El presidente ultraderechista argentino, Javier Milei, explicitó la ruptura con su vicepresidenta, Victoria Villarruel, al afirmar que no participa en las decisiones de su gobierno y que mantiene con ella un diálogo acotado a lo “institucional”.
A un año del triunfo electoral en la segunda vuelta, el mandatario manifestó su malestar con quien fue su compañera de fórmula, tras una serie de episodios en los que Villarruel buscó desmarcarse de decisiones clave del gobierno que comparten.
“Ella no tiene ningún tipo de injerencia en la toma de decisiones”, expresó Milei en un reportaje que concedió al canal La Nación+ de Buenos Aires el miércoles por la noche. Y acotó que la vicepresidenta “hace mucho tiempo que decidió no participar en las reuniones de gabinete”.
La declaración de Milei sorprende porque expone diferencias en la cúpula del poder justo en momentos en que los mercados reaccionan positivamente a sus medidas de ajuste y, más, teniendo en cuenta que hay ejemplos en la historia reciente de Argentina de crisis económicas desatadas por los contrapuntos entre presidentes y sus número dos.
La vicepresidenta no se pronunció sobre los comentarios de Milei.
"Ella no tienen ningún tipo de injerencia", dice Milei:
A los pocos meses de asumir, Villarruel objetó al candidato que propuso Milei para integrar la Corte Suprema y también convalidó, como presidenta del Senado, un aumento de los salarios de los senadores, pese al severo plan de ajuste que aplica Milei sobre las cuentas del Estado para bajar el déficit.
Luego generó un contrapunto diplomático con Francia cuando lo tildó de “país colonialista” al salir en defensa de los jugadores de la selección de Argentina, en un escándalo por cánticos racistas durante la Copa América de Estados Unidos y obligó al gobierno de Milei a pedir disculpas formales.
También criticó un reciente acuerdo con Gran Bretaña para retomar los vuelos mensuales entre Brasil y las islas Malvinas con una escala en la provincia argentina de Córdoba, pero sin reabrir la discusión sobre la soberanía del archipiélago, que los británicos tienen cancelada desde su victoria en la guerra de 1982.
Hija de un ex combatiente de ese conflicto, la vicepresidenta calificó el arreglo como “contrario a los intereses de la Nación”.
Varios referentes del oficialismo denunciaron los vínculos que pulió Villarruel con sectores de la oposición en el Congreso (donde el partido gobernante la Libertad Avanza está en minoría) y aludieron a que tiene ambiciones políticas por fuera de ese espacio.
Milei convalidó las sospechas al afirmar que Villarruel “en su visión de muchas de las cosas de lo que nosotros hacemos, está mucho más cerca del círculo rojo y de lo que ella llama ‘alta política’, que es lo que nosotros llamamos la casta”.
Por “círculo rojo”, el mandatario argentino se refiere a sectores del poder económico y del sistema político tradicional.
Villarruel contra el Kircherismo:
La controversia entre Milei y Villarruel es ya una marca registrada en la política argentina, donde abundan ejemplos de chispazos entre presidentes y sus vice. En los 90, el presidente neoliberal Carlos Menem protagonizó una guerra menos pública con su vicepresidente Eduardo Duhalde, que aspiraba a sucederlo.
En 2000, el centro-izquierdista Carlos Álvarez renunció por diferencias con el entonces presidente Fernando De la Rúa. Y el último gobierno peronista de Alberto Fernández estuvo marcado por las diferencias con su poderosa vicepresidenta y dos veces presidenta, Cristina Fernández, por el rumbo de la economía.
En los tres casos, las diferencias en la cúpula del poder político fueron sucedidas por crisis económicas.
SNGZ