Después de la explosión, La Habana vieja se paralizó y después el caos. El Hotel Saratoga, uno de los más emblemáticos de la isla, explotó y su histórica fachada se convirtió en escombros.
El humo y el polvo cegaron a los cientos de cubanos que a diario caminan por esta zona. No había, según ellos, una tragedia de esta magnitud al menos en los últimos cuatro años. Todo fue conmoción total.
Después del susto, empezaron las caminatas para salir de la zona, para buscar una guagua, para encontrar información sobre los hechos, porque muchos sospechaban que algún familiar podía estar ahí. Y como siempre a caminar, a hacer fila, a esperar.
Un militar contenía a los mirones y a los preocupados. Como el uso del celular está normalizado, a llamar. Conversaciones superfluas, pero a gritos: "¿Y tú qué viste? ¿Dónde estabas? Solo vi humo, mejor me esperé en la oficina y ya después salí".
Al mismo tiempo las ambulancias entraban y salían, los rescatistas buscaban sobrevivientes, las maquinarias trabajando y los bomberos enfriando una pipa de gas. En la zona cero no había ni un segundo de descanso.
Y afuera, las teorías. En el país donde los ciudadanos ya no confían, mejor empezar con lo que en redes se ha hecho popular como la conspiranoia. "eso no es gas, el gas no deja eso, no hace eso".
"¿Y en el televisor? Nada. ¿Cuántos muertos? Nada. ¿Y los niños de la primaria? Nadie supo", se preguntaba y contestaba una señora que accedió a una entrevista, eso sí, nada grabado, "escríbele, papi".
El Capitolio Cubano al fondo. Cada vez más seguridad y militares. La gente interrumpió su vida diaria por algunas horas para ver la tragedia y seguir opinando.
"Esa pipa seguro no estaba ahí, ¿sabe usted lo que se necesita para enfriar una pipa? Eso no, no necesitan agua, que le pongan espuma, esa pipa no estaba"
Poco a poco se fue perdiendo el interés, el cerco de seguridad se relajó y ya se podía pasar a una cuadra de la tragedia. Eso, los cuerpos de emergencia no pararon ni un minuto de trabajar. Hasta los binomios caninos llegaron.
Los cuerpos de seguridad seguían trabajando y los nuevos curiosos acercándose. Foto, video, mensaje de voz. En la nueva realidad de La Habana, esta explosión hasta una selfie ameritó.
JLMR