En el noroeste de Sudáfrica, entre la tierra seca y un lago artificial brillante bajo el sol, Marius Els, exmayor del ejército, desafió los límites de la naturaleza. No fue un elefante ni un león lo que eligió como compañía; fue un hipopótamo, un animal que puede superar la tonelada de peso y cuya fuerza territorial es implacable. Lo llamó Humphrey. Para él, era un hijo. Para la naturaleza, una advertencia que pronto se tornaría mortal.
Esta es su historia.
El santuario de un hombre y su gigante
Marius transformó 160 hectáreas de su granja en un refugio hecho a medida de Humphrey. Excavó un lago artificial de 18 metros de profundidad y 200 metros de largo, rodeado de más de veinte especies exóticas, un oasis que combinaba esfuerzo humano y visión animal.
Humphrey llegó como un cachorro de cinco meses, rescatado en 2005 de una inundación que casi lo mata. En seis años, creció hasta convertirse en un coloso de 1,200 kilos, con fuerza suficiente para aplastar embarcaciones y romper cualquier estructura que invadiera su territorio. Durante ese tiempo, Marius compartió largas horas de juego y fotografías que mostraban un vínculo extraordinario: un hombre confiando en que la ternura podía contener lo salvaje.
Advertencias ignoradas
Los incidentes previos eran claros. Un hombre y su nieto fueron perseguidos mientras navegaban en canoa por el río de la granja, y su única salida fue trepar a un árbol, mientras Marius calmaba al animal con una manzana. Humphrey también había causado problemas dentro de la granja: mató algunos terneros y escapaba constantemente, persiguiendo incluso a golfistas en un club cercano al lugar.
La esposa de Els, Louise, especialista en farmacología, había expresado sus dudas sobre la convivencia con el hipopótamo, pero Marius confiaba en que su relación especial podría neutralizar la fuerza del animal. Los vecinos, por su parte, recordaban constantemente que los hipopótamos son territoriales, impredecibles y responsables de más muertes humanas que leones, elefantes o cocodrilos.
Seis años de tensión contenida
Cada año, cada instante junto al lago era un acto de equilibrio. Marius posaba sobre Humphrey, mientras el hipopótamo también aprendía a interactuar con humanos, deslizándose junto a ellos por el agua, algo que para muchos parecía imposible con un animal de su tamaño y fuerza.
Y frente a esto, cada gesto era un cálculo frente a un animal capaz de aplastar, morder y destruir en segundos. La convivencia era frágil, sostenida por la confianza y la rutina, dos elementos que la naturaleza no reconoce como barreras.
En medio de esta tensión constante, a principios del año del ataque, se tomó una fotografía de Els montado sobre el lomo de Humphrey, que para él era “como un hijo, casi un ser humano”.
“Hay una relación entre Humphrey y yo, y eso es lo que algunos no entienden”, declaraba, consciente del peligro que la relación implicaba.
El ataque mortal
En noviembre de 2011, todo cambió. Marius fue hallado sumergido en el río, con múltiples mordeduras profundas y partes del cuerpo mutiladas, tras haber permanecido un tiempo indeterminado bajo el agua. El lago, que alguna vez fue un refugio tranquilo, quedó manchado de sangre, testigo de la fuerza desatada del animal.
Jeffrey Wicks, portavoz de los servicios de emergencia, relató:
“El hombre había sido mordido varias veces por el animal. La escena era devastadora”.
De acuerdo con expertos, Humphrey, el compañero que Marius había criado desde bebé, actuó por instinto territorial. El afecto no pudo contener la fuerza de un gigante que, sin intención de crueldad, ejecutó su naturaleza con precisión letal.
El poder que no se negocia
Los hipopótamos son gigantes semiacuáticos, con capacidad para convertir cualquier interacción en mortal:
- Peso: 1,500 – 3,200 kg (machos adultos), 1,300 – 1,800 kg (hembras)
- Mandíbulas: fuerza de mordida equivalente a 8,000 – 9,000 Newtons, suficiente para romper huesos y dañar embarcaciones pequeñas
- Dieta: hasta 40 kg de pasto por noche
- Ataques mortales: entre 29% y 87% de los encuentros con humanos, según investigadores
- Peligrosidad: altamente territoriales y agresivos, responsables de cientos de muertes humanas al año en África
- Comportamiento: impredecible, especialmente en su hábitat acuático
Aunque herbívoros, su instinto de defensa convierte cualquier intrusión en amenaza directa. La familiaridad humana frente a esta fuerza es una apuesta arriesgada que, en el caso de Marius, resultó fatal.
La lección de Humphrey
El lago que Marius construyó como santuario se convirtió en el escenario de su muerte. Humphrey no fue cruel; simplemente actuó según su naturaleza. Por lo tanto, la tragedia deja un límite insoslayable: la confianza humana no domina la fuerza instintiva, y la relación que parecía inquebrantable se quebró en segundos.
De este modo, los incidentes previos, sumados a la tragedia final, muestran que la línea entre cercanía y peligro en la naturaleza es increíblemente delgada; así, incluso el amor más profundo puede ceder ante el instinto y la fuerza de un animal salvaje.