han rechazado los pagos en esa divisa, alegando que una de las partes no puede cambiar los contratos hechos en dólares y euros. Sin embargo, se trata de algo más que eso.
Europa está sometida a la presión de reducir sus importaciones de Rusia debido a la invasión de Ucrania, tanto para evitar pagar a las arcas de guerra del presidente Vladimir Putin como para evitar ser sometida a la presión rusa con recortes energéticos. Pero eso va a llevar tiempo, y Europa se verá apremiada a reponer sus reservas de gas para la temporada de calefacción del próximo invierno.
¿Cuáles son las principales causas y eventuales consecuencias de la decisión rusa en el mercado europeo del gas? ¿Tendrá efecto en el mercado global? ¿Europa puede estar sin el gas de Rusia?
¿Por qué Moscú cerró el "grifo" a Polonia y Hungría?
El presidente ruso, Vladimir Putin, dijo el mes pasado que Rusia no aceptará más pagos en divisas que no sean el rublo como respuesta a las sanciones económicas occidentales contra Moscú y advirtió a los países "hostiles" que dejarían de recibir gas si no abrían cuentas con esa moneda.
"Las condiciones fijadas forman parte de un nuevo método de pago elaborado tras unas acciones inamistosas sin precedentes", argumentó el miércoles el vocero del Kremlin, Dmitri Peskov.
Los motivos económicos para exigir rublos no están claros, porque Gazprom ya tiene que recibir gran parte sus ingresos en el extranjero en rublos, por lo que el impulso a la moneda rusa podría ser mínimo.
Un motivo podría ser político, para mostrarle a la ciudadanía rusa que Putin puede dictar los términos de las exportaciones de gas. Y al requerir pagos a través de Gazprombank, la medida podría desalentar más sanciones contra ese banco. Varios países, incluidos Francia, Alemania y Polonia, rechazaron la exigencia de Rusia.
Según Claudia Kemfert, experta de energía en el gabinete alemán DIW, "la interrupción de las entregas de gas de Rusia a Polonia y Bulgaria marca un nuevo escenario en la escalada de Putin para que Europa entre en pánico", pero añadió que no deben esperarse "dificultades de abastecimiento por ahora dado que Alemania y Europa disponen de suficientes reservas de gas".
En tanto, Simone Tagliapietra, experta en energía y miembro sénior del grupo de expertos Bruegel en Bruselas, dijo que “moviéndose de esta manera, Rusia está aprovechando la fragmentación de la Unión Europea: es una estrategia de divide y vencerás... por lo que necesitamos una respuesta coordinada del Eurogrupo”.
Si Putin estaba buscando un pretexto para aislar a los países que han apoyado a Ucrania, esto podría cumplir esa función. Rusia todavía envía gas a Hungría, cuyo primer ministro populista, Viktor Orban, sí aceptó el acuerdo de pago de Putin en el mismo sistema de gasoductos.
¿Qué representa el gas para el presupuesto ruso?
De acuerdo con la web de Gazprom Export, un 68 por ciento de las exportaciones del grupo en 2020 fueron hacia Europa. De hecho, el 80 por ciento de los ingresos de la gasera provienen del extranjero.
De un total de 174 mil 900 millones de metros cúbicos de exportaciones, 119 mil 350 millones fueron destinados a Europa, de los cuales 49 mil millones a Alemania, casi 21 mil millones a Italia y más de 13 mil millones a Austria.
La Agencia Internacional de la Energía (AIE) estimó que un 45 por ciento del presupuesto federal ruso en enero procedía de los impuestos al gas y el petróleo y a sus tarifas de exportación.
"Considerando los actuales precios de mercado, el valor de las exportaciones de gas de Rusia a la Unión Europea alcanza los 400 millones de dólares diarios", señala la agencia.
¿Cuánta es la dependencia europea del gas ruso y cómo afecta a su economía?
El año pasado, Rusia suministró un 32 por ciento de la demanda global de gas en la Unión Europea y Reino Unido, un aumento respecto al 25 por ciento de 2009, según la AIE.
La dependencia varía en función de los países: mientras Finlandia recibe un 97.6 por ciento de su gas de Rusia, según Eurostat, los países bálticos (Estonia, Letonia y Lituania) anunciaron este mes que cortaban sus vínculos con Moscú y se iban a abastecer con reservas almacenadas bajo tierra.
Blanco de la decisión de Gazprom, Bulgaria depende en un 85 por cieno del gas ruso, lo mismo que Eslovaquia. La otra víctima del corte, Polonia, consume hasta 21 mil millones de metros cúbicos de gas anuales. Tras el inicio de la guerra, se canceló otro proyecto estrella para el envío de gas: el gasoducto Nord Stream 2.
Su primer ministro, Mateusz Morawiecki, aseguró que el país está preparado para la interrupción total del suministro ruso y que sus reservas alcanzan un 76 por ciento de su capacidad de almacenamiento.
Polonia produce autónomamente 4 mil 500 millones de metros cúbicos de gas y dispone de una terminal de gas natural licuado con una capacidad de 6 mil 500 millones que se ampliará a 8 mil millones. El país cuenta también con el lanzamiento en octubre del oleoducto Baltic Pipe, con una capacidad de transportar 10 mil millones de metros cúbicos de gas de Noruega.
"Lidiaremos con este chantaje, con esta pistola en la cabeza, de manera que no afecte a los polacos", dijo Morawiecki.
Pero la economía de Europa tendría problemas sin el gas natural ruso, aunque el impacto variaría según la cantidad que utilice cada país. Los cálculos de los economistas varían mucho en cuanto a cuál será la pérdida a la economía europea en su conjunto. Los analistas de Moody’s dijeron en un estudio reciente que un corte total ruso de gas y petróleo llevaría a Europa a una recesión.
Alemania, la economía más grande del continente, depende en un 55 por ciento de gas ruso, aunque su gobierno asegura que "la seguridad del suministro está actualmente garantizada". Su banco central dijo que un corte total podría significar 5 puntos porcentuales de pérdida de producción económica y una mayor inflación.
La inflación ya está en máximos históricos, lo que hace que todo, desde los comestibles hasta las materias primas, sea más caro, impulsado por el aumento de los precios de los energéticos y otros productos a nivel global.
El grupo de expertos de Bruegel estimó que Europa vería entre un 10 por ciento y un 15 por ciento menor demanda de lo normal durante la próxima temporada de calefacción de invierno, lo que significa que se tendrían que tomar medidas excepcionales para reducir el uso de gas.
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