Los agotados rescatistas trabajaron durante toda la noche del miércoles para recuperar más cadáveres de entre los restos de los miles de edificios que colapsaron en Turquía y Siria luego de un catastrófico terremoto que causó más de 7 mil 700 fallecidos. A veces, su sombría tarea se veía interrumpida por la alegría de encontrar a alguien con vida.
Casi dos días después del devastador sismo de magnitud 7,8 que remeció el sureste de Turquía y el norte de Siria, los equipos de rescate sacaron a Arif Kaan, un niño de tres años, de debajo de los escombros de un edificio de apartamentos derrumbado en Kahramanmaras, una ciudad no muy lejana al epicentro.
Con la parte inferior de su cuerpo atrapado bajo losas de concreto y barras retorcidas, los operarios de emergencias le cubrieron el torso con una manta para protegerlo de las gélidas temperaturas mientras retiraban con ciudado los escombros, conscientes de la posibilidad de provocar otro derrumbe.
El padre del pequeño, Ertugrul Kisi, quien había sido rescatado antes, sollozaba mientras liberaban su hijo y lo subían a una ambulancia.
“Por ahora, el nombre de la esperanza en Kahramanmaras es Arif Kaan”, dijo un reportero de la televisión turca mientras el dramático rescate se emitía en vivo para todo el país.
Unas horas más tarde, los rescatistas sacaban a Betul Edis, de 10 años, de debajo de los restos de su casa en la ciudad de Adiyaman. Entre los aplausos de los espectadores, su abuelo le dio un beso y le habló en voz maja mientras era llevada a una ambulancia.
Pero estas historias eran cada vez más escasas a más de dos días del terremoto del lunes, que afectó a una zona muy grande e hizo colapsar edificios, con temperaturas bajo cero y continuas réplicas que complicaban las tareas de rescate.
Equipos llegados desde más de dos docenas de países se unieron a los más de 24 mil efectivos de emergencias turcos y el país comenzaba a recibir la ayuda prometida.
Pero con la devastación extendiéndose por varias ciudades y pueblos, algunos aisladas por la guerra en Siria, las voces que lloraban entre los montones de escombros se silenciaron y la desesperación entre los que seguían esperando ayuda iba en aumento.
En Siria, el temblor tiró miles de edificios y llevó más miseria a una región asolada por 12 años de guerra civil y una crisis de refugiados.
El lunes por la tarde, los residentes de una localidad en el noroeste de Siria encontraron a una recién nacida que lloraba y todavía estaba unida por el cordón umbilical a su madre, que había muerto. Era la única de su familia que sobrevivió al colapso de un inmueble en Jinderis, según contaron familiares a The Associated Press.
Turquía acoge a millones de refugiados por la guerra. La zona afectada en Siria está dividida entre el territorio controlados por el gobierno de Damasco y el último enclava en manos de la oposición, donde millones de personas dependen de la ayuda humanitaria.
Hasta 23 millones de personas podrían verse afectadas en la región, indicó Adelheid Marschang, responsable de emergencias en la Organización Mundial de la Salud, que calificó la situación como una “crisis sumada a múltiples crisis”.
En Turquía, muchos sobrevivientes han tenido que dormir en autos, a la intemperie o en albergues habilitados por el gobierno.
“No tenemos una tienda de campaña, no tenemos un calentador, no tenemos nada. Nuestros hijos están muy mal. Todos nos estamos mojando bajo la lluvia y nuestros hijos están a la intemperie”, comentó Aysan Kurt, de 27 años, a la AP. “No morimos ni de hambre ni por el sismo, pero moriremos congelados por el frío”.
El presidente de Turquía, Recep Tayyip Erdogan, señaló que 13 de los 85 millones de habitantes del país se vieron afectados por el sismo y declaró el estado de emergencia en 10 provincias. Más de 8.000 personas han sido sacadas de entre los escombros en el país y unas 380.000 se han refugiado en los albergues gubernamentales y en hoteles, según las autoridades.
En Siria, la llegada de ayuda se ha visto obstaculizada por la guerra y el aislamiento de la región controlada por los rebeldes a lo largo de la frontera, que está rodeada por las fuerzas del gobierno de Damasco, respaldadas por Rusia. La nación es un paria dentro de la comunidad internacional debido a las sanciones occidentales relacionadas con el conflicto.
Naciones Unidas dijo que estaba “explorando todas las vías” para llevar suministros a la zona noroccidental en manos rebeldes.
Según el vicepresidente de Turquía, Fuat Oktoy, al menos 5.894 personas murieron por el sismo en el país y otras 34.810 resultaron heridas.
Los fallecidos en zonas controladas por el gobierno sirio subieron a 812, con unos 1.400 heridos, de acuerdo con el Ministerio de Salud de Damasco. Al menos 1.020 más murieron en la región controlada por los rebeldes, según los Cascos Blancos, y había más de 2.300 heridos.
La región se encuentra sobre grandes fallas tectónicas y a menudo se ve sacudida por sismos. Alrededor de 18.000 personas perdieron la vida en terremotos de similar intensidad que remecieron el noroeste de Turquía en 1999.