En Noruega, la centroizquierda logra amplio triunfo contra la derecha y recupera el poder

El partido laborista, liderado por Jonas Gahr Støre vendió a los conservadores de la primera ministra Erna Solberg y recuperarán el poder en el Parlamento.

Jonas Gahr Støre, el líder del partido laborista de Noruega. (AFP)
AFP
Oslo /

El bloque opositor de centroizquierda logró un triunfo rotundo en las elecciones legislativas de Noruega de este lunes que permite recuperar el poder al Partido Laborista ocho años después y gobernar con su fórmula preferida.

Escrutado el 88 por ciento, la oposición obtuvo más del 55 por ciento de los votos frente apenas el 40 por ciento del bloque de derecha de la primera ministra conservadora, Erna Solberg, que gobernaba desde 2013, confirmando lo que anunciaban los sondeos desde hacía meses, y que la reconocó la derrota bajo liderazgo del laborista Jonas Gahr Støre.

"El trabajo del partido conservador en el gobierno terminó por esta vez", dijo Solberg, que gobernaba el país escandinavo desde 2013, un récord para la derecha. "Felicito a Jonas Gahr Støre que, en este momento, parece tener una clara mayoría para cambiar el gobierno".

El Partido Laborista de Jonas Gahr Støre mantuvo su condición de fuerza más votada, que ostenta desde 1924, pero con el 26.2  por cieno y 48 escaños, algo menos de un punto porcentual con respecto a los anteriores comicios de 2017 y un escaño menos, el peor resultado en ocho décadas.

La subida del Partido Centrista, el que más creció en las elecciones, y del Partido de Izquierda Socialista permitirá al Laborista, no obstante, sumar una mayoría cómoda de 88 diputados, tres más de los necesarios, con estas formaciones y no depender así de Rojo, una amalgama de fuerzas comunistas y socialistas, y Los Verdes.

El triunfo laborista supone también que toda Escandinavia estará gobernada por fuerzas de corte socialdemócrata, una situación habitual en la segunda mitad del siglo XX, pero que dejó de serlo en las dos últimas décadas.

La derecha retrocede drásticamente en Noruega y los centristras crecen

Las cuatro fuerzas que conformaron el gobierno de Solberg la pasada legislatura perdieron apoyos, lo que se tradujo en un retroceso conjunto de más de ocho puntos porcentuales.

El Partido Conservador perdió más de cuatro puntos y 9 escaños para quedarse en el 20.4  por ciento y 36 escaños, pero se mantuvo como el segundo con más respaldo electoral.

El xenófobo Partido del Progreso, en el gobierno desde 2013 hasta 2020, perdió su condición de tercera fuerza política, cayendo al 11.7 por ciento (4.5 puntos menos) y cediendo seis diputados hasta 21.

El Partido Liberal obtuvo un resultado casi idéntico, con el 4.4 por ciento y 8 diputados, mientras el Democristiano no superaría la barrera mínima del 4 por ciento y perdería cinco escaños, aunque mantendría tres por su buen resultado en algunos distritos.

Por segundas elecciones seguidas, el Partido Centrista creció en votos y fue la fuerza que más subió, casi cuatro puntos, hasta el 13.6 por ciento, y ganó nueve escaños para sumar 28. Más modesta fue la subida de la Izquierda Socialista (SV), que ganó un punto y medio y dos escaños para quedarse en el 7.5 por ciento y 13.

El Partido Rojo duplicó su porcentaje de votos (4.8 por ciento) y pasó de uno a nueve escaños, pero la mayoría cómoda que suman laboristas, centristas y el SV apunta a una influencia menor de la esperada.

Los Verdes se quedaron al borde del 4 por ciento, aunque lograrían al menos tres diputados por el resultado en los distritos.

Su excepcional resultado en el distrito de Alta permitiría lograr un escaño al partido Foco en los Pacientes, una formación cuyo único interés es impulsar la construcción de un nuevo centro de urgencias hospitalarias en esa zona.

Una campaña centrada en la crisis climática

Los sondeos apuntaban desde hace meses a un cambio de gobierno, con una ventaja sólida de la oposición, y la única cuestión a dirimir parecía ser si Gahr Støre podría lograr la mayoría absoluta con sus aliados o debería recurrir a Rojo y Los Verdes, una fórmula no deseada por él mismo ni, sobre todo, por el Partido Centrista.

Los Verdes, por ejemplo, habían asegurado en campaña que no respaldarían a ningún gobierno que no apoyase frenar la actividad petrolera, un tema sensible en un país que es el mayor exportador de gas y crudo de Europa occidental.

Las cuestiones climáticas han ocupado un lugar preferente en la campaña electoral, junto a temas más clásicos de política de bienestar como la sanidad o los impuestos, pero el modesto avance obtenido por las fuerzas de más corte ecologista puede suponer que el Gobierno siga una política menos ambiciosa en ese campo.

dmr 

LAS MÁS VISTAS