Cientos de parejas homosexuales contrajeron matrimonio por miedo de que la administración del presidente de Brasil, Jair Bolsonaro, pueda entorpecer la unión entre parejas del mismo sexo.
Pese a que durante su campaña no se expresó en contra las bodas gay, el mandatario acumula un historial de comentarios homofóbicos y despectivos, como en 2011, cuando declaró a Playboy que no podría amar a un hijo homosexual.
“Preferiría que un hijo mío muriera en un accidente a verlo por ahí besándose con otro hombre”.
Mientras que en otra entrevista dijo que un hijo gay es consecuencia de “no haberlo golpeado lo suficiente”.
Sea por miedo o por amor, unas cuarenta parejas se casaron hoy en Bela Vista, centro de Sao Paulo, en una ceremonia colectiva celebrada en Casa1, una ONG que brinda apoyo a jóvenes LGBT desamparados.
En días recientes, la organización lanzó un proyecto de financiamiento público para ayudar a parejas que quisieran anticipar su matrimonio “ante el escenario político que se prepara”. En pocos días recaudaron casi 12.000 dólares para afrontar los gastos.
“Es nuestra forma de levantar bandera por nuestros derechos frente al nuevo escenario”, dijo Lais Risatto, miembro de la ONG.
La futura ministro de Derechos Humanos, Damares Alves, una pastora evangélica de 54 años, dijo en una entrevista al diario O Globo que el casamiento homosexual es un “derecho conquistado que ya no se discute más”, pero no ha logrado calmar los temores.
En Brasil, el casamiento homosexual está reglamentado por la justicia desde mayo de 2013, basado en un fallo del Supremo Tribunal Federal de 2011 cuando resolvió, tras la presentación de dos parejas gays que pedían ser reconocidos como una familia; sin embargo, no hay una ley al respecto.
evl