El presidente de Chile, Gabriel Boric, intenta relanzar un gobierno que ha perdido popularidad menos de dos meses después de volverse noticia mundial por convertirse en el mandatario más joven del país y un posible símbolo de un renacimiento de la izquierda en Sudamérica.
Ahora que las encuestas de opinión muestran que Boric ha perdido apoyo desde que ocupó el puesto, el presidente de 36 años ha declarado el final del periodo de transición y pidió que los ministros actúen con "sentido de urgencia" para abordar las demandas de los chilenos.
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"Ha habido una suerte de relanzamiento de su narrativa", dijo Eugenio Tironi, un sociólogo chileno. "Hay un cambio de tono, un cambio de rol, y se ve un gobierno mucho más activo."
Boric dijo la semana pasada que analizaba la posibilidad de permitir que el ejército asistiera en actividades policiales en el sur del país, que se ha visto asolado por la violencia. Decenas de camioneros han bloqueado vialidades para exigir que se tomen medidas para garantizar su seguridad en las regiones de La Araucanía y Biobío, a unos 600 kilómetros de la capital Santiago.
La aparente disposición de Boric de apelar a la asistencia del ejército en cuestiones de seguridad pública, algo a lo que se ha resistido en el pasado, se ha dado luego de reconocer que sus casi dos meses en el poder no se han desarrollado exactamente como esperaba después de llegar a la presidencia con 56 por ciento de apoyo en la segunda vuelta electoral en diciembre.
"Ha habido dificultades y ha habido errores", declaró Boric al periódico local La Tercera en una entrevista publicada el 1 de mayo. "Es importante asumir las responsabilidades propias". Las encuestas de opinión demuestran que el brillo de Boric rápidamente se opaca entre los chilenos.
Su tasa de aprobación cayó a casi 24 por ciento en la segunda mitad de abril, un desplome de casi 23 puntos desde que asumió el cargo, según una encuesta de Pulso Ciudadano publicada el 1 de mayo. El sondeo se basó en mil 43 cuestionarios en línea y tenía un margen de error de 3 puntos porcentuales. Otro encuestador, Cadem, reportó que la tasa de aprobación de Boric era de 36 por ciento, una caída de 14 puntos desde que fue juramentado. Ese sondeo se basó en 703 entrevistas telefónicas con un margen de error de 3.7 puntos porcentuales.
Con sus medidas recientes, Boric "lo que está haciendo es tomar nota que la luna de miel fue un poco más abrupta de lo esperado y no sirve apelar a la juventud y a la inexperiencia para justificar los errores políticos", dijo Cristóbal Bellolio, profesor de ciencias políticas en la Universidad Adolfo Ibáñez en Santiago.
Aunque las lunas de miel más cortas para los mandatarios recién juramentados se han convertido en tendencia mundial dado el mayor escepticismo hacia aquellos en el poder, parece que Boric puso particularmente a prueba la paciencia de los chilenos al tardar demasiado tiempo en detallar los planes de su gobierno, agregó Bellolio.
"Se abusó en un comienzo de esta idea de vamos a tomarnos un tiempo para diagnosticar la situación y después vamos a empezar a actuar", comentó el académico, "pero hay actuar a pesar de no tener un diagnóstico completo".
Como líder estudiantil, Boric con frecuencia encabezó protestas contra la desigualdad que sacudía al país que alguna vez se consideró modelo de estabilidad política en la región. Como candidato, juró un cambio radical en el panorama político. Ahora algunas de las personas que votaron por él están frustradas de que el cambio parece lento.
"También puede ser un efecto de que las expectativas (creadas) eran muy altas y además las expectativas de la rapidez con que iban a ocurrir las cosas", dijo Cristián Cáceres, un ingeniero en telecomunicaciones de 54 años. "La gente tenía expectativas que eran irreales, definitivamente".
Al menos por ahora, el discurso de Boric de agitar el statu quo todavía debe rendir frutos.
"Él no ha implementado nada nuevo", dijo Cristóbal Huneeus, director de ciencia de datos en Unholster, una compañía de software que da seguimiento al trabajo de los legisladores. "Habló de reformas transformadoras, pero las reformas no las vemos".
Para Raúl Ulloa, un oculista de 69 años de Santiago, la caída en la aprobación de Boric no es un gran misterio. "No tiene ningún plan" y ahora debería "no ser tan extremista y volcarse más al centro" si espera mantener el apoyo, opina Ulloa.
En gran medida, los analistas coinciden en que el gobierno de Boric sufre de algunas heridas autoinfligidas debido a un gabinete repleto de rostros nuevos. Varios de estos traspiés involucran a la ministra del Interior, Izkia Siches. En marzo, se vio obligada a concluir abruptamente una visita en la región La Araucanía, un centro de conflicto con grupos indígenas que exigen la restitución de su tierra, luego de escucharse balazos cerca de su caravana. En abril, Siches pidió disculpas después de informar erróneamente a legisladores que un avión con migrantes venezolanos expulsados durante el gobierno previo había regresado a Chile con todos los pasajeros a bordo.
"Es un equipo que no tiene mucha experiencia política en el ejecutivo. Ellos llegaron ahí porque no habían estado ahí antes", dijo Claudia Heiss, directora de ciencias políticas de la Universidad de Chile. "Están aprendiendo cómo se hace la gestión del gobierno, eso los ha llevado a cometer unos errores".
Eso ha pesado mucho en algunos chilenos. Entre ellos está Patricio Soto, de 40 años, que dice que el gobierno de Boric "a lo mejor tenía las mejores intenciones, pero la falta de experiencia para cargos importantes" ha provocado problemas en su gobierno. No obstante, Boric lidia al mismo tiempo con algunos problemas que habrían representado un desafío para cualquiera en su puesto.
"Es súper relevante la situación económica, y cualquiera que estuviera en el poder estaría en problemas ahora", opinó Heiss. "Tenemos una inflación que no se había visto en Chile por lo menos del regreso de la democracia y todavía estamos en el medio de una crisis económica producto de la pandemia".
La tasa de inflación anual de Chile alcanzó el 10.5 por ciento en abril, rompiendo la marca del doble dígito por primera vez en 28 años y superando el aumento del 7.2 por ciento registrado en 2021. Entre las actuales dificultades económicas, el gobierno chileno redujo la semana pasada sus expectativas de crecimiento para el año de 3.5 a 1.5 por ciento, y elevó su pronóstico de inflación para 2022 a 8.9 por ciento.
Pero los chilenos no solamente están molestos con Boric. Cada vez se muestran más escépticos hacia la institución que está reescribiendo la Constitución del país. En 2020, casi ocho de cada 10 chilenos votaron a favor de reformar la Constitución, una abrumadora mayoría que demostró el deseo de cambio en el país luego de las protestas estudiantiles.
Pero ahora que se puso a trabajar la Convención Constitucional, muchos expresan dudas, y las encuestas muestran que cada vez más personas se inclinan a votar en contra de los documentos todavía no terminados en un plebiscito programado para septiembre. Incluso algunos de los defensores de la reforma expresan escepticismo.
"Siento que necesitamos como sociedad que se cambie la Constitución", dijo Daniela Arévalo, una estudiante de arquitectura de 25 años. Pero "ahora me causa desconfianza cómo se está llevando el proceso constituyente".
Boric ha sido un fuerte defensor de reformar la Constitución y se considera que el futuro de su gobierno está inexorablemente vinculado con lo que suceda en esa votación, ya que ambos son parte de un proceso histórico en el que los chilenos han exigido el cambio.
"Si el gobierno gana, puede respirar tranquilo", dijo Bellolio. "Si pierde será un terremoto político".
dr