El combate a las pandillas, la construcción de mega cárceles y la aplicación de una política de mano dura contra el delito están entre las principales promesas de campaña de los candidatos a la presidencia de Guatemala, que buscan seguir el ejemplo del vecino líder salvadoreño Nayib Bukele.
La fórmula de Bukele se ha vuelto muy conocida en Latinoamérica y le ha granjeado un índice de aprobación que es la envidia de cualquier líder mundial, incluso un año después de suspender derechos clave para librar su guerra contra las maras.
“Sería bueno que aplicaran sus planes" en Guatemala, dijo la trabajadora estatal Lucrecia Salazar, de 48 años, quien vive en una zona del país donde habitan pandilleros. "Tenemos los recursos, lo que falta es voluntad”, agregó.
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A principios de mayo, cuando anunció su plan de gobierno ante simpatizantes que la vitoreaban, la ex primera dama guatemalteca Sandra Torres, del partido Unidad Nacional de la Esperanza, dijo que implementaría la estrategia de Bukele para poner fin "al flagelo de los homicidios, asesinatos y extorsiones en nuestro país”.
Tras un estallido de violencia en marzo de 2022 Bukele implementó, con la venia del Congreso, un estado de excepción que suspende varios derechos constitucionales, entre ellos, el de una persona a ser debidamente informada de sus derechos y de los motivos de su detención, así como a contar con la asistencia de un abogado. Desde entonces más de 68 mil personas han sido encarceladas, muchas de las cuales fueron a parar a la que Bukele denominó la prisión más grande de Latinoamérica.
Los homicidios, que ya estaban en declive, se desplomaron. La vida volvió a las calles y plazas públicas de muchas comunidades que durante largo tiempo habían estado bajo el yugo de las pandillas y donde las familias solían esconderse en sus casas después del anochecer.
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En Guatemala, los integrantes de las pandillas aterrorizan y extorsionan a la población, pero el país tiene casi tres veces más habitantes y su territorio es cinco veces más grande que el de su vecino, por lo que no hay garantía de que las estrategias de El Salvador puedan replicarse con igual resultado.
Las tasas de homicidios en toda la región se desplomaron en 2020 debido a las restricciones por la pandemia, pero mientras la cifra sigue disminuyendo en El Salvador, en Guatemala y varios países centroamericanos han repuntado. El año pasado Guatemala tuvo 17 homicidios por cada 100 mil habitantes y Honduras 36.
Renzo Rosal, politólogo y catedrático de la Universidad Landívar en Guatemala, explicó que la imitación de Bukele que hacen los políticos guatemaltecos tiene que ver con su atracción por el autoritarismo y la falta de contenido en sus propuestas.
Un candidato con posibilidades remotas, Amilcar Rivera, del partido Victoria, incluso ha adoptado una barba oscura y recortada como la de Bukele y una gorra de béisbol. “El nivel de vacío es tal que incluso copian su apariencia física”, dijo Rosal.
Fanáticos e imitadores de Bukele también han surgido en otras partes de Latinoamérica.
En Argentina las pancartas de campaña de Santiago Cúneo, un candidato marginal para las elecciones presidenciales de octubre, muestran fotos de él y el presidente salvadoreño.
La revista colombiana Semana, de tendencia derechista, recientemente colocó a Bukele en su portada con el titular “El milagro de Bukele” y una historia elogiando los logros de seguridad de su administración. Colombia realizará elecciones locales y regionales en octubre.
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Zury Ríos, hija de ex dictador guatemalteco
Una candidata guatemalteca encantada con Bukele es Zury Ríos Sosa, hija del ex dictador fallecido Efraín Ríos Montt y abanderada de la coalición de extrema derecha Valor-Unionista.
Ríos Sosa ha mostrado en varias ocasiones su admiración tanto por Bukele como por el ex presidente colombiano Álvaro Uribe, quien lideró una ofensiva sin cuartel contra la guerrilla durante su presidencia.
Ríos Sosa ofrece construir por lo menos tres nuevas cárceles bajo lo que llama “Plan de fortalecimiento El Salvador-Colombia”.
“Tenemos que admitir que el presidente Bukele ha tenido el carácter, la firmeza y la determinación de la aplicación de la ley”, dijo en una entrevista para un canal local.
Los defensores de derechos humanos han criticado lo que consideran una erosión del debido proceso en El Salvador. Carolina Jiménez, presidenta de WOLA, una organización no gubernamental con sede en Washington centrada en los derechos humanos en las Américas, sostuvo que las medidas prometidas por los admiradores guatemaltecos de Bukele crean una ilusión de seguridad.
“El efecto Bukele es contagioso por las necesidades de seguridad que tiene la gente, una necesidad válida que no ha sido atendida”, dijo. Lo más fácil de decir es “puedo aplicar ese modelo de seguridad aquí, pero sólo es un espejismo”.
“¿Qué viene después?", se preguntó Jiménez. ”Las raíces (de la violencia) tienen que ver con la exclusión social, la pobreza y otros problemas estructurales”, explicó.
Defensores de derechos humanos ven en el presidente salvadoreño un peligro para la democracia regional: su política de mano dura y su intención de postularse para un segundo mandato pese a estar prohibido en la constitución son, dicen, una muestra de autoritarismo.
aag