"¿Cuál sería el sentido de mi vida si me quedara aquí?". En pocas semanas, Vartan Davtian, un hombre canadiense-ucraniano, liquidó 14 años de vida en Canadá para volver a Europa del este y defender el país que lo vio crecer. Este miércoles, compró un tiquete aéreo hacia Ucrania dejando atrás su trabajo y una vida segura y tranquila en Canadá para arriesgar su vida frente a las tropas rusas.
Luciendo una camiseta marrón llegó al aeropuerto de Winnipeg, en la región de las praderas canadienses, donde se despidió de sus amigos arrastrando hacia el puesto 13 del mostrador de chequeo de equipaje sobredimensionado, repleto de suministros médicos, ropa y algunos objetos personales. Todo atado con correas azules y amarillas.
El hombre, de 37 años, dice que le parece una decisión obvia poner su vida actual a un lado en lugar de quedarse de brazos cruzados mientras las bombas rusas caen sobre Ucrania, donde aún vive su familia.
"No está bien que Rusia esté haciendo esto, y no está bien que otros países se queden parados (al margen) mirando" la invasión, le dijo a la AFP antes de que su vuelo despegara. "Toda la situación no está bien", sentenció.
Nacido en Armenia, Davtian pasó su niñez en Ucrania hasta que migró a Canadá hace 14 años. Cuando Rusia invadió Ucrania, el 24 de febrero, dejó su trabajo en el sector petrolero y comenzó a hacer planes para ir a ayudar a sus antiguos compatriotas en la lucha contra los ocupantes vecinos.
Conforme se acerca su partida, explica que no se sentía bien al "quedarse quieto mirando" lo que pasaba en el terreno desde la comodidad de Canadá, a través de la cadenas de noticias y las redes sociales, mientras su hermana, sobrinas, primos y otros familiares y amigos estaban en medio de una guerra.
"¿Cuál es el propósito de tu vida en ese caso?", preguntó. Dice que solo ha visto la guerra por la televisión durante su juventud. "Y de repente, te levantas y ves cohetes destruyendo edificios y matando a tus vecinos y familias", expresa con la voz entrecortada.
Sabe que es difícil para la mayoría imaginar algo así, especialmente en Canadá, a casi 8 mil kilómetros del conflicto.
Nunca antes hice esto", reconoce, refiriéndose al combate armado. "Pero al ver las noticias y todo eso, pensé 'no voy a dudar'".
Después de algunos vuelos de conexión, Davtian espera llegar a la capital de Polonia, Varsovia, y desde allí cruzar la frontera hacia Ucrania.
Lleva provisiones y donaciones recolectadas por miembros de la diáspora ucraniana local, cuyo número ronda los 1.4 millones en Canadá, entre las que hay suministros médicos, drones, baterías y objetos para bebés. Davtian también tiene una pañoleta con los colores de Ucrania, una especie de amuleto de buena suerte que le dio su amiga Liudmyla Artemchuk. "Me pidió traerla de vuelta" cuando regrese, subraya.
El semblante mientras todos se dicen adiós es sombrío. Artemchuk se enteró justo un día antes de la muerte de un amigo de su infancia en un bombardeo ruso. Desde el inicio de la guerra, los civiles han pagado un precio alto.
"Creo que él es muy valiente y esto es muy importante porque ayudará a la gente" en Ucrania, dice Artemchuk.
En la provincia de Manitoba, como en todo el país, los ucranianos-canadienses han organizado protestas contra la guerra y recolectado donaciones y suministros para enviar a Ucrania. Davtian pasó la noche previa a su vuelo junto a docenas de amigos, todos de descendencia ucraniana, haciendo los preparativos de último minuto y empacando algunos de los suministros para llevar consigo.
Comparte un último pensamiento acerca de su familia, con la que está ansioso de reunirse a pesar de las circunstancias: "han sido tres años sin verlos". Algunos de sus amigos querían unirse su viaje, pero no pueden dejar Canadá porque "tienen responsabilidades aquí". "Él es mi héroe", reconoce su amiga Maryna Prystaiko mientras abrocha las últimas hebillas y ajusta las correas de su equipaje.
dmr