Su ficha en la Asociación Nacional de Gobernadores (NSA, por sus siglas en inglés), a la que perteneció representando a Dakota del Sur hasta asumir el cargo de secretaria de Seguridad Interna (DHS), describe a Kristi Noem como ganadera, agricultora, propietaria de una pequeña empresa y autora de los best-sellers del The New York Times, No Going Back y Not My First Rodeo.
“Noem ha respetado los derechos de su pueblo al confiar en que ellos ejerzan su responsabilidad personal de tomar las mejores decisiones para ellos mismos, sus seres queridos y, a su vez, sus comunidades. Se ha centrado en construir familias más fuertes y mantener a Dakota del Sur ‘abierta a los negocios’”, indica la ficha.
Pero para sus críticos, su imagen de cuidadosamente cultivada como mujer de campo, madre, cristiana y defensora acérrima de “los valores tradicionales americanos”, choca con una política que ha empujado una agenda radical en temas clave como derechos reproductivos, control de armas, migración y libertades civiles.
Por ejemplo, durante la pandemia del covid-19, Noem se negó a implementar medidas básicas de salud pública, como el uso obligatorio de cubrebocas o el cierre temporal de negocios.
Mientras los gobiernos de otros estados intentaban controlar la propagación del virus, ella promovía discursos sobre “libertad individual” y se mostraba en eventos masivos sin precauciones, convirtiéndose en una celebridad para sectores negacionistas y ultraconservadores.
Cuando era gobernadora las tribus nativas de Dakota del Sur le prohibieron entrar a sus tierras luego de que ella declaró que habían sido infiltradas por el narcotráfico.
“Los cárteles tienen presencia en varias de las reservas (y) han tenido éxito en reclutar a miembros tribales para que se unan a su actividad delictiva”, acusó.
Aunque gobernó un estado alejado de la frontera con México (mucho más cercano a la frontera con Canadá), Noem fue una aliada del gobernador de Texas, Greg Abbott, a quien le ofreció elementos de la Guardia Nacional de Dakota del Sur para reforzar las tareas de contención migratoria.
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Sin embargo evitó movilizar a las tropas de su estado cuando fue devastado por inundaciones el año pasado. “Tenemos que ser sabios con la forma en que utilizamos a nuestros soldados”, justificó entonces.
A lo largo de la campaña para su regreso a la Casa Blanca, Donald Trump consideró seriamente a Noem como su compañera en la vicepresidencia.
“Ella es alguien a quien amo. Ella ha estado conmigo, me ha apoyado y he sido su partidario durante mucho tiempo”, señaló el magnate republicano.
Pero la gobernadora se volvió políticamente inelegible cuando ella misma reveló en su libro autobiográfico haber matado de un disparo en la cara a una perra de su rancho por “agresiva e indisciplinada”, detonando una tormenta de críticas de grupos defensores de los animales.
Durante su audiencia de confirmación senatorial, Noem ganó titulares cuando declaró que la “zona de guerra” en la frontera con México es la mayor “amenaza” a la seguridad de Estados Unidos.
Por eso prometió frenar a la “invasión” de migrantes con la restauración del programa “Quédate en México”, la terminación del muro y la eliminación de la aplicación CBP One, así con la “cacería” de unos 450 mil migrantes, a los que calificó de criminales, asesinos y violadores.
“Todos estamos de acuerdo en que la principal amenaza a nuestra seguridad nacional es la frontera sur. De hecho, desde que Joe Biden es presidente hemos visto a 382 personas que han cruzado esa frontera y que están en la lista de vigilancia terrorista”, sostuvo ante los senadores del panel.
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