Pocos meses después de que adolescentes mataran a 12 compañeros y su padre en la secundaria Columbine, Coni Sanders estaba parada en un supermercado con su hija menor cuando se enfrentó con la portada de una revista.
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Mostraba a los dos agresores que habían perpetrado una de las peores masacres escolares en la historia de Estados Unidos. Sanders cayó en la cuenta que pocas personas sabían gran cosa de su papá, quien salvó innumerables vidas, pero casi todos sabían los nombres y los detalles más pequeños de los agresores que perpetraron la masacre.
En las décadas que han pasado desde Columbine, un creciente movimiento ha exhortado a los medios de comunicación a no identificar a los agresores de tiroteos y dejar de sacar datos biográficos constantes sobre ellos. Los críticos dicen que darles notoriedad ofrece poco para comprender los ataques y, por el contrario, fomenta una cobertura como si fueran celebridades que motiva ataques futuros.
El ataque de 1999 en Colorado sigue motivando a otros atacantes, incluidos los dos hombres que esta semana irrumpieron en una escuela de Brasil y mataron a siete personas.
El hombre armado que atacó las dos mezquitas en Nueva Zelanda, matando al menos a 50 personas, también dijo que se inspiró en el hombre que en 2015 mató a nueve feligreses negros en una iglesia en Charleston, Carolina del Sur.
Adam Lankford, un criminólogo de la Universidad de Alabama quien ha estudiado la influencia de la cobertura mediática en futuros agresores, dijo que es de vital importancia evitar la cobertura excesiva de los hombres armados.
“Muchos de estos agresores quieren ser tratados como celebridades. Quieren ser famosos, así que es importante no darles esta atención”, dijo.
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La idea afectó de cerca a Sanders. Casi hacia donde volteara —el supermercado, restaurante, un periódico o revista— veía la cara de los agresores de Columbine y escuchaba o leía sobre ellos. Incluso en su casa era bombardeada a través de la televisión.
El año pasado, la Comisión en Seguridad Escolar del gobierno de Donald Trump pidió a la prensa dejar de identificar y publicar fotografías de los agresores. Fue uno de esos inusuales momentos en que tanto defensores de armas como los activistas en contra de su posesión estuvieron de acuerdo.
Los departamentos policiales llevan la delantera. El acto más reciente fue de la jefa de policía de Aurora, Illinois, quien mencionó una vez el nombre del atacante que mató a cinco colegas e hirió a cinco agentes el mes pasado.
“Dije su nombre una vez para la prensa y nunca saldrá otra vez de mis labios”, dijo Kristen Ziman en una publicación en Facebook.
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