Piden evaluar estado mental del atacante de Nueva Zelanda

El australiano Brenton Tarrant, de 28 años y extremista de ultraderecha, enfrenta cargos por 50 homicidios y 39 tentativas de homicidio por el tiroteo en las dos mezquitas que dejó 50 muertos el 15 de marzo.

La matanza ocurrió el 15 de marzo en Christchurch.
Agencias
Sídney /

El australiano Brenton Tarrant, autor del ataque supremacista en Nueva Zelanda de mediados de marzo, deberá ser sometido a dos evaluaciones para determinar su estado mental en el proceso que se le sigue, según ordenó hoy el juez a cargo del caso.

El juez Cameron Mander del Tribunal Superior de la ciudad de Christchurch pidió dos informes preliminares para evaluar la capacidad del acusado de declararse inocente o culpable de los 50 cargos de asesinato, uno por cada víctima mental del ataque, y 39 por intento de asesinato, que afronta.

El magistrado remarcó que las evaluaciones son parte de los procedimientos judiciales regulares, al asegurar que éstos no afectarán el derecho del acusado a tener un juicio justo.

Sobrevivientes y familiares de víctimas de la matanza del 15 de marzo llenaron todos los lugares de la corte aunque el australiano Brenton Tarrant fue visto solamente en un video de circuito cerrado desde la prisión de máxima seguridad en Auckland, donde está detenido.

El hombre de 28 años, un extremista de ultra derecha, enfrenta cargos por 50 homicidios y 39 tentativas de homicidio por el tiroteo en las dos mezquitas, un ataque que sacudió al mundo.

En las imágenes de video fue posible ver que Tarrant permaneció sentado e impávido, aunque parecía escuchar con atención el proceso.

Su próxima presentación ante el tribunal está previsto para el 13 de junio.

Este viernes, las galerías del tribunal estaban repletas de gente que deseaba ver al hombre apuntado como responsable por la mayor matanza de la historia moderna de Nueva Zelanda.

Aunque el público podía ver a Tarrant en las pantallas especialmente colocadas, el acusado solamente podía ver al juez y a los abogados.

Para la mayoría de los presentes, fue la primera oportunidad de ver el rostro de Tarrant. Yama Nabi, cuyo padre murió en el tiroteo, dijo que quería prestar testimonio en nombre de su familia que quedó con el "corazón destrozado".

"Sólo quería ver su rostro. Eso no traerá de retorno a los seres queridos. Es un cobarde", dijo Nabi a la prensa a la salida de la corte.

No vi ninguna emoción

En tanto, el sobreviviente Tofazzal Alam relató que cuando ocurrió el tiroteo se arrojó al piso y no había tenido oportunidad de ver de cerca a Tarrant.

"Quería verlo porque él ha matado a tantos de mis amigos. Me parece un loco", comentó.

"Estoy muy mal después de verlo. Ha matado a 50 personas y no parece estar siquiera molesto. No vi ninguna emoción en su rostro", añadió.

Antes de la matanza, Tarrant divulgó en redes sociales un manifiesto casi delirante en que se identificó a sí mismo y se describió como un supremacista blanco que pretendía vengar ataques perpetrados por musulmanes en Europa.

El video de su ataque a las dos mezquitas de Christchurch fue transmitido en vivo.

Inicialmente, Tarrant fue acusado por un asesinato, como medida de seguridad para mantenerlo bajo detención hasta la presentación de nuevos cargos.

Los investigadores no excluyen otros cargos contra el supremacista blanco, pero no dieron más precisiones. Podrían estar relacionados con la calificación del atentado como terrorista.

Tarrant despidió a su abogado de oficio tras su primera comparecencia, el 16 de marzo, lo que hace temer que quiera defenderse a sí mismo y usar su juicio como una plataforma de propaganda.

Sin embargo, dos abogados de Auckland -Shane Tait y Jonathan Hudson- se presentaron en la corte como nuevos defensores.

Los medios de comunicación tienen prohibido grabar y fotografiar al acusado.

Todas las imágenes de Tarrant solamente pueden ser divulgadas después que su rostro haya sido modificado, para evitar que las fotografías sean utilizadas como propaganda.

De igual modo, la justicia determinó que los nombres de las 39 personas heridas no sean divulgados, alegando que la identificación podría afectar su recuperación.


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