Por: Antonio Villalpando Acuña
Ilustración: Pablo GArcía, cortesía de Nexos
Desde hace una década la cobertura en términos de matrícula de la oferta privada de educación básica ha fluctuado alrededor de 9.5 % sin contar educación inicial. En el ciclo escolar 2021-2022, el porcentaje de niñas, niños y adolescentes (NNA) que se hallaba inscrito en escuelas privadas fue de 57.4 %, 11.3 %, 9.1 % y 9.1 % para educación inicial, preescolar, primaria y secundaria, respectivamente. En las últimas décadas, la oferta de educación básica privada respondió a varias necesidades como el deseo de algunas madres y padres de incluir educación confesional en el currículo de sus hijos e hijas, o bien, acceder a servicios educativos adicionales como mayor contenido de idiomas, instalaciones deportivas adicionales y un largo etcétera. Este modelo de oferta educativa se podría describir como un bien público que tiene un mercado integrado que ofrece “versiones de lujo” de dicho bien, algo normal en un Estado moderno con una economía mixta.