Huelgas por reforma de pensiones paralizan ciudades y servicios en Francia

Las afectaciones se han extendido en varias localidades, donde han criticado la medida propuesta por el gobierno de Emmanuel Macron.

Las huelgas en Francia han afectado varios servicios. | AP
Editorial Milenio
Francia /

Los trabajadores tomaron las calles el jueves en muchas ciudades francesas para rechazar una reforma propuesta de las pensiones que retrasaría la edad de jubilación, en una jornada de protestas y huelgas nacionales considerada como una gran prueba para Emmanuel Macron y su presidencia.

Las manifestaciones congregaron a miles de personas en las ciudades de París, Marsella, Tolosa, Nantes, Lyon y otros lugares, mientras las huelgas causaban graves interferencias en transportes, escuelas y otros servicios públicos en todo el país.

Según las nuevas normas, los trabajadores franceses tendrían que trabajar más antes de retirarse, ya que la edad básica para la jubilación subiría de los 62 a los 64 años. En un país con una población envejecida y una creciente esperanza de vida donde todo el mundo recibe una pensión del estado, el gobierno de Macron dice que la reforma es la única manera de que el sistema sigua siendo solvente.

Los sindicatos alegan que la reforma de las pensiones pone en peligro derechos muy peleados y proponen un impuesto a los ricos o que los empleadores aumenten su contribución en las nóminas para financiar el sistema de pensiones. Los sondeos apuntan a que la mayoría de los franceses se opone a la reforma.

El jueves se esperaban más de 200 marchas en todo el país, incluida una en París en la que participarían todos los sindicatos de Francia.

Laurent Berger, líder del sindicato CFDT, afirmó en la televisora BFMTV que el gobierno prepara una reforma “injusta” y llamó a los trabajadores a “salir pacíficamente (a las calles) para decir que están en desacuerdo”.

Los sindicatos policiales opuestos a la reforma también participaban. Los agentes que no participarían en las protestas se preparaban para posibles incidentes violentos si grupos extremistas se unían a las manifestaciones.

La mayoría de los trayectos de tren en Francia estaban cancelados el jueves, incluidas algunas conexiones internacionales, según la autoridad ferroviaria SNCF. En torno al 20 por ciento de los vuelos que salían del Aeropuerto de Orly de París se habían cancelado y las aerolíneas advertían de retrasos.

Las manifestaciones se extienden a varios sectores

Los trabajadores de la red eléctrica prometieron reducir la producción como forma de protesta.

Entre el 34 y el 42 por ciento de los maestros estaban en huelga, dependiendo de la escuela, según el Ministerio de Educación Nacional. Se esperaba que los sindicatos de estudiantes de secundaria se sumaran a las protestas.

Thierry Desassis, profesor retirado, tachó de “aberración” el plan del gobierno.

“Es a los 64 cuando empiezas a tener problemas de salud. Yo tengo 68 y buena salud, pero he empezado a ver médicos más a menudo”, comentó.

Los paros también afectaban a algunos monumentos. El Palacio de Versalles cerró el jueves, mientras que la Torre Eiffel advertía de posibles interrupciones de servicio y el Museo Louvre dijo que algunas salas permanecerían cerradas.

Muchos trabajadores franceses expresaron sentimientos encontrados sobre el plan del gobierno y mencionaron la complejidad del sistema de pensiones.

Selim Draia, artista de animación de 48 años, dijo que había que hacer algunos cambios, “pero apresurarlos así... Creo que el país está lo bastante dividido y polarizado como para tomarse el tiempo de tener una conversación”.

Quentin Coelho, de 27 años y empleado de Cruz Roja, sentía que debía trabajar el jueves pese a comprender “la mayoría de las demandas de los huelguistas”. Con una población envejecida en el país, dijo, subir la edad de jubilación “no es una estrategia eficiente. Si lo hacemos ahora, el gobierno podría decidir subirla más en 30 o 50 años. No podemos predecirlo”.

Coelho dijo que no confiaba en el gobierno y ya estaba ahorrando para su jubilación.

Liliane Ferreira Marques, vendedora brasileña de 40 años que vive en Bouss-Saint-Antoine, al sur de París, dijo que llegaría tarde a trabajar porque había tenido que esperar para subir a uno de los pocos trenes a París y había muchos problemas de tráfico.

“Comparto la mayoría de las demandas de los huelguistas”, dijo. “Pero apenas me pagan el salario mínimo. Si hubiera podido, habría marchado con los huelguistas hoy, pero no puedo permitírmelo”. Le preocupaba que los cambios propuestos supusieran “trabajar más para ganar menos”.

Las autoridades asumen preocupaciones de los habitantes

El ministro de Trabajo, Olivier Dussopt, reconoció “preocupaciones” provocadas por la reforma de pensiones que requerirán “un esfuerzo adicional” a los trabajadores. Pidió a los huelguistas que no paralizaran la economía del país. “El derecho a la huelga es una libertad, pero no queremos ningún bloqueo”, dijo en declaraciones a la televisora LCI.

Dussopt justificó la decisión de retrasar la jubilación porque el gobierno había descartado otras opciones que implicaban subir impuestos, algo que según dijo dañaría la economía y costaría empleos, o reducir la cuantía de las pensiones.

El gobierno francés presenta oficialmente el lunes la propuesta de ley sobre pensiones, que llegaría al Parlamento el mes que viene. Su éxito depende en parte de la escala y duración de las huelgas y protestas.

Los cambios propuestos suponen que las personas que hayan trabajado al menos 43 años tendrán derecho a una pensión completa. Los que no cumplan ese requisito, como muchas mujeres que interrumpieron su carrera para criar a sus hijos o los que estudiaron durante mucho tiempo y empezaron a trabajar más tarde, la edad de jubilación se mantendría en los 67 años.

Los que comenzaron a trabajar pronto, antes de los 20 años, y los trabajadores con graves problemas de salud podrían retirarse antes.

Macron ya intentó subir la edad de jubilación en 2019, una iniciativa que fue recibida con prolongadas huelgas y que el mandatario retiró finalmente cuando llegó la pandemia del covid-19.

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