Los socialdemócratas alemanes lideraban, por poco, las elecciones legislativas que marcaban el fin de la era de la canciller Angela Merkel, pero el país se prepara para un largo periodo de incertidumbre sobre la sucesión de la canciller, en que los partidos mayoritarios ya pidieron que se forme una coalición de gobierno antes de las fechas decembrinas.
Liderados por el ministro de Finanzas y vicecanciller saliente Olaf Scholz, los socialdemócratas del SPD recabarían entre el 25.7 y el 26 por ciento de los votos, mientras que la alianza conservadora de la Unión Cristiano-Demócrata (CDU) de Angela Merkel y su aliado bávaro, la CSU, encabezada por Armin Laschet, obtendría alrededor del 24.5 por ciento de los sufragios, según las estimaciones publicadas por las cadenas de televisión.
Scholz afirmó que se trataba de un "gran éxito" y afirmó que "muchos ciudadanos [...] quieren un cambio de gobierno" y que él sea "el próximo canciller".
Pero los conservadores, pese a su resultado "decepcionante", también prevén formar el próximo gobierno, advirtió no obstante Armin Laschet. "Haremos cuanto podamos para construir un gobierno dirigido por la Unión" CDU-CSU, aseguró el candidato democrisitano.
Los comicios arrojaban resultados muy repartidos, por lo que ambas formaciones mayoritarias necesitarán el apoyo de otros dos partidos para lograr una coalición con peso suficiente para gobernar. Esto no había sucedido desde los años 1950.
Temores de parálisis en el gobierno de coalición
Además, esta competición podría sumir a la primera economía europea en un largo periodo de parálisis política mientras duren las negociaciones entre partidos.
Tanto Olaf Scholz como Armin Laschet afirmaron que desean que las negociaciones terminen "antes de Navidad". No obstante, tras las últimas elecciones, en 2017, se necesitaron más de seis meses para alcanzar un acuerdo y formar la actual gran coalición de conservadores y socialdemócratas.
¿Hay fecha para la salida de Merkel?
En pocas palabras, Angela Merkel sigue siendo la Canciller de Alemania hasta que sea designado el nuevo jefe de Gobierno por el Bundestag, el parlamento alemán.Tras las elecciones, los partidos dentro de la Cámara deben negociar forzozamente para alcanzar una mayoría y lograr un gobierno.
Protocolariamente, el presidente alemán Frank-Walter Steinmeier debe promover como nuevo canciller al ganador de las elecciones, quien debe negociar con otros partidos para alcanzar la mayoría de los esaños en el parlamento, que son 365 de 730 curules. Por ello, la insistencia de que se acelere el nombramiento del nuevo mandatario antes de las fechas decembrinas.
Para los democristianos, las "pérdidas son amargas", admitió Paul Ziemak, número dos de la CDU. Su partido nunca había caído por debajo del 30 por ciento de los votos. En 2017, recabó el 32.8 por ciento.
En cualquier caso, los resultados que se van perfilando en Alemania presentan un renacimiento inesperado del partido socialdemócrata, dado por moribundo hace tan solo unos meses. Los resultados de las encuestas fueron recibidos con alegría en la sede berlinesa de la formación.
Sin embargo, gran parte de los electores votaron por correo, por lo que estas estimaciones podrían cambiar durante la noche, conforme avance el escrutinio. Pero todo apunta a que los democristianos podrían sufrir un revés sin precedente, que podría complicar la sucesión de Angela Merkel dentro de la formación.
Un resultado inferior al 30 por ciento sería una "catástrofe", según el diario Bild. Un descenso así ensombrecería, además, el fin del mandato de Merkel quien, pese a seguir siendo muy popular al término de cuatro legislaturas, parece haber sido incapaz de preparar su sucesión.
La opción de una coalición puramente de izquierdas, en cambio, parece descartada, pues la izquierda radical de Die Linke recabó unos resultados demasiado bajos, según las estimaciones. Lo que parece estar claro es que las negociaciones retrasarán a buen seguro la marcha de Merkel, de 67 años, que ha pasado más de tres décadas en política.
Tras una campaña caótica marcada por sus meteduras de pata, Laschet, que parece perfilarse como el gran perdedor de la noche, tendrá que mostrarse muy persuasivo. Su último traspiés: al depositar su voto, mostró la papeleta ante las cámaras, infringiendo la regla que marca que el voto debe ser secreto.
El fin de la era Merkel podría desembocar en una nueva guerra de jefes en la derecha alemana, donde el liderazgo de Laschet podría ser puesto en entredicho, ocho meses después de su elección.
Los verdes y los librerales, las llaves del nuevo gobierno
Los Verdes, liderados por Annalena Baerbock, que durante un tiempo aparecían como favoritos, recabarían, según las encuestas, un 14.8 por ciento. De este modo, batirían su récord de 2009 (10.7 por ciento de los votos) y progresarían seis puntos respecto a las elecciones de 2017.
Los liberales del FDP, en tanto, quedarían cuartos, con alrededor del 11.5 por ciento, lo que les daría la llave del gobierno y haría del partido un actor ineludible para formar una futura coalición.
Por su parte, los ultraderechistas del AfD, cuya entrada en el Bundestag en las elecciones de 2017 fue muy comentada, confirmarían su permanencia en el tablero político de Alemania. Sin embargo, con entre el 10 y el 11 por ciento de los votos, este partido islamófobo debilitado por sus problemas internos, registraría un leve retroceso respecto a los anteriores comicios (12.6 por ciento).
Si la tendencia se confirma, Scholz podría estar en posición de suceder a Merkel y desencadenar el "cambio" que prometió al final de su campaña. Con todo, deberá componer una coalición tripartita, algo nunca visto en la historia contemporánea de Alemania. Cerca de un 55 por cient de los alemanes prefiere esta opción, según un sondeo de ZDF.
Los Verdes se reservan la posibilidad de aliarse tanto con el SPD como con la derecha, afirmando que lo que desean, por encima de todo, es promover su programa para luchar contra el cambio climático.
dmr