Recolectores de basura, trabajadores de servicios públicos y conductores de trenes son algunos de los que no acudirán a sus puestos de trabajo el martes en toda Francia para mostrar su disconformidad con un proyecto de ley que propone elevar la edad de jubilación a los 64 años, algo que los sindicatos ven como una amenaza más amplia al modelo social francés.
Se esperan más de 250 protestas en la capital, París, y en todo el país en lo que las organizaciones esperan que sea su mayor demostración de fuerza hasta la fecha contra la norma estrella del presidente, Emmanuel Macron, tras casi dos meses de movilizaciones. El proyecto se debate esta semana en el Senado.
Los sindicatos amenazaron con congelar la economía con paros en múltiples sectores, incluyendo una huelga indefinida en la autoridad ferroviaria nacional, SNCF.
Antes del amanecer, los pasajeros se agolpaban en uno de los pocos trenes que se dirigían a París desde los suburbios. El gobierno animó a los trabajadores a teletrabajar siempre que fuese posible.
En el aeropuerto Charles de Gaulle de la capital se canceló una quinta parte de los vuelos previstos, mientras que en el de Orly se suspendieron alrededor de un tercio. Los trenes a Alemania y España no circularán y los que van a Gran Bretaña se reducirán un tercio, según SNCF.
Se espera que más del 60% de los maestros de educación primaria secunden la huelga, así como otros trabajadores del sector público.
La reforma elevaría la edad oficial de jubilación de los 62 años actuales a 64 y exigiría 43 años de trabajo para poder percibir una pensión completa debido al envejecimiento de la población francesa y al aumento de la esperanza de vida.
Los sondeos sugieren que la mayoría de los votantes franceses se oponen al proyecto de ley de Macron. Los legisladores de izquierdas sostienen que las empresas y las personas más ricas deberían aportar más para financiar el sistema de pensiones.
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