El extremismo que seduce a Suecia de cara a los comicios

LA ALDEA

De origen nacionalsocialista, el partido SD amenaza con convertirse en la segunda fuerza electoral del país.

Jimmie Akesson, de 39 años, dirige a la agrupación antiinmigrante. (Johan Nilsson)
Agencia AFP y Camille Bas-Wohlert
Estocolmo /

El partido antiinmigrantes Demócratas de Suecia (SD), surgido de la nebulosa nacionalsocialista, podría convertirse en la segunda formación política del país escandinavo en las elecciones legislativas del próximo domingo.

En los sondeos de intención de voto, el SD está justo detrás de los socialdemócratas en el poder y a la par del Partido Moderado (conservadores).

“Sabemos que estamos sub evaluados (en las encuestas), lo estuvimos históricamente, no excluyo que seamos el partido más importante” el 9 de septiembre, asegura el líder del partido, Jimmie Åkesson, en ocasión de un acto electoral en Ystad (sur), uno de los bastiones históricos de la extrema derecha.

El SD tiene 42 escaños de los 349 que cuenta el Parlamento. Perdió seis bancas por deserción. La suegra de Åkesson desertó de la bancada y en 2016 una diputada fue excluida por antisemitismo.

“Sverigedemokraterna”, Demócratas de Suecia, se formó en 1988 durante una reunión en la ciudad de Malmö a la que asistieron tránsfugas de grupúsculos nacionalsocialistas, y un ex voluntario de los SS.

El SD da luego un giro en los años 2000, cuando su dirigencia decide transformarlo en un “partido como los otros”, y cambia su núcleo ideológico para pasar de la defensa “de la raza hacia la cultura”, explica el politólogo Anders Sannerstedt. “Los lazos con las organizaciones supremacistas blancas y nazis fueron abandonados”, añade.

En octubre de 2012, Åkesson decretó “tolerancia cero contra el racismo y el extremismo” so pena de sanción o exclusión, una revolución regularmente criticada desde entonces por algunos diputados y militantes de la base.

Es más raro que lo hagan los cuadros, aunque en dos ocasiones, en 2014 y en junio pasado, Björn Söder, declaró que los judíos, que no están “asimilados”, no pueden ser suecos.

“Para el equipo dirigente, el objetivo prioritario fue normalizar el partido. Pero varias declaraciones muestran que aún le queda mucho por delante”, asegura el sociólogo Jens Rydgren, especialista de las derechas radicales en Europa.

La revista anti racista Expo y el periódico Expressen revelaron a fines de agosto que varios candidatos del SD en las elecciones locales, que se celebran también el domingo, militaron en el Frente nacionalsocialista (NSF) u otros grupúsculos neonazis. Algunos continúan pagando su membresía.

Sus electores son generalmente jóvenes. Según el instituto de estadística, el SD seduce a un cuarto de los hombres de entre 18 y 24 años.

La crisis migratoria de 2014 y 2015 favoreció la base de confianza del SD. Suecia acogió en ese periodo a unos 250 mil solicitantes de asilo, lo que en relación a su población (10 millones de habitantes) representa más que cualquier otro país europeo.

Entre 2010 y 2014 ganaron siete puntos y los sondeos les dan siete puntos adicionales para el domingo. Su influencia en el debate público es cada vez mayor. En 1998, solo tres por ciento de los electores citaban el tema migratorio para justificar su voto. Veinte años después es la principal inquietud, con la salud y la escuela.

A principios de 2016, Suecia restableció los controles en las fronteras y adoptó una batería de medidas para disuadir a los candidatos al asilo.

Una doble victoria simbólica para la extrema derecha.

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