Bolsonaro y la “nueva democracia” militar

LA ALDEA

En 2014, la cúpula de las Fuerzas Armadas de Brasil puso en marcha un plan secreto para recuperar el poder por la vía de las urnas, con el ultraderechista como su ariete.

El candidato eligió para la vicepresidencia al general de reserva Hamilton Mourao. (Ricardo Moraes/Reuters)
Walter Goobar
Buenos Aires /

Desde 2014, los altos mandos brasileños trabajaron desde las sombras para moldear a su gusto a Jair Bolsonaro como punta de lanza de su doctrina de “Nueva Democracia”.

El programa del futuro gobierno cívico-militar será conservador en lo político y absolutamente liberal en lo económico. Y buscará erradicar a lo que los uniformados consideran la “extrema izquierda”, según reveló el periodista Marcelo Falak en la revista argentina Letra P, quien da por ganador a Bolsonaro en la segunda vuelta del 28 de octubre.

Hace cuatro años, cuando se cumplió medio siglo del golpe militar que derrocó al presidente Joao Goulart, la cúpula de las Fuerzas Armadas puso en marcha un plan secreto para recuperar el poder por la vía de las urnas. Jair Bolsonaro, un ex capitán que había sido pasado a la reserva por indisciplina fue el candidato elegido para convertirlo en presidente de Brasil.

Como en las películas de espionaje, los reclutadores entraron en contacto con él, lo rodearon y moldearon su ideología, de modo de convertirlo en el ariete de una doctrina para una “nueva democracia” en la que los militares recuperaran la injerencia perdida en manos del poder civil desde el retorno de la democracia.

Fue entonces, en 2014, que las Fuerzas Armadas comenzaron a buscar a alguien que las defendiera en el Congreso. Esa persona fue Bolsonaro.

Hace un año, el ejército analizó que habría una polarización en torno a las elecciones presidenciales y que Bolsonaro sería quien llegaría a enfrentar al Partido de los Trabajadores (PT) de Luiz Inácio Lula da Silva, porque los partidos de derecha y de centro no se iban a unir para enfrentar a la izquierda.

El “recluta” Bolsonaro fue abandonando muchas de sus posturas anteriores. Pasó del nacionalismo económico, que antes defendía, al liberalismo. Eso, que se ve en la campaña, fue producto de la influencia que el ejército ejerció sobre él.

En coincidencia con estas revelaciones, Bolsonaro ya anticipó que, de ganar a Fernando Haddad, candidato del PT y delfín de Lula, habrá varios militares en su gabinete, con quienes se daría la peculiaridad de que, probablemente, generales de cuatro estrellas deban obedecer a un ex capitán de paracaidistas del ejército.

Ya circulan nombres para esas funciones. El núcleo duro de los militares bolsonaristas está compuesto por los generales Augusto Heleno, quien ocuparía algún cargo relevante en defensa o seguridad pública; Alessio Ribeiro Souto, que suena para Educación y para Ciencia y Tecnología; Osvaldo Ferreira, que se encargaría de las áreas de transporte, infraestructura o minería, y el brigadier Ricardo Machado, quien controlaría la infraestructura aeroportuaria y la aviación civil.

El manejo de la economía quedaría para un civil: el ex banquero de inversión ultraliberal Paulo Guedes, cuya propuesta es privatizar la totalidad de las participaciones del Estado en empresas, incluida Petrobras, y vender todos los inmuebles que aún están en su poder, consigna Falak en Letra P.

Esta trama explica porqué Bolsonaro eligió como su candidato a la vicepresidencia a un general. El indicado, inicialmente, era el general Augusto Heleno, de fuerte impronta en la tropa, pero, como éste se afilió a un pequeño partido que no quiso cerrar ese trato, el nombramiento recayó en el general de reserva Hamilton Mourão.

De esta manera, los arquitectos de esta democracia tutelada por los uniformados, se garantizan de que en caso de que el impredecible Bolsonaro se vea obligado a abandonar el poder o sea destituido, su sucesor será otro camarada de armas.

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