Objeto de deseo del presidente estadunidense Donald Trump, Groenlandia celebra este martes elecciones legislativas locales que pueden definir un calendario hacia la independencia querida por la mayoría de la población de este territorio danés.
Recubierta en un 80 por ciento de hielo, esta enorme isla del Ártico de 57 mil habitantes, casi el 90 por ciento de ellos inuit, posee hidrocarburos e importantes minerales para la transición energética que despiertan la codicia de Trump.
El republicano, convencido de poder hacerse de una forma u otra con este territorio autónomo danés, ha intentado influir hasta el último minuto en estas elecciones para renovar los 31 diputados del Inatsisartut, el parlamento local.
La insistencia, a veces amenazadora, provoca estupefacción, rechazo y, en ocasiones, entusiasmo entre los habitantes de esta isla.
"Trump pone a Groenlandia en el corazón de las relaciones internacionales y todo el mundo se interesa. En este sentido, está bien", dice bajo una lluvia helada Hans Kaali Davidsen.
"Pero a Trump, viendo la forma como gestiona su política y su propio país y el rumbo que toman las cosas en Estados Unidos, no, a él no lo queremos", afirma este habitante de Nuuk, la capital del territorio.
Más allá del presidente estadunidense, los debates electorales se centraron en la sanidad, la educación y la relación con Dinamarca, que conserva las competencias diplomáticas, militares o monetarias de la isla ártica.
Independencia sí, ¿pero cuándo?
Sus habitantes se sienten a menudo tratados como ciudadanos de segunda fila por la antigua potencia colonial danesa, de la que todos los principales partidos quieren independizarse.
Sin embargo, el consenso se agrieta en cuanto al calendario: la principal formación de la oposición, los nacionalistas del Naleraq, la desean rápidamente; pero los integrantes de la coalición del gobierno local saliente, la izquierda ecologista Inuit Ataqatigiit (IA), literalmente Comunidad Inuit, y los socialdemócratas de Siumut, la condicionan al progreso económico.
Actualmente, el territorio depende económicamente de la pesca, que representa casi todas sus exportaciones, y de la ayuda anual de unos 530 millones de euros (575 millones de dólares) suministrada por Copenhague, que supone un 20 por ciento del PIB local.
Los independentistas más impacientes consideran que Groenlandia será autosuficiente con la explotación de sus recursos minerales, especialmente las tierras raras.
Sin embargo, sus reservas son modestas a nivel mundial y el sector minero es muy embrionario, socavado por los elevados costes de explotación causados por el clima hostil y la falta de infraestructuras.
Después de lanzar en su primer mandato la idea de comprar la isla, rechazada por las autoridades danesas y groenlandesas, Trump volvió a la carga en los últimos meses.
Sin descartar el uso de la fuerza, el magnate republicano reitera una y otra vez su deseo de hacerse con este territorio considerado importante para la seguridad estadunidense frente a Rusia y China.
En la noche del domingo al lunes, a horas del inicio de la votación, Trump prometió de nuevo en su red Truth Social seguridad y prosperidad a los groenlandeses que deseen formar parte de la Mayor Nación del mundo.
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"No queremos ser estadunidenses"
Según un sondeo publicado en enero, un 85 por ciento de los groenlandeses rechaza esta opción.
"¡Que se joda Trump! No queremos ser estadounidenses. Es tan arrogante", dijo el lunes Rene Olsen, empleado naviero de 58 años.
El primer ministro saliente del territorio, Mute Egede del IA, pidió respeto a Trump y lamentó que su carácter muy imprevisible haga que la la gente se sienta insegura.
En cambio, los nacionalistas opositores de Naleraq ven en el dueño de la Casa Blanca un posible apoyo antes de negociar con Dinamarca.
"El mensaje de Trump es positivo porque ofrece un marco más seguro y estable para el movimiento independentista", dijo a la AFP Juno Berthelsen, dirigente del partido.
"Necesitamos a Estados Unidos para nuestra seguridad nacional y viceversa", agregó.
Pero en algunos casos, los comentarios de Trump enfrían el ardor independentista y refuerzan los lazos con Copenhague.
Kornelia Ane Rungholm, una funcionaria municipal del pueblo de Qaqortoq, admite que ya no quiere "la independencia porque Trump se apoderará de nosotros de inmediato".
Sin embargo, los analistas consideran que la injerencia del republicano no influirá en gran medida en el resultado electoral, aunque contribuye a polarizar el debate y a reforzar a cada uno en sus convicciones.
Primer ministro de Groenlandia responde a Trump: "la isla es nuestra"
El primer ministro de Groenlandia dijo el miércoles que la isla “es nuestra” y no puede ser tomada ni comprada, en respuesta al mensaje del presidente de Estados Unidos, Donald Trump, quien afirmó que su gobierno respalda el derecho de autodeterminación del territorio ártico, pero añadió que Washington se hará con él “de una forma u otra”.
El líder groenlandés, Múte Bourup Egede, indicó que los habitantes de la isla no son estadunidenses ni daneses porque son groenlandeses, y es algo que Estados Unidos debe entender, escribió en una publicación en groenlandés y danés en Facebook el miércoles.
HCM