Bolsonaro, el neofascista que seduce a Brasil

LA ALDEA

Puntero en los sondeos para la primera vuelta, el candidato ultraderechista capitaliza el descontento de un amplio sector de la población sin esconder su misoginia, racismo, homofobia y nostalgia por la dictadura militar

Pese a su popularidad, perderá en la segunda vuelta ante Fernando Haddad, estiman encuestas. (Foto: Paulo Whitaker/Reuters)
Walter Goobar
Buenos Aires /

Nunca en su historia reciente, Brasil se había enfrentado a unas elecciones nacionales con candidatos tan extraños o situaciones que rayara el surrealismo.

El favorito absoluto en los sondeos es el ex presidente Luz Inácio Lula Da Silva, que no puede participar en los comicios porque está preso por corrupción, tras un fallo cuestionado por diversos organismos internacionales.

Lula tuvo que delegar su candidatura del Partido de los Trabajadores en Fernando Haddad, profesor de Ciencias Políticas que es bien visto por la clase media urbana, pero carece del carisma de su mentor para seducir a los más humildes.

Ante la proscripción de Lula, quien ahora lidera las encuestas es Jair Bolsonaro, un ex militar nostálgico de la dictadura, que apela al voto de la desesperación en un país en crisis.

Sin declaraciones recientes, sus enemigos refrescan una y otra vez la grotesca colección de barbaridades pronunciadas por Bolsonaro:

“Yo a usted no la violaría porque no se lo merece” (dicho a una diputada en televisión en 2003); “La dictadura debería haber matado a treinta mil personas más, comenzando por el Congreso y el presidente Fernando Henrique Cardoso” (1999); “Sería incapaz de amar a un hijo homosexual, prefiero que muera en un accidente de coche” (2001), o “Un policía que no mata no es policía” (2017).

Durante el final de la dictadura militar, en 1985, ingresó al ejército, pero fue expulsado de la reserva por conflictivo. De ahí pasó a la política, donde la mayoría de los analistas y de sus adversarios lo consideraban una especie de payaso al mostrarse sin reservas autoritario, antidemocrático, machista, racista, homófobo y defensor de la tortura.

Al igual que Donald Trump, Bolsonaro explota el descontento de la gente con la clase política y se monta en el racismo oculto de muchos votantes.

Desde el hospital donde permanece internado desde que sufrió un apuñalamiento hace tres semanas, Bolsonaro aseguró este fin de semana que solo aceptará el resultado si gana en las elecciones del próximo domingo. La amenaza no tiene precedentes desde la redemocratización del país tras la dictadura militar (1964-1985).

En el sondeo de Datafolha, publicado el viernes, Bolsonaro obtiene 28% de la intención de voto en primera vuelta, frente a 22% de Haddad. El ultraderechista, con un rechazo de la población del 46%, no ganaría a ningún otro competidor en la segunda vuelta, prevista para finales de octubre.

Este fin de semana hubo multitudinarias manifestaciones de mujeres en todo Brasil al grito de #EleNão (“Él No”), para repudiar al candidato tachado de misógino. El movimiento, que ha alcanzado más de tres millones de personas en Facebook, ha ganado apoyo de otros sectores de la sociedad civil y de celebridades nacionales y internacionales, como Madonna.

Empresarios, economistas y artistas han lanzado un manifiesto contra Bolsonaro.

“Nunca sobra recordar que líderes fascistas, nazis y diversos regímenes autocráticos en la historia y en la actualidad, fueron originalmente elegidos con la promesa de rescatar la autoestima y la credibilidad de sus naciones, antes de subordinarlas a los más variados excesos autoritarios”, se puede leer en un trecho del manifiesto.

Ninguno de estos argumentos parecen afectar la fe que millones de electores han decidido depositar en Jair Messias Bolsonaro, el político que según la revista The Economist representa una amenaza para Brasil y para toda América Latina.

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