Con su energía juvenil y sus viajes por el mundo, la esposa de 26 años del líder opositor venezolano Juan Guaidó, está ganando prominencia en la campaña por forzar cambios en un país sumido en una profunda crisis.
La edad y el estilo informal de vestir de Fabiana Rosales, quien a menudo luce jeans en sus viajes por América Latina, esconden una personalidad y una madurez forjadas durante los momentos duros que vivió con su marido en las violentas protestas que hubo en la capital de Venezuela.
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“Mira, yo soy la esposa del presidente Juan Guaidó y lo voy a acompañar sea cual sea la ruta que le toque asumir. Sea cual sea el obstáculo que se le ponga al frente, yo lo voy a superar con él. Eso hemos venido haciendo todos nuestros años juntos”, declaró Rosales durante una entrevista en Lima.
“Tengo miedo a que mi hija tenga un país en el que su meta sea huir de él, a eso yo le tengo miedo”, agregó, aludiendo a los aproximadamente 3 millones de personas que se fueron de Venezuela en medio de un derrumbe económico, hiperinflación, escasez de alimentos y medicinas y, ahora, apagones.
Mientras su marido encabeza los esfuerzos por sacar a Maduro del gobierno a partir de protestas y de presiones a los militares para que le retiren su respaldo, Rosales procura conseguir apoyo internacional para la oposición venezolana con giras muy publicitadas a países de la región.
Este mes viajó a Perú y a Chile, donde se encontró con los presidentes de ambas naciones, y habló en universidades sobre la crisis humanitaria de Venezuela.
Para Rosales la política no es algo nuevo. Conoció a su esposo en un acto juvenil de Voluntad Popular, un partido de oposición en el que milita desde su época de universitaria. Se hizo famosa en Venezuela en los últimos meses apareciendo junto a su marido en actos que congregan a miles de personas y hace poco asumió el papel de embajadora internacional de la oposición venezolana mientras su marido se concentra en los asuntos internos.
En la entrevista, Rosales dijo que su “rol más importante es ser mamá. Además soy hija, hermana y esposa”.
Para el analista político de Caracas Dimitris Pantoulas, Rosales ayuda a darle una imagen presidencial a su esposo.
“Es una profesional, una mujer joven, educada, hasta cierto punto conservadora”, dijo Pantoulas. “Esa imagen corresponde a los estereotipos (vigentes en Venezuela) de lo que debe ser una pareja presidencial, especialmente entre la clase media”.
En sus recientes viajes al exterior, Rosales se reunió con grandes multitudes de venezolanos y los exhortó a que mantengan la fe en su marido. También ha instado a los líderes regionales a mantener su apoyo a la oposición y argumentando que “un dictador” como Maduro no cae de la noche a la mañana.
Asegura que la oposición venezolana está logrando progresos, designando embajadores en todo el mundo y recuperando el control del patrimonio petrolero venezolano en el extranjero con la ayuda de Estados Unidos.
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Los rivales políticos de Rosales dicen que su reciente gira fue un esfuerzo desesperado por mantener a su marido en el candelero, ya que la crisis de Venezuela sigue sin resolverse y la atención mundial se empieza a enfocar en otras cosas.
"Lo que se busca es potenciar una imagen de Guaidó que se está desinflando en Venezuela”, comentó Arévalo Méndez, embajador de Maduro en Chile, en declaraciones a un medio local la semana pasada.
Hija de una periodista y de un agricultor del estado de Mérida, Rosales dice que se interesó en las cuestiones sociales tempranamente, cuando acompañaba a su madre a entrevistas.
Decidió seguir los pasos de su madre y estudiar periodismo, pero también ayudó a su padre a transportar sus cosechas a Caracas por carreteras en las que a veces se tropezaban con soldados corruptos, que les pedían sobornos para poder seguir su camino.
Rosales afirma que experimentó muchas de las penurias que enfrentan hoy los venezolanos, incluida la escasez de medicinas.
Su padre falleció en el 2013 tras sufrir un paro cardíaco. Pudo haber sobrevivido, afirma Rosales, pero en su comunidad rural no había medicinas para estabilizarlo, ni una ambulancia que lo llevara al hospital más cercano.
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“Pasé mucho tiempo de dolor, de preguntarme por qué me había pasado esto”, expresó. “Lo tomé como una lección de vida. Entendí que quizá debía pasar por esto para involucrarme aún más. También trabajo para que como buena mama le deje una buena herencia a mi hija”.
jos