Hubo un tiempo en que los regalos navideños para los niños eran algo relativamente humilde: tal vez un puñado de castañas y un pequeño juguete de madera; incluso —¡oh, alegría dickensiana!— una naranja exótica entera.
Los días en que los regalos (literalmente) crecían en los árboles son, por supuesto, cosa del pasado. Hoy en día, los juguetes más codiciados son los brillantes, los que se pueden estrujar y los muy electrónicos, y la carrera anual para conseguirlos puede dejar a los padres buscando ansiosamente en las páginas de Amazon donde ya no quedan ejemplares, o peleándose en los pasillos de un gran almacén por el último Nintendo Switch o Magic Mixie.
Pero por cada consola de juegos de alto precio o pieza de propiedad intelectual, hay éxitos atemporales como el hula hula y la bola Koosh.
A continuación, un repaso a los artículos que, por su novedad y escasez, encabezaron todas las listas de deseos, aunque solo fuera durante una breve y brillante temporada.
1950. Primeros juguetes en tv
El auge del consumo en la posguerra se extendió a los ciudadanos más jóvenes, gracias a la radio y la televisión. El señor Cara de Papa de Hasbro se convirtió en un éxito en 1952, con su cuerpo de papa sintética y sus piezas desmontables (el modelo original, menos duradero, consistía en añadir esos accesorios a una verdura de verdad); la señora Cara de Papa se le unió en 1953.
Junto a incondicionales como los carros Matchbox, llegaron novedades notables: Play-Doh (inventado originalmente en los años 30 como limpiador de papel de mural), el hula hula (basado en un juguete más antiguo) y una muñeca “modelo adolescente” llamada Barbie, que hizo su debut con cintura de avispa en 1959.
1960. La muñeca favorita
Barbie consiguió oficialmente un novio (solo es Ken), una Casa de los Sueños e incluso una rival en el mundo de las muñecas con la introducción de Chatty Cathy de Mattel, cuyo cordón le permitía decir frases como “Por favor, cepíllame el pelo” y “¿Me das una galleta?”.
Los aspirantes a Betty Crockers también acudieron en masa al Easy-Bake Oven, que utilizaba bombillas incandescentes para producir auténticos productos de repostería, mientras que los artistas en ciernes recurrían al juguete mecánico de dibujo Telesketch y al Lite-Brite, cuya caja de luz “mágica” y clavijas de plástico multicolor ofrecían un mundo de posibilidades creativas (y montones de piezas diminutas con las que atragantarse).
Los aficionados a la automoción, a los que aún les faltaban años para obtener el carné de conducir, tuvieron la oportunidad de sacar el Steve McQueens que llevaban dentro con la línea a escala de Hot Wheels de Camaros, Mustangs y Firebirds, que debutó en 1968.
1970. Electrónicos y una piedra
Tras el éxito inicial de su juego de ping-pong electrónico Pong, la pionera de los salones recreativos Atari se lanzó a lo grande en 1977 con su primera gran videoconsola doméstica, que tuvo un éxito inmediato a pesar de su elevado precio: unos 200 dólares, casi mil dólares en la moneda actual.
Otros productos más asequibles fueron la pelota Nerf, de cuerpo blando y poliuretano; el kit de manualidades Shrinky Dinks, y uno de los grandes triunfos del marketing sin sentido, la Pet Rock (que, sí, era solo una piedra en una caja).
El Speak & Spell de Texas Instruments, con su sintetizador de voz de codificación predictiva, dio al aprendizaje de idiomas un toque de robot parlanchín, mientras que las figuras de acción de La guerra de las galaxias, pioneras del éxito de taquilla del cine al juguete, inundaron el mercado tras el estreno de la película en 1977.
1980. Animales y Nintendo
Puede que fueras una de las millones de personas a las que regalaron un cubo de Rubik, el rompecabezas tridimensional inventado por un profesor de arquitectura húngaro en 1974 y comercializado en 1980; puede que aún estés intentando resolverlo.
La sinergia de los programas de televisión ayudó a impulsar los imperios comerciales de Mi pequeño Pony, los Pound Puppies y los Ositos cariñositos, mientras que las tiendas se esforzaban por mantener en stock tanto a la muñeca Cabbage Patch Kid por su nombre en inglés, como a Teddy Ruxpin, un oso parlante cuyos ojos y boca animatrónicos prometían tierna compañía o terrores nocturnos.
Incluso cuando el lanzamiento en 1989 de la consola portátil Game Boy de Nintendo revolucionó la industria, se disparó la demanda de juguetes analógicos como la bola Koosh de filamento de goma y la Chia Pet, cuya perdurable popularidad produjo un ejército de llamas, erizos y otros animales germinados en macetas de terracota.
1990. Pequeños amigos
Viva el mejor amigo en miniatura: mientras Polly Pocket acaparaba el mercado de las muñecas liliputienses, el Tamagotchi se convirtió en una mascota electrónica en la palma de la mano (y, con su necesidad de ser “alimentado” y cuidado, también ayudó a introducir a los niños el concepto de la muerte).
Las muñecas American Girl y los peluches Beanie Babies ofrecían la posibilidad de coleccionarlos todos y un robusto mercado secundario, aunque pocos artículos provocaron la manía en las tiendas de Tickle Me Elmo, el risueño peluche de Plaza Sésamo cuya escasez en la temporada de 1996 se convirtió rápidamente en leyenda de las tiendas.
Los Furbys, que hablaban en su propio e inescrutable idioma y parecían hámsters psicodélicos, se convirtieron en compañeros de peluche muy parlanchines. Para los menos apasionados por las criaturas a pilas, estaban las cartas coleccionables de Pokémon, el colorido juego de discos de cartón Pogs y la supervendida consola doméstica Nintendo 64.
2000. Consolas varias
Las innovaciones en el mundo de los videojuegos continuaron a buen ritmo con el PlayStation 2, el Wii y la Xbox 360, mientras innumerables alumnos de primaria se arriesgaban alegremente a sufrir leves conmociones cerebrales y desollarse las rodillas por un veloz Razor Scooter de aluminio, y las niñas demasiado mayores para los ronroneantes y rollizos encantos de las Zhu Zhu Pets acudían en masa a las Bratz, las muñecas de moda de labios saltones aparentemente diseñadas para parecerse a las chicas malas en miniatura.
Los padres marcados por las alfombras llenas de Legos errantes se regocijaron con el atractivo masivo de Magna-Tiles, que ofrecía emociones similares a las de los juguetes de construcción con menos bordes punzantes.
2010. Juegos de mano
Mientras el monstruo comercial de más de una década de películas de Harry Potter continuaba su marcha hacia Hogwarts, otro éxito de los cines, Frozen de Disney, demostraba su propia bonanza en las tiendas a través de muñecas de Anna y Elsa, peluches de Olaf y una banda sonora indeleble e inimitable: “Libre soy”.
También las figuras “revelación” con las muñecas LOL ¡Sorpresa! que salían de esferas con elegantes accesorios, y los Hatchimals, animales híbridos surgidos de brillantes huevos de plástico. Los Fidget Spinners requerían un poco de coordinación mano-ojo, mientras que las dulces bestias interactivas llamadas Fingerlings solo necesitaban un nudillo para agarrarse. Y para quien quería lo primordial: los Slimes.
2020. De vuelta al pasado
Aunque se introdujeron por primera vez en 2017, los Squishmallows —blandos, redondos, extremadamente estrujables— , mientras que los Magic Mixies, pequeñas criaturas conjuradas a partir de la “brujería” de una varita de plástico y un caldero, en 2021.
Pero a pesar de todos los avances tecnológicos en el sector de los juguetes —impresoras 3D, bolígrafos 3D, la promesa de una Nintendo Switch
de nueva generación en 2025—, algunas cosas siguen igual. Los Tamagotchis han vuelto, al igual que los Furbys.
En todas sus variaciones, Barbie sigue dominando su cuota de mercado (Mattel).
¿Y si los niños de tu lista se han portado mal este año? Entrégales una vieja papa y dales una lección de historia que no se puede comprar con los puntos de las tarjetas de crédito.