A dos años del referendo y posterior declaración de independencia de Cataluña, el gobierno del presidente Pedro Sánchez busca iniciar un proceso reconciliación donde el diálogo en el marco de la ley sea el eje central para mantener la unidad de España con una de sus regiones más prósperas.
En entrevista con MILENIO, el embajador de España en México, Juan López-Dóriga, reconoció que esta invitación al diálogo es el inicio de un largo proceso que debe existir no solo entre España y Cataluña, sino también al interior de la región.
¿Qué se necesita saber para entender el conflicto?
Cataluña, pese a que los independentistas lo dicen, no está oprimida por España. Tiene autogobierno, su parlamento, su policía, maneja su educación y la salud, el catalán se habla más que nunca, es lengua vehicular y se da en la enseñanza catalana, y es una de las regiones más ricas.
Todos los sistemas federales como el nuestro tienen mecanismos de compensación territorial, de manera que las regiones más prósperas ayudan más a las que lo son menos. Ese es un dato esencial para entender por qué los independentistas se proclaman como los portavoces de Cataluña, pero es una entidad plural y lo vemos elección tras elección; los partidarios de la independencia no representan a la mayoría.
¿En qué punto nos encontramos?
Lo que está sobre la mesa es el diálogo, pero dentro de la Constitución y la ley porque lo que se produjo es una violación a ambas, y no son normas cualquiera, sino las que nos hemos dado para convivir.
Si lo tenemos que resumir, podemos decir que Cataluña tiene que dialogar con Cataluña.
¿La reciente sentencia del Tribunal Supremo no abona a esta diferencia?
En septiembre la mayoría independentista en el parlamento de Cataluña aprobó dos leyes, una sobre el referendo y otra sobre el nuevo marco jurídico, llamada la ley de transitoriedad, en 20 horas, vulnerando los derechos de la oposición que se ausentó.
Si algo nos enseña esta resolución es que en nadie en España, en un estado de derecho, está por encima de la ley y si se vulnera, el estado de derecho responde; todo lo que ha pasado es consecuencia de esa vulneración.
¿Este diálogo podría ser el principio del final de este conflicto?
Creo que tomará tiempo pero es la única vía que veo, siempre que se tenga en cuenta que Cataluña es plural y, por lo tanto, el gobierno de la Generalitat tiene que gobernar para todos los catalanes y el parlamento tiene que representar a todos no solo a unos.
¿Este discurso nacionalista que vemos florecer en todo el mundo ha influido?
Sin lugar a dudas; estamos viendo cosas en Europa que no veíamos desde hace mucho tiempo y desgraciadamente parece que algunos fantasmas vuelven. Cualquiera que conozca la historia de Europa del siglo XX no dejará de inquietarse con esta historia; el sueño de mi generación fue el sueño europeo, donde una de las piedras angulares era superar los problemas que provocados por el nacionalismo.
¿Se afectó la imagen de España?
Ser objeto de la atención internacional sin duda nos afecta, pero creo que la imagen de España sigue sólida. La economía, que había sufrido mucho con la crisis, ha tenido ya unos cuantos años de buen crecimiento y ahora crece por encima de la media europea; sin embargo, los independentistas han tenido un empeño para desacreditar a España como una democracia y esto tenemos que denunciarlo.
Recientemente el presidente del parlamento de Cataluña, Roger Torrent, aseguraba que el proyecto no va contra nadie, pero eso no es cierto, va contra una parte de Cataluña que no es independentista y ahí están los datos: 48 por ciento quería soluciones que no fueran la independencia.
¿Se puede esperar que este diálogo dé resultados a corto plazo?
Con el tiempo veremos. Yo veo que hay un sector del independentismo que ha empezado a ver las cosas diferente. Una de las condenadas, Carmen Forcadell, ex presidenta del parlamento, reconoció hace días que quizá el sector independentista no había tenido demasiada empatía.