Como un partido de fútbol, el último minuto también tiene 60 segundos. También la urna tiene votos que deciden elecciones. La luna de miel de Luiz Inácio Lula da Silva con su esposa 'Janja' por su tercera presidencia tendrá una pausa, también habrá que esperar para volver a portar la verdeamarela departe de sus seguidores y también se necesitan 28 días para ver si Brasil se vuelca a la izquierda o se mantiene en la ultraderecha.
Lula da Silva revirtió casi de último momento en lo que fue un cierre de película los hasta 11 puntos con los que lo superaba el actual presidente de Brasil, Jaír Bolsonaro. Este último detuvo, por el momento, el llamado viraje hacia la izquierda de América Latina que con el regreso de Brasil a esta tendencia hubiera consolidado la región.
En Brasil los seguidores del actual mandatario se distinguían por portar la playera del Scratch Du Ouro y la Bandera en la que se lee “Ordem e progresso” (Orden y Progreso).
Por ello, los simpatizantes de Lula adoptaron otras banderas como las de la comunidad LGBT+, la feminista y la de los que buscan la legalización de la marihuana, que se fundieron con el tradicional rojo del Partido de los Trabajadores, que ya llevó a Lula dos veces a la presidencia.
La elección brasileña causó mucha expectativa a nivel nacional e internacional, en el primero de los casos unió las dos religiones de Brasil para clamar por una jornada electoral en paz: el futbol y la iglesia.
Los equipos que conforman el campeonato Brasileño de Serie A pidieron en sus partidos y redes sociales a sus seguidores salir a votar en paz y ganar el partido junto con la democracia. Tal fue el caso del histórico Santos, donde O Rei Pelé hizo sus mejores jugadas y goles, que pidió a la nación santista ejercer su voto en paz.
Desde las iglesias, más del 91 por ciento de los brasileños son cristianos, también rezaron por la paz del proceso electoral que de acuerdo con la Universidad Federal de Río de Janeiro en el primer semestre del año dejó 40 muertos.
Una de las rupturas que se dio en la sociedad brasileña fue la apropiación de los principales símbolos de parte de Bolsonaro y sus seguidores. La verdeamarela y la bandera de Brasil. Los bolsonaristas se reconocían en las calles portando la playera de la selección nacional y enseña nacional y haciendo "pistolas" con los dedos.
Lo anterior obligó a los lulistas, en vísperas del Mundial de Qatar, a dejar en casa su casaca para evitar confundirse con el rival. Por ello, a los seguidores de Lula les urgía ganar las elecciones en la primera vuelta y recuperar sus símbolos de cara al primer encuentro del Scratch du ouro en la justa mundialista el próximo 24 de noviembre contra Serbia.
Con la verdeamarela votó Bolsonaro, no sin reiterar su advertencia sin mayores datos que su palabra de que el sistema electoral estaba en riesgo de ser manipulado y realizarse un fraude electoral en su contra.
A pesar de que durante toda la campaña el presidente de Brasil advirtió que se fraguaba un fraude electoral para frenar su triunfo el ministro presidente del Tribunal Electoral de Brasil, Alexandre de Moraes, reportó solo algunos incidentes dentro de la jornada electoral.
En conferencia de prensa al cierre de las Casillas reconoció la madurez democrática de la sociedad brasileña, cabe recordar que el voto es obligatorio en Brasil para las personas de 18 a 69 años y opcional para los jóvenes de 16 y 17 y los mayores de 70 años.
El voto electrónico en Brasil siguió su paso invicto desde 1996, fecha en que se instauró y no ha sufrido caída del sistema ni riesgo de atentados que generen un fraude electoral.
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