Hay una frase que se oye con insistencia en las farmacias de Francia: "A partir de hoy es de pago". Ésta hace referencia al precio de las pruebas covid, que los aún reticentes a la vacunación anticovid deben desembolsar hasta 44 euros (51 dólares) por un test que les abre fugazmente las puertas de la vida social.
"Hay personas que han pedido hacerse la prueba, pero cuando les hemos explicado que sin receta del médico ya no están subvencionadas, se han marchado", explica a la AFP Aminata, empleada en una farmacia del noreste de París.
De los clientes que preguntaron, sólo una se decidió a pagar los 25 euros (29 dólares) que cuesta la prueba de antígenos para las personas no vacunadas y que, de dar negativo, les otorga un pasaporte sanitario durante tres días.
"Los viernes normalmente tenemos una fila en la puerta, pero hoy no hay nadie", constata Aminata.
La medida representa un costo adicional para los casi 7 millones de adultos que aún no recibieron ninguna dosis de vacuna o no completaron su inmunización en Francia, si desean comer en bares y restaurantes, ir al cine o hacer deporte en gimnasios.
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Por la farmacia de Claire, situada ante el popular parque de Buttes-Chaumont del noreste de la capital, sólo dos personas se habían sometido al test de pago en la mañana, ya que muchas aprovecharon para hacerlo el jueves, último día gratuito.
"Hablando con ellos, aseguran que están pensando en vacunarse, ya que sino dicen que ya no podrán hacer nada más", explica a la AFP Claire, quien precisa que las reticencias de algunos se deben al rechazo a la idea de una inmunización obligatoria.
"¡No, gracias!"
Salvo para el personal médico y de cuidados, en Francia, la vacunación contra el covid, posible a partir de los 12 años, no es obligatoria, pero la implantación del pasaporte sanitario la vuelve, según sus opositores, casi forzosa.
"Tengo amigos que me dicen: 'Han hecho todo esto para que nos vacunemos'", cuenta Jean-Pierre en otra farmacia a 350 metros, donde pregunta si para los vacunados, los test están subvencionados. "Sí, son gratuitos", le responden, para alegría suya.
A la puerta de un laboratorio médico situado en la misma concurrida avenida, Yannis también resuelve las dudas de un hombre que quiere viajar a Argelia y que necesita el resultado de un test PCR, cuyo costo es de 44 euros (51 dólares).
"¿Usted está vacunado? Pues es gratuito", le explica. Su centro lleva ya 30 pruebas realizadas, de las 50 o 60 que suele realizar al día, pero asegura que, con el verano ya atrás, la situación se ha calmado, ya que "muchas PCR son para viajar".
Marcelline, mascarilla en la cara, sale sin detenerse del laboratorio. ¿Acaba de realizarse la prueba? "¡No, no, gracias! No quiero un test de pago", asegura indignada a la AFP levantando los brazos al cielo, antes de continuar su camino.
"Pagar siempre molesta un poco, pero escogimos no vacunarnos", asegura Frédéric, tras pagar 25 euros en una farmacia de Rennes. "Habrá que rascarse el bolsillo", agrega este hombre, para quien esto "incitará a más gente" a ponerse la vacuna, que sigue siendo gratis.
Francia siguió así los pasos de Alemania, que puso fin a la gratuidad el lunes, o España, donde las pruebas de antígenos, sin receta, cuestan entre 25 y 50 euros y las PCR entre 60 y 180. En Europa, Austria y Dinamarca son de los pocos donde aún no son de pago.
El coste para las arcas públicas en Francia de estas "pruebas de confort" gratuitas fue de 2 mil 200 millones de euros (2 mil 550 millones de dólares) en 2020. La cantidad estimada para el presente año es de 6 mil 200 millones de euros (casi 7.200 millones de dólares).
DMZ