Ovacionan a Evo Morales en su regreso a Bolivia; "nunca me sentí abandonado", dice

El ex presidente volvió a acusar a Estados Unidos de provocar el "golpe de Estado" en su contra, evocando un interés de Washington en el litio boliviano.

Evo Morales fue ovacionado en Chimoré, su bastión. (Twitter | @evoespueblo)
Evo Morales, ex presidente de Bolivia, durante su caravana del regreso / AFP
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Miles de personas ovacionaron al ex presidente boliviano Evo Morales, en Chimoré (centro), su bastión cocalero, tres días después de que el líder indígena regresó a su país y atravesó con una caravana los pueblos más significativos de su vida.

"En un año nunca me sentí abandonado", gritó en este poblado de la zona del Trópico de Cochabamba, al referirse a su año fuera de Bolivia, levantando aplausos de todos los presentes.

El ex presidente volvió a acusar a Estados Unidos de provocar el "golpe de Estado" en su contra, evocando un interés de Washington en el litio boliviano.

Según los organizadores, el flamante presidente Luis Arce, también del Movimiento Al Socialismo (MAS) de Morales, iba a asistir a la celebración, pero el ex mandatario explicó que "estaba en pleno proceso de organización de la gestión pública".

Con este acto, el líder indígena cierra una caravana de un centenar de vehículos, que atravesaron a gran velocidad  mil 200 km por carreteras construidas en su mayoría durante su mandato (2006-2019).

Casi no descansó desde que llegó a Villazón (sur), tras cruzar a pie la frontera con Argentina, donde estuvo exiliado 11 meses.

Este acto tiene un tinte especial para el líder aymara: fue en el Trópico de Cochabamba, exactamente un año atrás, que partió de Bolivia, tras renunciar a la presidencia en medio de protestas por su polémica cuarta reelección.

También es aquí donde donde forjó su liderazgo como líder sindical de los cocaleros.

"Evo es como nosotros", gritan pobladores

Al igual que Chimoré, cada lugar que visitó está cargado de gran simbolismo: Uyuni y el Salar que busca transformar en la capital del litio del planeta; Orinoca, la localidad que lo vio crecer.

Miles de campesinos o mineros, casi todos indígenas, lo esperaron durante horas por los distintos pueblos que atravesó la caravana. Vestidos con trajes tradicionales, blandían la whipala, la bandera de siete colores que representa a las comunidades andinas, y bailaban al compás de la música autóctona de pequeñas orquestas de Bolivia.

Las distintas comunidades le ofrecían platos típicos, desde quinoa a carne de llama. Morales saludaba con abrazos y alzaba niños sin ninguna protección sanitaria ante la pandemia del coronavirus.

La mayoría de ellos repite lo mismo: "Evo es como nosotros".

El 34.6% de los bolivianos vive en pobreza. En un contexto cada vez más crítico por la pandemia, los bolivianos quieren repetir el "milagro económico" bajo el gobierno de Morales, que con Arce como ministro de Economía comandó un crecimiento histórico y una reducción de la pobreza del 60% al 37%.

"Acá está su gente, él sí sabe escuchar a los indígenas", exclamó Elizabeth Arcaide, una mujer de 43 años, que no paró de secarse las lágrimas durante el acto de Orinoca, donde centenares de personas se aglomeraron en una cancha de fútbol, pese al sol abrasador, para recibir al "hijo del pueblo".

Bolivia es de los países latinoamericanos con mayor población indígena: 41% de sus 11,5 millones de habitantes.

La casa de paja y adobe donde nació

El líder aymara no pudo evitar conmoverse cuando visitó la casa de adobe y techo de paja donde nació hace 61 años, situada en Isallave, cerca de la localidad campesina de Orinoca.

"Uno debe siempre volver a sus raíces para fortalecer su ajayu (alma)", dijo el ex mandatario.

En Orinoca, a donde Evo Morales se trasladó a corta edad, sobresale el Museo de la Revolución Democrática y Cultural, una gigantesca construcción moderna que homenajea a los cerca de 14 años de su gobierno.

El contraste es grande: alrededor no hay más que caseríos con calles atravesadas por cabras y gallinas.

Para llegar a este pueblo se necesitan horas de carretera, en medio de la pampa desértica de tonos ocres, sin más testigos que una gran variedad de cactus, vicuñas y llamas.

Pero no todos reciben a Evo con la misma pasión.

"Que se vaya, acá ya no lo queremos, le gusta mucho el poder a ese", repetía una anciana desde la puerta de un pequeño almacén y bar.

El analista Daniel Valverde apunta que Evo Morales despierta muchas divisiones en el país y que su lógica "amigo y enemigo" choca con la visión de "unidad de Arce".

"En ese sentido, yo creo que habrá fricciones", pronosticó.

​bgpa

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