La infanta Cristina, hija del rey emérito de España, Juan Carlos de Borbón, e Iñaki Urdangarin, anunciaron que “interrumpirán su relación matrimonial”, después de que el ex duque de Palma fuera fotografiado con otra mujer.
El anuncio se hizo mediante un comunicado, de apenas cuatro líneas y que no habla de divorcio ni de separación, y que además recuerda al que, hace ya casi 15 años, mandó la Casa Real en nombre de la infanta Elena y Jaime de Marichalar. La frase utilizada en aquella ocasión fue “cese temporal de la convivencia”. Una fórmula que, al igual que en el caso de su hermana Cristina, deja la puerta abierta a una posible reconciliación.
Cristina, que ya no forma parte de la Familia Real después de que Urdangarin ingresara a la cárcel por varios delitos, mantiene su residencia en Suiza a donde se mudó en el verano de 2020, y todo indica que su intención es continuar trabajando en dicho país, en la Fundación Aga Khan.
Allí se trasladó la familia -en septiembre de 2014- cuando el escándalo del “caso Nóos” hacía inviable su día a día en Barcelona. La segunda hija de los reyes Juan Carlos y Sofía, de 56 años, puso tierra de por medio para proteger a sus hijos del acoso mediático al que eran sometidos, tras el encarcelamiento de Urdangarin.
Hoy sólo la hija pequeña, Irene, de 16 años, continúa a su lado. Sus otros tres hijos hace tiempo que ya son independientes: Juan Valentín de 22 años, vive en Madrid; Pablo Nicolás, de 21, en Barcelona; y Miguel, de 19 años, en Londres.
“Todos estamos tranquilos y nos vamos a querer igual (...) Son cosas que pasan y lo hablaremos entre nosotros”, fueron las palabras de Pablo Urdangarin, luego de que la revista Lecturas retratara a su padre de la mano de otra mujer y se confirmara la ruptura del matrimonio.
La mujer de la foto fue identificada como Ainhoa Armentia, de 43 años e integrante del despacho Imaz&Asociados, ubicado en Vitoria, donde Urdangarin trabaja desde hace diez meses como requisito para poder acogerse al tercer grado de su condena de cinco años y 10 meses por corrupción.
La cárcel distanció a Cristina e Iñaki. La prisión abulense de Brieva, en la que ingresó el 18 de junio de 2018, cambió a Urdangarin. Durante 15 meses permaneció recluido sin ningún tipo de salidas; aislado. Era el único hombre en un módulo de una cárcel de mujeres.
Pero la hermana del rey Felipe VI seguía dispuesta a todo. Ya había hecho lo más difícil: renunciar a todo por amor. Incluso pudo acabar entre rejas (el colectivo Manos Limpias pedía para ella ocho años de cárcel en el juicio que comenzó en enero de 2016), pero la justicia terrenal la absolvió.
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El escándalo del “caso Nóos”, cuyo cabecilla era el ex duque y su socio Diego Torres, les sorprendió en Washington -donde residieron entre 2009 y 2012-, hicieron las maletas y regresaron a España para preparar la defensa de Urdangarin, y de ahí a Ginebra.
Los meses pasaron y el distanciamiento entre Cristina y el resto de su familia era más que evidente. Tan sólo la reina Sofía y la infanta Elena se dejaban fotografiar con ella. Ni una sola palabra, ni oficial ni extraoficialmente, pronunció la Zarzuela de apoyo.
El 20 de junio de 2013 participó en el último acto como miembro de la Familia Real. Se sentó junto al rey Felipe y Letizia, quienes no le dedicaron ni una mirada.
Posteriormente, llegó la abdicación en junio de 2014 de Juan Carlos I, a quien ha visitado en varias ocasiones desde que se “exilio” en Abu Dabi -incluso aprovechó un viaje para vacunarse-. No fue invitada a la firma con la que se hizo efectivo el relevo en la Corona en el Palacio Real. Tampoco a la proclamación de su hermano menor Felipe VI. Se le comunicó saber que no era bien recibida en el Palacio de la Zarzuela. Felipe le retiró en junio de 2015 el Ducado de Palma.
AA