Las ballenas jorobadas corren el riesgo de lesión o muerte por eventuales colisiones con buques que transitan por el Estrecho de Magallanes, en el suroeste de Chile, donde estos mamíferos se alimentan en el verano, advirtieron este viernes científicos del Instituto Smithsonian de Investigaciones Tropicales (STRI).
Tras rastrear el movimiento de las ballenas jorobadas migratorias (Megaptera novaeangliae), los científicos constataron el peligro que supone para estos grandes mamíferos chocar con embarcaciones en el Estrecho de Magallanes, el área acostumbrada para su alimentación en los meses de noviembre y abril en la temporada de verano.
Richard Condit, coautor y modelador del estudio, dijo que otras investigaciones que conoce "solo consideraron el riesgo promedio de todas las ballenas, pero las ballenas con mayor probabilidad de sufrir colisiones son aquellas con un riesgo más alto que el promedio", lo cual, indicó, es "una gran ventaja (al momento) de rastrear individuos".
Condit destacó que "durante el período de estudio, la ballena marcada con la mayor tasa de encuentros fue encontrada muerta", señaló un comunicado del STRI (por sus siglas en inglés).
Una larga migración
Según con el estudio, las ballenas jorobadas realizan "uno de los viajes migratorios más largos de cualquier mamífero en la Tierra", con la población del hemisferio sur que pasa el verano alimentándose en la Antártida y Chile y en el invierno en las "cálidas aguas tropicales" del Pacífico norte de América del Sur y América Central, hasta Nicaragua.
El estudio, desarrollado en el sur de Chile donde cada verano se alimentan unas 100 ballenas jorobadas, destaca que esta es una "una población lo suficientemente pequeña como para que las colisiones ocasionales con buques tengan consecuencias trascendentales".
Los científicos colocaron transmisores satelitales para rastrear a 25 ballenas por varios años, a fin de comparar sus movimientos con los de las embarcaciones que atraviesan el Estrecho, una zona usada como ruta marítima para el comercio internacional. En estas investigaciones descubrieron que cada ballena estaba cerca de un buque unas siete veces por temporada.
Con los registros logrados con este rastreo, los investigadores descubrieron que los animales diferían en la frecuencia con la que se encontraban con las embarcaciones: desde menos de 1 hasta 18 encuentros por temporada.
Los investigadores observaron que la mayoría de los buques, grandes cargueros y tanqueros, exceden el límite de velocidad que el estudio recomienda en las cercanías de este sitio de alimentación de ballenas.
"La población de jorobadas en el Estrecho aumentó casi 300 por ciento en 17 años, alcanzando entre 110 y 100 individuos en el 2016 y 2017, y luego disminuyó gradualmente a 65 individuos en el 2019, explicó Juan Capella, coautor e investigador de un proyecto de ecoturismo y ciencia en Chile.
Canal de Panamá, la solución
Hace algunos años el investigador de STRI, Héctor Guzmán, dirigió un estudio que dio como resultado regulaciones internacionales para separar el tráfico de embarcaciones de las rutas de ballenas cerca del Canal de Panamá, por el que pasa cerca del 6 por ciento del comercio mundial, y en el sur de Costa Rica, lo cual, señala, "debe reducir drásticamente las colisiones en estas áreas de reproducción".
"Se logró usando la información científica para explicar los movimientos de las ballenas en tiempo real y gracias al entendimiento y apoyo incondicional de ambos gobiernos", recordó Guzmán, autor principal del nuevo estudio en Chile.
Este nuevo estudio permitió a los científicos proponer recomendaciones de políticas públicas para reducir el riesgo de colisiones de ballenas con los buques.
Entre las recomendaciones está el limitar la velocidad dentro del Estrecho de Magallanes e instalar un observador obligatorio a bordo de todos los buques comerciales en la temporada de alimentación de ballenas.
dmr