"Si Snowden, Assange y otros hacen lo que hacen, es en su calidad de ciudadanos. Ayudan a los demás a descubrir lo que hacen sus propios gobiernos. ¿Qué objetivo más noble puede tener un ciudadano libre? Y son severamente castigados por ello", son las palabras con las que el filósofo Noam Chomsky se pronunció sobre el caso del periodista australiano en una entrevista que concedió a Ignacio Ramonet y que forma parte del libro El Imperio de la vigilancia: nadie está a salvo de la red global de espionaje (2016).
Las palabras del lingüista se sumaron a las de decenas de defensores de la libertad de prensa, legisladores y líderes de todo el espectro político que durante más de una década abogaron por la libertad de Julian Assange, un objetivo que está próximo a consolidarse luego de que el fundador de WikiLeaks llegó a un acuerdo de culpabilidad con el gobierno estadunidense.
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En 2019 el Departamento de Justicia informó que un gran jurado federal presentó una acusación formal de 18 cargos en contra del periodista australiano por su supuesta participación en una de las mayores violaciones de información clasificada en la historia de los Estados Unidos.
Aquellas acusaciones en contra de Julian Assange solo fueron un eslabón más de la cadena de persecución que enfrentó por la filtración de miles de documentos a través de una organización de medios de comunicación multinacional y una biblioteca asociada fundada por él mismo: WikiLeaks.
El origen de 'WikiLeaks' y las primeras filtraciones
La génesis del caso Assange se remonta al año 2006 en la ciudad australiana de Townsville, Queensland cuando el activista puso en marcha una organización que, según su propio sitio web, se especializa en el análisis y publicación de grandes conjuntos de datos de materiales oficiales censurados o restringidos relacionados con la guerra, el espionaje y la corrupción.
“WikiLeaks es una gigantesca biblioteca que contiene los documentos más buscados del mundo. Damos asilo a estos documentos, los analizamos, los promovemos y obtenemos más”, refirió Julian Assange en entrevista con Der Spiegel.
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Aunque la organización ha publicado más de 10 millones de documentos y análisis asociados, 2010 fue el hito de una serie de publicaciones que hicieron temblar desde sus entrañas los cimientos de lo que el propio Assange definió como el “imperio estadunidense”.
El primer gran golpe se suscitó en abril cuando, a través de WikiLeaks, se publicó un video en el que se aprecia una supuesta agresión armada desde un helicóptero por parte de militares estadunidenses en contra de dos reporteros de la agencia Reuters en Bagdad.
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Tres meses más tarde, 70 mil documentos confidenciales sobre las operaciones de Estados Unidos y sus aliados en la guerra de Afganistán fueron expuestos. Una revelación similar se dio en octubre, pero esta vez fueron alrededor de 400 mil informes sobre la invasión estadunidense a Irak.
Entre datos maquillados sobre víctimas mortales y casos de corrupción, la información recién desclasificada por WikiLeaks comenzó a generar presión entre las más altas esferas políticas de Estados Unidos y, aunque ya se vislumbraba tintes de censura, no fue sino hasta noviembre de 2010 que las tensiones se acrecentaron tras la publicación del llamado Cablegate.
El ‘cablegate’ y el inicio de la persecución
"Comparten las mismas ideas políticas y tienen idéntica visión del mundo. En una última instancia, los estrechos vínculos y la visión común del mundo de Google y la Administración estadunidense están al servicio de los objetivos de la política exterior de Estados Unidos", expuso Julian Assange en entrevista con el periodista español Ignacio Ramonet.
Aunque dichas declaraciones fueron hechas por el periodista australiano años después, es precisamente esa perspectiva la que lo llevó en noviembre de 2010 a filtrar a cinco grandes medios de comunicación internacionales más de 200 mil cables diplomáticos del Departamento de Estado.
De acuerdo con información difundida por EL PAÍS, los documentos filtrados por WikiLeaks evidenciaron la gestión de la política exterior de Estados Unidos, incluyendo los cambios en sus relaciones con China y Corea del Norte, además de una orden emitida desde Washington para espiar a Ban Ki-moon, entonces secretario general de la Organización de las Naciones Unidas (ONU).
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En una respuesta casi inmediata, en Suecia fue emitida una orden de aprehensión en contra de Julian Assange por su presunta implicación en los delitos de violación y agresión sexual en contra de dos mujeres suecas en agosto de 2010.
Pese a que el activista aseguró que existió consentimiento en los actos referidos, en diciembre se entregó a la policía británica al encontrarse en Londres y le fue concedido un arresto domiciliario.
Una reconstrucción de los hechos realizada por Univisión da cuenta de que en febrero de 2011 un tribunal británico concedió la extradición de Julian Assange a Suecia por lo que, ante el temor de ser trasladado desde ahí a Estados Unidos y enfrentar una pena de muerte, tomó una inesperada decisión que abrió un capítulo más del caso.
El asilo en la Embajada de Ecuador
En junio de 2012, Julian Assange presentó una solicitud de asilo al gobierno ecuatoriano que encabezaba Rafael Correa para refugiarse en la Embajada del país sudamericano en Londres y, de este modo, evitar su traslado a Suecia.
Dos meses más tarde el gobierno de Ecuador concedió su petición, sin embargo y mientras el activista ingresaba a la cancillería, la justicia británica emitió una orden de detención al considerar dicho acto como un incumplimiento a la libertad condicional que le habían concedido.
El fundador de WikiLeaks permaneció casi siete años en la Embajada de Ecuador con la latente posibilidad de que, si ponía un pie fuera del predio, la policía británica pudiera arrestarlo. Durante su estadía le fue concedida la nacionalidad ecuatoriana pero los esfuerzos por trasladarlo a Quito resultaron insuficientes.
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En 2019 Lenín Moreno asumió la presidencia de Ecuador, un desafortunado revés para el periodista australiano pues fue señalado por el mandatario sudamericano de haber violado el acuerdo sobre las condiciones de asilo. El 11 de abril de aquel año, Julian Assange fue detenido por la policía británica.
La prisión en Londres
Una vez bajo el resguardo de la policía británica, el fundador de WikiLeaks fue condenado a pasar 50 semanas de prisión por incumplir el acuerdo de libertad condicional que se le concedió al refugiarse en la Embajada de Ecuador.
Mientras Julian Assange pasaba sus días en una celda de 2x3 metros y aislado 23 horas al día, el gobierno de Estados Unidos vio la oportunidad perfecta para hacer formalmente público el caso en su contra.
"La acusación formal sustitutiva alega que, a partir de finales de 2009, Assange y WikiLeaks solicitaron activamente información clasificada de los Estados Unidos, incluso mediante la publicación de una lista de 'filtraciones más buscadas' que buscaba, entre otras cosas, documentos clasificados. Manning respondió a las solicitudes de Assange utilizando el acceso que se le concedió como analista de inteligencia para buscar documentos clasificados de los Estados Unidos y proporcionó a Assange y WikiLeaks bases de datos que contenían aproximadamente 90 mil informes de actividades significativas relacionadas con la guerra de Afganistán, 400 mil informes de actividades significativas relacionadas con la guerra de Irak, 800 informes de evaluación de detenidos en la Bahía de Guantánamo y 250 mil cables del Departamento de Estado de los Estados Unidos", se lee en una parte del anuncio del Departamento de Justicia.
En total fueron presentados 18 cargos en contra de Julian Assange de los cuales, en caso de ser declarado culpable, enfrentaría una pena máxima de 10 años de prisión por cada uno, excepto por conspiración para cometer intrusión informática, por el que se enfrenta a una pena máxima de cinco años de prisión.
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Con la justicia estadunidense pisándole los talones, el gobierno británico continuaba evaluando la extradición de Julian Assange a Estados Unidos, un procedimiento que la jueza Vanessa Baraitser desestimó al considerar el decadente estado en la salud mental del activista, mismo que sumado a las condiciones carcelarias de una prisión estadunidense, alentaban a un inminente riesgo de suicidio.
El acuerdo de culpabilidad con EEUU: boleto hacia la libertad
Entre apelaciones y nuevas órdenes de extradición promovidas desde 2022 y frenadas por distintos tribunales británicos ante la posibilidad de que el periodista australiano no enfrentara un juicio justo en Estados Unidos, finalmente Julian Assange y el Departamento de Justicia llegaron a un acuerdo de culpabilidad que contempló dejar en libertad al activista.
En un comunicado difundido por WikiLeaks a través de su cuenta de X se expuso que su fundador salió de la prisión de máxima seguridad de Belmarsh la mañana del 24 de junio y fue trasladado al aeropuerto de Stansted desde donde partió con destino a la isla de Saipán en las Islas Marianas del Norte.
Según expuso la cadena de noticias BBC, Julian Assange se presentará a una audiencia judicial en un tribunal de distrito de Estados Unidos donde se espera que se declare culpable para, posteriormente, quedar en libertad y regresar a su natal Australia.
El acuerdo contempla que el activista no será recluido en Estados Unidos porque le validarán los cinco años que pasó en la prisión británica. Asimismo, se prevé que la audiencia se celebre en las Islas Marianas -que también es territorio estadunidense- ante la desconfianza que el fundador de WikiLeaks tiene en el gobierno de Estados Unidos.
En caso de cumplirse al pie de la letra el acuerdo, Julian Assange emitirá su declaración en la isla ubicada a poco más de 3 mil 200 kilómetros de distancia de Australia, a donde se contempla que regrese tras ponerle fin a uno de los casos más controversiales sobre violaciones a la libertad de prensa que se han vivido en las últimas décadas.
ATJ