La escena se repite cotidianamente: algunas personas lanzan comida a los caimanes o incluso los distraen con palos, mientras otras personas –a veces incluso niños- acceden a las tuberías para obtener un poco de agua potable.
No se trata de un lugar remoto del Amazonas brasileño, sino de una favela al oeste de Río de Janeiro, situada a pocos kilómetros de las flamantes instalaciones olímpicas.
En la favela Terreirao, situada en el barrio de Recreio dos Bandeirantes, los puntos de agua potable se llaman "grifos de los caimanes", ya que las tuberías externas –que los habitantes manipulan para tener acceso a agua potable de forma clandestina- avanzan en paralelo a un canal de agua contaminada infestado de caimanes.
La sequía que azota al sudeste de Brasil, afectando a ciudades como Río de Janeiro y sobre todo Sao Paulo, donde se especula hace meses con un racionamiento draconiano en la mayor urbe del país, provocó cortes en el suministro de Vila Amistad, denuncian los habitantes entrevistados por Notimex.
"Estamos sin agua, no tenemos pozos. La situación es horrible. No podemos tomar baños, porque el agua no nos llega", denunció María Geralda, una habitante de 62 años.
"Por eso nos arriesgamos a tener acceso al agua potable. Mi hijo se arriesga todos los días para traerme agua, porque no podemos ni lavar la ropa", afirmó.
"El año pasado estuvimos dos meses sin agua, justo antes de Navidad. Tenemos que salir de madrugada de casa para venir a abastecernos de agua en los 'grifos de los caimanes'", explicó por su parte María Socorro, una madre de familia de 43 años, que dice que "por el momento no hubo ataques a humanos de los caimanes, pero sí mataron un perro".
La compañía municipal de suministro de agua, la Cedae, aseguró que se trata de una situación temporal, como consecuencia de obras de mejora para ampliar la red de acceso, pero activistas denunciaron que, a pocos kilómetros de la zona donde se situará la Villa Olímpica de los Juegos de 2016, los habitantes de la comunidad ponen en riesgo sus vidas para acceder al agua.
La crisis hídrica que azota en especial el sudeste de Brasil y que provocó un suministro controlado de agua en zonas del estado de Sao Paulo se extendió los últimos meses a Río de Janeiro, donde dos embalses registraron en fecha reciente los niveles más bajos en décadas.
En plena canícula por el intenso calor del verano, en Sao Paulo –corazón industrial del país- la situación es aún más compleja, ya que los niveles de los embalses de mayor capacidad llevan meses en niveles bajísimos que no fueron revertidos por precipitaciones en el actual período de lluvias, que termina en semanas.
El caso más preocupante es el del llamado sistema Cantareira, que abastece de agua a casi a nueve millones de personas en el estado de Soa Paulo, pues se encuentra en el 11 por ciento de su capacidad, cuando lo habitual en estas fechas es que ronde el 70 por ciento.
Así, la amenaza por la histórica sequía –que en algunas regiones es la peor en 70 años- tiene el doble efecto de provocar un racionamiento de suministro de agua y, a la vez, de amenazar la producción de electricidad, debido a que un 80 por ciento de la energía que se produce en Brasil proviene del sector hidroeléctrico.
Los expertos acusan al gobierno, en especial al del estado de Sao Paulo, de falta de planificación e inversiones, ya que Brasil es uno de los países con mayores recursos hídricos del mundo (13 por ciento de las reservas de agua dulce del planeta).