Con su humillante eliminación en la elección presidencial en Francia, el partido de la derecha tradicional, Los Republicanos, se une a los miembros del Partido Socialista para enfrentar lo inevitable: reconstruir un proyecto político viable o arriesgarse a pasar a la historia, ya que sus candidatas, ambas surgidas de París, firmaron los peores resultados de su historia.
Los socialistas liderados por la alcaldesa de París, Anne Hidalgo (1.7 por ciento), y los republicanos, con la presidenta de la región parisina, Valérie Pécresse (4.7 por ciento), tuvieron juntas menos del 7 por ciento de votos.
El mandatario centrista, Emmanuel Macron, y su rival ultraderechista Marine Le Pen pasarán, si se mantienen las proyecciones, al balotaje con alrededor de un 28 y un 23 por ciento de votos, respectivamente, reeditando así el duelo final de la elección presidencial de 2017.
Resignadas, ambas apelaron a votar, con más o menos convicción, por el actual presidente Macron en la segunda vuelta del próximo día 24, al tiempo que tomaron posiciones para las legislativas de junio próximo.
"Estamos asistiendo a una recomposición de la vida política francesa con esta nueva bipolaridad entre los centristas y la extrema derecha", indicó el politólogo del Instituto de Ciencias Políticas de París, Gaspard Estrada, quien destacó la caída del PS y de Los Republicanos.
Si se suman sus porcentajes, el 26.37 por ciento de votos de 2017 ya supuso su peor resultado desde 2002 (36.06 por ciento), para dos formaciones que se turnaron en el poder desde la llegada de la Quinta República en 1958, hasta 2017, a excepción de la presidencia del centrista Valéry Giscard d'Estaing, de 1974 a 1981.
Reconstruirse o morir
En el caso Precresse, esperará a que se cuente hasta el último voto, porque si supera el 5 por ciento de los votos, salvará al partido Los Republicanos de tener que pagar su campaña, puesto que ese es el hito impuesto por la ley para que el Estado devuelva los gastos electorales.
Su campaña ha ido en caída permanente, hasta haber logrado incluso un resultado peor del que le auguraban los últimos sondeos, que le situaban en el 9 por ciento, codo a codo con el ultraderechista Éric Zemmour. La propia candidata lo reconoció en el discurso en el que reconoció su derrota: "Hemos sido víctimas del voto útil".
En ese descenso a los infiernos dejó escapar un 15 por ciento de los sufragios que hace cinco años logró el ex primer ministro François Fillon, que acorralado por un escándalo de corrupción superó el 20 por ciento pero que fue insuficiente para acceder a la segunda vuelta.
En el otro lado, con alrededor de un 2 por ciento de votos, los socialistas registran el peor resultado de un partido que contó con dos presidentes —François Mitterrand (1981-1995) y François Hollande (2012-2017)— desde 1958 y que, en 2012, lideraba todas las instituciones. En los anteriores comicios presidenciales, en 2017, lograron un 6.36 por ciento.
Con una campaña de bajo coste, los socialistas se habían preparado para su caída por debajo del 5 por ciento, un umbral clave para las finanzas. Por debajo, solo se pueden recuperar hasta 800 mil euros (873 mil dólares / unos 17 millones 496 mil 535 pesos mexicanos) de las autoridades, en lugar de ocho millones de euros indemnización como máximo.
En 2017, tras varios reveses electorales, el Partido Socialista tuvo que vender "Solferino", su histórica sede de París, e irse a las afueras de la capital. En febrero de 2021, responsables de la formación reconocían una "situación financiera difícil" para la actual campaña.
"La izquierda nunca fue capaz de recuperar a las clases trabajadoras, porque en lugar de realizar una especie de revolución, se quedaron como un partido de cargos y funcionarios", dijo Dominique Reynié, politólogo y antiguo diputado de derecha.
El ex presidente Hollande, al que muchos responsabilizan del declive del partido por su negativa a optar a la reelección en 2017, y del éxito de Macron, un antiguo consejero y ministro suyo, ya se postuló en marzo para "reconstruir la izquierda" tras las elecciones.
"Trabajaremos para reunir a la izquierda dispersa a partir del otoño [boreal] (...) para reconstruir sus vínculos vitales de confianza con las clases trabajadoras y medias" y "encarnar una nueva esperanza", dijo Anne Hidalgo, que también busca influir.
Mientras tanto, el primer secretario del Partido Socialista, Olivier Faure, pidió una "unión de izquierdas" para las legislativas del mes de junio, claves también para la supervivencia financiera de los partidos.
Explosión de la derecha y la izquierda tradicional
La llegada al poder del mandatario liberal de Macron sacudió el tablero político francés. Los dos primeros ministros durante su mandato —Edouard Philippe y el actual Jean Castex— abandonaron Los Republicanos para asumir el cargo, al igual que varios ministros.
Pero en una muestra de aparente unidad, los republicanos escogieron a la presidenta de la región de París como su presidenciable durante unas primarias, en la que su visión moderada y liberal se impuso a la tendencia más derechista del diputado Éric Ciotti.
Sin embargo, la situación sigue siendo delicada. Pécresse no dio consigna de voto este domingo para el balotaje, aunque dijo que personalmente votará "en conciencia" por Macron. Ciotti aseguró rápidamente que no lo apoyará.
"En 2017, vimos saltar por los aires al partido socialista y en esta votación probablemente vamos a ver la explosión de los republicanos", dijo Rémi Lefebvre, politólogo de la Universidad de Lille, a la revista política Le Grand Continent.
El partido Horizontes del ex jefe de gobierno Philippe podría desempeñar un papel clave, ya que permitiría a los diputados de derecha tras las legislativas de junio unirse a una mayoría gubernamental con Macron.
En cambio nHidalgo, que era el activo electoral más fuerte de los socialistas, se dejó más de dos tercios del ya pésimo resultados de hace cinco años con Benoît Hamon y se descalabró como la tercera peor de los doce candidatos. Solo supera a los dos trostkistas que, tradicionalmente, rondan el uno por ciento de los votos.
Pero, sobre todo, fue la opción progresista menos votada, muy por detrás del izquierdista Jean-Luc Mélenchon (20 por ciento) y del ecologista Yannik Jadot (5 por ciento).
El primer secretario del partido, Olivier Faure, cuyo respaldo durante la campaña a Hidalgo fue tibio, reconoció una derrota "histórica" y apeló a la unión de la izquierda para "construir juntos un pacto de justicia social y ecológica".
Su apelación al voto por Macron, para no dejar pasar a la extrema derecha, supone también un pacto tácito con el candidato que les ha absorbido buena parte de su electorado, aunque también han perdido votos por la izquierda en beneficio de Jean-Luc Mélenchon, que acabó tercero de la primera vuelta.
dr