Los Tuffy, una familia australiana, pasan sus vacaciones de invierno en Japón, al igual que otros turistas extranjeros atraídos por la calidad de la nieve. Pero en lugar de ir a una de las estaciones más famosas del país, eligieron Fukushima.
Las autoridades y los profesionales del turismo de este departamento del noreste del archipiélago, todavía estigmatizado por la catástrofe nuclear del 11 de marzo de 2011, esperan atraer cada vez más visitantes apostando sobre todo por los deportes de invierno.
El sector emergente del esquí en Fukushima sufrió mucho después del accidente nuclear provocado por un gigantesco tsunami. Luego Japón se cerró a los visitantes extranjeros debido la pandemia de covid-19 durante más de dos años.
El archipiélago japonés se reabrió completamente al turismo internacional desde octubre pasado y Fukushima realiza de nuevo una intensa campaña promocional para ensalzar sus atractivos, dirigiéndose especialmente al público australiano.
Benjamin Tuffy, de 40 años, eligió la estación de esquí de Bandai en Fukushima para pasar unas vacaciones con su esposa y sus dos hijos.
La familia está tranquila por el hecho de que esta finca está situada en las montañas, a un centenar de kilómetros del interior y, por lo tanto, lejos de la accidentada central nuclear de Fukushima Daiichi y de los riesgos de tsunami en la costa.
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"Sabemos" lo que pasó en 2011, explica el padre de familia, "pero no estamos preocupados. Lo importante era entender la situación", añade.
Los corazones de tres reactores de Fukushima Daiichi se fundieron en 2011 debido al tsunami. Zonas en un radio de 20 kilómetros alrededor de la central fueron evacuadas, pero la mayor parte del departamento nunca se vio afectada por la radiación.
Calidad de nieve en polvo
Después de intensos trabajos de descontaminación, solo 2,4% de la superficie del departamento sigue sin ser accesible.
A pesar de ello, "la popularidad de Fukushima entre los turistas extranjeros sigue siendo baja", figurando en el puesto 43 de los 47 departamentos japoneses, subraya Go Morimoto, director del dominio de Bandai.
En 2019, antes de la aparición del covid-19, casi la mitad de los turistas extranjeros en Japón visitaban Tokio, 30% iban a Kioto y 8% a Hokkaido, la gran isla septentrional del archipiélago, que alberga la famosa estación de esquí de Niseko.
Apenas 0,3% de los visitantes extranjeros se aventuraban en el departamento de Fukushima, a 90 minutos en tren de Tokio.
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El antiguo propietario de la estación de esquí de Bandai, un fondo de inversión estadunidense, la había vendido en 2015, convencido de que era "imposible que el turismo volviera" a este lugar, recuerda Morimoto, que alaba el "potencial" nieve en polvo de Fukushima para competir con los principales destinos de deportes de invierno japoneses.
Anne Cathcart, esquiadora australiana de 68 años, recuerda sus dudas antes de su primera estancia. "Me decía: '¿Fukushima? He oído hablar del desastre nuclear'", cuenta. Pero encontró la nieve local "tan extraordinaria" que regresó varias veces desde entonces.
Además de los deportes de invierno, otras atracciones turísticas de Fukushima también están en pleno renacimiento.
La pequeña línea ferroviaria de Tadami parecía condenada después de 2011, poco transitada y dañada por inundaciones torrenciales pocos meses después de la catástrofe nuclear.
Pero las autoridades locales lucharon para salvar esta línea abierta en 1928, que cruza paisajes y pueblos pintorescos.
Desde su reapertura completa en octubre pasado, sus trenes están llenos de visitantes, relata Tetsuya Sato, responsable de una oficina de turismo local.
"Tan pronto como se reanudó el tráfico en la línea, los vagones estaban repletos, incluso los días de semana", detalla. "Nunca habíamos anticipado una tendencia semejante, pero estamos muy contentos", afirma.