Irak, país especialmente expuesto a ciertos efectos del cambio climático, sufre por segundo día consecutivo una ola de calor con temperaturas que alcanzarán los 51 grados, una situación extrema para muchos iraquíes que trabajan en el exterior.
El termómetro marcó 50 grados en la capital Bagdad el domingo, una temperatura que también debería superarse el lunes, indicó Amer al Jabri, portavoz de la agencia meteorológica iraquí.
"Las temperaturas más elevadas se observarán (el lunes) en el sur, con 51 grados previstos en la regiones de Samawa, Nasiriya, Diwaniya y Nayaf", explicó Jabri, y añadió que aunque deberían bajar en los próximos días se prevé que las altas temperaturas sigan "hasta finales de septiembre".
Irak, uno de los cinco países más expuestos a ciertos efectos del cambio climático según la ONU, vive actualmente su cuarto año de sequía consecutivo.
Comienza la "ebullición global"
El jefe de derechos humanos de la ONU, Volker Turk, dijo el 9 de agosto que el calor extremo del verano y la contaminación del sur de Irak, donde ha estado de visita, han dejado claro "que ha comenzado la era de la ebullición global".
Turk hizo los comentarios al final de una visita de cuatro días a
Irak durante la cual se reunió con autoridades y recorrió el país, a veces bajo un calor de 50ºC, para hablar de derechos humanos, centrándose en el cambio climático.
"De pie, bajo un calor abrasador, en ese paisaje lleno de cicatrices, respirando aire contaminado por las numerosas llamaradas de gas que salpican la región, me quedó claro que la era de la ebullición global ha comenzado", dijo en una conferencia de prensa en Bagdad, refiriéndose a su estancia en la región petrolera de Basora, en el sur de Irak.
Una reducción de las precipitaciones combinada con una mala gestión de los recursos hídricos ha provocado años de sequía persistente, con los niveles de agua más bajos jamás registrados este año, según el Ministerio de Recursos Hídricos.
Los dos ríos principales de Irak, el Tigris y el Éufrates, atraviesan el país y dieron origen a algunas de las primeras civilizaciones del mundo hace miles de años, pero ahora son demasiado débiles para sostener la agricultura que antaño floreció en sus riberas.
"Lo que está ocurriendo aquí es una ventana a un futuro que se avecina para otras partes del mundo si seguimos incumpliendo nuestra responsabilidad de tomar medidas preventivas y paliativas contra el cambio climático", declaró Turk.
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